La literatura y el mundo de la escritura al igual que otros oficios, artes y profesiones está lleno de personajes que dejaron gran impronta, debido bien, a su gran trayectoria o por el mero hecho de que alumbraron una obra de relevancia para la posteridad. Dentro de los selectos, están los que recibieron ya gran reconocimiento en su momento, y otros, al que pasado incluso bastante tiempo, el hecho de que existan investigadores de la materia, les ha sacado de la irrelevancia que en su día producían en su alrededor. El caso riojano no escapa a estas teorías para considerar quienes son los “imprescindibles” de las letras riojanas, pero en la selección de las selecciones siempre se puede considerar una serie de “clásicos básicos”.
Saltándonos la “prehistoria” de las letras riojanas donde “caerían” los Quintiliano, Prudencio, Gonzalo de Berceo, o los posteriores Esteban Manuel Villegas y Francisco de Enciso Zárate… nos centramos en los escritores de la época contemporánea, con una trayectoria digna de admirar y un legado que si el curioso lector no ha descubierto, debería descubrir. Al igual que para gustos los colores, hay géneros (poesía, teatro, ensayo, novela…) para todos los lectores, por lo que detrás de cada biografía suele haber un género literario en que indagar.
Enrique López Marín de Insausti. (Logroño, 1868 – Madrid, 1919) fue un periodista y autor teatral. Cejador y Frauca lo describió “como escritor de ingenio haciendo mención que algunas de sus obras fueron bastante aplaudidas”. Llegó a estrenar 94 “piezas finas”, dirigió la publicación “El Diablo Mundo”, además de colaborar en grandes revistas del momento como “La Ilustración Española”, “Madrid Cómico” y “Vida Galante”. La investigadora Inmaculada Benito recopiló información biográfica del escritor y de sus obras, lo compiló en libro publicado por el IER en 2012.
Paulino Masip Roca. (Granadella, Lérida, 1899 – Cholula, Puebla, México, 1963). La familia se trasladó a Logroño en 1905, donde Paulino recibió educación. Fue la madre, gran aficionada al teatro, la que le introdujo en la pasión lectora. Cultivó sobre todo el teatro, el guion y la narrativa con un sesgo intelectual y humorístico, aunque su primer libro, y el único en poesía fue “Líricos remansos”. Antes de marchar a Madrid en 1928 fue director del diario republicano “El Heraldo de la Rioja” y colaboró en la fundación del Ateneo Riojano. Ya en la capital Paulino colaboró en diversas cabeceras de prensa (Estampa, La Voz o El Sol) e intentó el éxito como dramaturgo con piezas como “El báculo y el paraguas”, de 1936. Su colaboración con el Gobierno de la República en el relato bélico que acontecía en España le supuso el repudio de los sublevados. Después de una breve estancia en París, se exilio a México con su familia, jamás volvería a España.
Manuel Bretón de los Herreros. (Quel, 1796 – Madrid 1873), dramaturgo, poeta y periodista. Dejó 103 obras originales entre 360 títulos, 23 de ellas en prosa, principalmente comedias neoclásicas. Realizó sus estudios en Madrid, se alistó de voluntario en la Guerra de la Independencia y en su “periplo bélico” perdió un ojo en un duelo que sostuvo en 1818. Desempeñó cargos administrativos de Hacienda en Valencia y en 1823 se dirigió a Madrid en busca de fortuna literaria. Se encargó de traducir comedias francesas para el empresario Grimaldi, estableciendo amistad con el Marqués de Molins. En 1831 el triunfo formidable de su obra “Marcela, o ¿cuál de los tres?” le abrió de par en par las puertas de la fama. Ingresó en la Real Academia, a partir de 1840 fue director de la Imprenta Nacional, redactor jefe y director de la Gaceta (1843-1847) y, desde 1847 a 1853, director de la Biblioteca Nacional de Madrid.
Manuel Ibo Alfaro y Lafuente. (Cervera del río Alhama, 1828 – Madrid 1885), escritor e historiador del postromanticismo. Manifestó particular interés por las tradiciones y leyendas locales, encuadradas dentro de la historia nacional. Cursó sus primeros estudios en el colegio cerverano y después bachiller en Tudela para luego estudiar Psicología en Zaragoza y marchar a Madrid en 1854. Se dedicó al periodismo y a enseñar matemáticas, lógica y psicología en diversas academias privadas de Madrid. Creó una imprenta y se consagró en la redacción de exitosos folletines, entre los cuales le ganó especial y polémica fama “Malditas sean las mujeres” (1858). Escribió novela histórica y textos profesionales, educativos y divulgativos. De entre los de carácter más estrictamente histórico destaca “La corona de laurel”, colección de biografías de los generales que tomaron parte en las Guerras Hispano-Marroquíes” de mitad de s. XIX.
María de la O Lejárraga García. (San Millán de la Cogolla, 1874 – Buenos Aires, 1974). A los cuatro años se trasladó con su familia a Carabanchel. Su educación estuvo bajo el influjo de la Institución Libre de Enseñanza. Ejerció como maestra entre 1897 y 1907. En 1899 publicó su primera obra: “Cuentos breves”. En las revistas “Helios” y “Renacimiento” tejió una gran amistad con Juan Ramón Jiménez y otros escritores de su época. Desde 1908 pasaría a dedicarse de lleno a la literatura además de poner su especial atención en las mujeres de clase media. En 1914 publicó “Cartas a las mujeres de España” y, en 1917, “Feminismo, feminidad y españolismo” además de colaboraciones en prensa. Participó en la fundación de varias asociaciones feministas, promovió el sufragio femenino y en 1931 se afilió al Partido Socialista. En 1933, fue elegida diputada al Congreso. Tras la Guerra Civil inició un largo exilio por Francia, México y Argentina, donde finalmente falleció en 1974.
Justiniano García Prado. (Nájera 1907 – 1998). Después de estudiar en Logroño, Zaragoza y Madrid donde se doctoró en Historia, fue Catedrático de Instituto e Inspector de Enseñanza Media. Fue autor de decenas de obras docentes y de investigación, así como colaborador de revistas y periódicos teniendo casi como siempre de tema central la historia de La Rioja. Pero por lo que más se le conoce, en especial por sus paisanos, fue cuando en 1968 leyó su obra “La Paloma y el Azor”, basada en la historia de Nájera y del rey Don García. Hubo un convencimiento general de que dicha obra era una oportunidad extraordinaria para dar a conocer la historia de Nájera. Un año más tarde, ya en 1969, se elige el Monasterio de Santa María la Real como escenario y las diversas autoridades de la época apoyan la iniciativa de representación teatral. Nacían así las “Crónicas Najerenses”- “Crónicas del Reino de Nájera”, que perduran desde entonces.
Felipe Abad León. (Arnedo, 1934 – Logroño, 2017). Licenciado en Teología, en Derecho Canónico, ordenado sacerdote en Comillas en 1959. Desde 1964 fue profesor del Seminario Diocesano de Logroño. Fue miembro de la Real Academia de la Historia y numerario del Instituto de Estudios Riojanos y desde 1974 Cronista Oficial de La Rioja. Publicó más de medio centenar de libros sobre historia de la región: “La Rioja provincia y región de España”, de su ciudad y comarca natal “La Ruta del Cidacos”, “A la sombra de las tres torres”, así como innumerables monografías en revistas y cientos de artículos de prensa. Dio numerosas conferencias en España y en América. Obtuvo numerosos premios y condecoraciones, entre ellos, cuatro calles con su nombre en varios pueblos de La Rioja. Fue fundador y presidente de la Fundación Cultural Arnedana Virgen de Vico, que hoy en día acoge su legado.
Roberto Iglesias Hevia. (Mieres, 1946 – Logroño, 2019). Poeta y periodista, asturiano de nacimiento, riojano de acogida. Llegado a Logroño a principios de los setenta, escribió en Diario La Rioja y “cultivó” especialmente la poesía. Fue Premio de Novela Ciudad de Logroño por “Estatua de una tarde de lluvia”. De su producción poética destacan «Hojas de un noviembre funerario» (1973), «Odiario» (1974-1975), «El Velo de Isis» (1979), «Revelación de la noche» (1995). Colaboró en la publicación “Cicerone Riojano” y dirigió la revista cultural “El Péndulo del Milenio”, que él mismo fundó. Además de tertuliano, destacó por la investigación de nuestros pueblos, coordinó la colección “La Rioja de cabo a rabo”, un lote de 7 ejemplares con recorridos por todas las comarcas riojanas.
Antonio Armando García Barrios, más conocido como Armando Buscarini. (Ezcaray, 1904 – Logroño, 1940) poeta bohemio. La vida convulsa de Buscarini ha sido reconstruida por Juan Manuel de Prada. Desde muy joven manifestó su deseo de ganarse la vida como escritor. Después de realizar escritos sobre su pueblo natal, publicó algún relato en la revista juvenil “Los muchachos” editada en Madrid. A partir de ahí desarrolla toda su carrera literaria. “Cancionero del arroyo”, “Dolorosa errante”, “Rosas negras”… que el propio Buscarini vendía como podía en su puesto ambulante. Después de amenazar con suicidarse tirándose desde el Puente de Segovia, su propia madre le ingresó en el Hospital Psiquiátrico de Madrid, desde donde fue trasladado a Valladolid (allí escribió su testamento) y, finalmente, murió enfermo de esquizofrenia y sífilis en el manicomio de Logroño. En 2006, los hermanos Rubén y Diego Marín crearon una web y editorial dedicada a su vida y obra.
Alfredo Gil del Río. (Logroño 1918 – Madrid 2010). Después de estudiar en Logroño en el Instituto Sagasta, estudió y se licenció en Derecho en la Universidad de Zaragoza. Terminada la guerra, se estableció en Madrid donde ejerció como abogado. Realizó diferentes guiones para documentales, entre ellos “Evocaciones Riojanas”, o “La Rioja desde sus albores”. Publicó artículos en revistas nacionales y extranjeras, conferenciante habitual del Ateneo de Madrid y colaborador del Instituto de Estudios Riojanos, publicó artículos en revistas nacionales y extranjeras e intervino en programas de radio y televisión. “La Rioja en Corte de Reyes”, “Horizontes riojanos”, “El enigma de los berones”, “La brujería en el banquillo” son algunas de sus obras que publicó. Se incorporó al Centro Riojano de la capital del que fue Presidente de Octubre de 1969 a abril de 1981.
María Teresa León Goyri. (Logroño, 1903 – Madrid, 1988). Cultivó casi todos los géneros literarios: novela, teatro, cuento, poesía, ensayo y guión para cine. Desarrolló temas sociales, la libertad, la guerra, así como sobre el papel de la mujer en la sociedad. Vivió su infancia entre Barcelona, Madrid y Burgos, al culminar sus estudios de bachillerato, pasó a estudiar en el Instituto de Libre Enseñanza de Madrid. Unos años después obtuvo el título de licenciada en letras y filosofía. En 1929 publicó su primer libro, “Cuentos para soñar”. Obtuvo una beca para estudiar la actividad teatral europea, así que tuvo la oportunidad de conocer varios países ya de la mano de Rafael Alberti, con quien se había casado en 1932, su segundo matrimonio. A su vuelta a España colaboró en la redacción de artículos para el “El Heraldo de Madrid”. Tras participar en actividades literarias, sociales y políticas en la España republicana, el estallido de la Guerra Civil le vio obligada a exiliarse a Francia, a Argentina e Italia donde siguió con su producción literaria. Volvería a España en 1977, donde fallecería a causa del alzheimer once años después.
Antonio Cillero Ulecia. (Navarrete, 1917 – Logroño, 2007). Abarcó los géneros del ensayo, la poesía, la novela y sobre todo el teatro. También tuvo tiempo de escribir sobre su querida villa natal. Estrenó su primera obra en 1940 y durante esa década varias compañías teatrales recorrieron España con libretos suyos. En 1949 sale de España con parte de su familia, con rumbo a Buenos Aires. Allí estrena, entre otras, las obras “El Bobalicón”, “El pan del año” y “Tierra sedienta”. Fue miembro de la Sociedad Argentina de Escritores, del Club de las Letras, de la Sociedad Iberoamericana de Escritores y del Instituto Argentino Hispánico. En 1965, regresa a España. Estrena en el Ateneo de Madrid, “Confesión pública, monólogo satírico en dos actos”, obra que será representada en varios países iberoamericanos. En 1969, vuelve a estrenar en Madrid “La gran mascarada”. Fue finalista de premios literarios como el “Lope de Vega”, “Alfaguara” o “Nadal”.
Rafael Azcona Fernández. (Logroño, 1926 – Madrid, 2008). Considerado por muchos como el mejor guionista español de la historia, a lo que hay que añadir una buena cantidad de libros publicados. Es el guionista con mayor número de Premios Goya y nominaciones en las categorías a “Mejor guión original” y “Mejor guión adaptado”, además de “Goya honorífico” en 1998. En 1999 reescribió su primera novela “El pisito”, su producción literaria se completa con otras tantas muchas publicaciones como “Viaje a una sala de fiestas y otros escritos dispersos”, “Memorias de un señor bajito”, “Vida del repelente niño Vicente”, “¿Por qué nos gustan las guapas?”… En su honor tiene dedicado el nombre de sendas calles en Logroño y en Villamediana de Iregua. La biblioteca pública municipal de Logroño situada en el barrio de Madre de Dios también lleva su nombre.
Eliseo Sáinz Ripa. (Viana, 1923 – Logroño, 2005). Eclesiástico e historiador. Fue investigador en Roma, director de Instituto de Enseñanza Media en Logroño, director del Área de Historia del Instituto de Estudios Riojanos. Cursó sus estudios de Latinidad y Filosofía en el Seminario Diocesano de Logroño, se licenció en Teología en la Universidad de Comillas, ordenándose sacerdote en 1947. También se licenció en Filosofía y Letras y se doctoró en Historia. Publicó diversos libros entre los que destacan: “La ruta jacobea a su paso por Viana”; “Colección Diplomática Calceatense”, “Santa María de La Redonda, de iglesia parroquial a iglesia concatedral”. Fue colaborador habitual de la revista Berceo, así como de varios medios de comunicación divulgando temas históricos diocesanos y civiles. A su muerte, su hermano Pelayo también escritor y canónigo en Santo Domingo le dedicó un libro sobre su biografía.
María Pilar Salarrullana de Verda. (Zaragoza, 1937 – Logroño, 2009), política, escritora y profesora, conocida por ser concejal en Logroño y por su labor de investigación sobre el fenómeno de las sectas en España, editando varios libros sobre el tema y colaborando con artículos en diarios de tirada nacional. En este asunto creó un “grupo de trabajo sobre sectas” de la Comisión Interministerial y una “Comisión de Estudio de la situación de las sectas religiosas en España”. También se implicó en la defensa de los derechos de la mujer. Fue ya a partir de 1990 cuando publica libros de investigación “Las sectas. Un testimonio vivo sobre los mesías del terror en España” y “Las sectas satánicas, la cara oculta de los esclavos de Lucifer”. También se introdujo en la temática riojana escribiendo en 1993: “En el nombre de La Rioja”, un libro de historia. Fueron bastante célebres los juicios relacionados con sus publicaciones sobre sectas, al mismo tiempo que denunciaba la falta de respaldo público sobre este tema.
Eduardo Barriobero y Herrán. (Torrecilla en Cameros, 1875 – Barcelona, 1939) escritor, latinista, traductor y político. Publicó 62 obras. Cursó el bachillerato en Logroño y estudios de Derecho en Zaragoza. En Madrid ganó las oposiciones al Registro de la Propiedad y desde 1901 participó en actividades políticas y literarias. Colaboró con “Madrid Cómico” y dirigió “Germinal”, revista en la que dio entrada a escritos anarquistas. Sufrió varias veces prisión, la primera por manifestarse en favor de las cigarreras despedidas de la Fábrica de Tabacos (1904) y luego por publicar un folleto del “anarquismo científico” sobre el atentado contra Alfonso XIII. Se afilió a la CNT en 1912 y comenzó así otra etapa en su vida, marcada por su compromiso político. Además de por sus escritos, fue conocido por la defensa jurídica de numerosos obreros condenados y encarcelados. A la disolución del poder anarquista en Cataluña por el Gobierno de Negrín, Barriobero es encarcelado. Finalmente, tras la toma de Barcelona por las tropas franquistas en la Guerra Civil, Barriobero y Herrán que estaba bajo arresto gubernativo en el Hospital penitenciario de Barcelona, sería fusilado.
Estas son en definitiva algunas de las biografías más relevantes de la contemporaneidad de las letras riojanas, con mayor o menor vinculación a La Rioja, pero siempre con algún tipo de relación con nuestra tierra. Tampoco podemos olvidar a todos aquellos que sin una extensa trayectoria literaria, sí que compusieron obras de tremendo significado, aquí podrían entrar los Patricio Escobal, Rubio Dalmati… o desde el ámbito científico las publicaciones hechas por Ildefonso Zubía, Julio Rey Pastor, Olegario Fernández Baños entre otros. Sin olvidarnos tampoco de contribuciones como pudieron ser las de Tarsicio Lejárraga, Hartzenbusch Lee y Arriazu…
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