Crisis del Coronavirus

El campo riojano teme la falta de personal y una bajada en el precio de la uva

El escenario de incertidumbre se expande por las bodegas y cooperativas riojanas, aunque con algún que otro rayo de luz en el horizonte, sobre todo para aquellas que destinan una proporción de su partida a la venta a granel. Sin embargo, lo que no augura un año próspero en el sector es la campaña de vendimias. A la espera de un desplome en los precios de la uva se suman a las dificultades para reclutar al personal necesario de cara a la época de espergurar y desnietar.

Todo dependerá de cómo transcurra la situación epidémica durante los próximos meses, pero los agricultores de la región ya hacen estimaciones. “Podría ocurrir como en los años 2009 y 2010, donde los precios se hundieron por los suelos”, apunta Alicia Olarte, socia de la Señorio de Valbornedo de Navarrete, mientras que desde la Bodega Cooperativa El Patrocinio de Uruñuela, su socio Raúl Leza añade que “el precio de la uva lleva más de un año cayendo en ventas y arrastrando la preocupación del sector, así que esta crisis solo va a acentuar todavía más el declive”.

En este último caso, la cooperativa de Uruñuela, con sus 22 empleados, ya se ha acogido a un ERTE que afecta a la fase de producción y a parte del departamento de administración. “Nos preocupaba muchísimo que algún trabajador se infectara y obligase a paralizarlo todo, así que nos adelantamos y llenamos la bodega y los pasillos de material para tener suministros. Ahora solo cargamos para exportación porque todo lo demás está parado, pero se avecinan bajos rendimientos, bajos precios y mayor competencia de las bodegas. Es decir, que aunque el campo siga en pie, también va a sufrir las consecuencias económicas de esta crisis”, señala Leza.

Los efectos de esta crisis sanitaria y económica para las cooperativas, sin embargo, varían en función del tipo de producción. Así, aquellas que dependen en mayor medida del canal Horeca -hoteles, restaurantes y cafeterías, el principal medio de venta directa y a través de distribuidores del vino embotellado y paralizado actualmente-, ya están percibiendo una menor facturación. Mientras que las que se dedican a la venta de uva y vino a granel dependen de las decisiones de las grandes bodegas privadas y sus correspondientes pagos.

Desde la Federación de Cooperativas Agrarias de La Rioja (FECOAR), su gerente, Julián García, incide en que “el cierre generalizado de Horeca, también fuera del país, es lo que genera una mayor preocupación entre los socios cooperativistas por la paralización, devolución y retraso de pagos y pedidos”. Tras sondear sus diferentes cooeprativas, la federación estima unas pérdidas en términos de ventas de “cerca de 1,5 millones de euros desde que se inició el estado de alarma”, aunque recalca que durante este mes de abril “la cifra se va a acentuar y prolongar a medio plazo, en función de lo que dure la crisis sanitaria”.

La Bodega Cooperativa Señorío de la Estrella de San Asensio, dedicada principalmente a la venta a granel en el 80 u 85 por ciento de su producción, no teme por la colocación de ese vino en las grandes bodegas: “Es una venta asegurada”. A su presidente, Alfredo Sánchez, le preocupa más el precio que puede percibir él: “Imagino que las bodegas vendrán a la baja y, si en situaciones normales la cántara puede rondar las 3.500 o 3.800 pesetas, este año podría estar en las 3.200 debido a este parón”.

El problema, sin embargo, lo percibe con esa partida del 15 o el 20 por ciento del vino destinado a la comercialización: “Cada mes que estamos parados podemos llegar a perder cerca de 50.000 euros, porque no conseguimos vender lo embotellado a nuestros pequeños distribuidores, principalmente, del sector de la restauración. Y este mercado hostelero va a ser uno de los más afectados”.

Antonio José Benito.

Ese vino que se vende a granel supone también para la Bodega Cooperativa San Esteban Protomatir de Murillo de Río Leza “un hilo de esperanza” dentro de “la inquietud”. Desde la presidencia, Antonio José Benito apunta que las consecuencias negativas de esta situación se comenzarán a percibir “dentro de tres meses ‘a posteriori’, ya que los vencimientos de los pagos suelen ser a 90 días”. Asimismo, añade que “va a haber un retraso importante en la puesta en el mercado de las nueva añadas de los vinos jóvenes tintos, blancos y rosados, un retraso motivado porque hay que terminar de vender la añada anterior y puede perjudicar a Rioja en lo referente a la percepción de calidad”.

Retroceso en las inversiones agrícolas

Más allá de los posibles efectos negativos plasmados en unos precios de la uva a la baja, otro de los temores del sector vitivinícola a medio y largo plazo es el capital destinado a la producción tanto por agricultores como por bodegueros. Desde la cooperativa de San Asensio, Sánchez apunta que este factor puede resultar ser “una gran piedra que a largo plazo va a resentir al sector”. Aunque su presidente, al igual que el sector agrícola en general, considera que “la calidad del producto, prácticamente, puede estar garantizada porque las buenas prácticas de todos los agentes involucrados en su elaboración no van a cambiar”.

En este sentido, Benito asegura que “ante un posible abaratamiento de la uva y el vino, el agricultor podría dejar de invertir de la forma necesaria en el cultivo del viñedo para rentabilizar sus explotaciones, provocando una posible merma en la calidad del producto”. El presidente de la cooperativa de Murillo es consciente de que “costará volver a coger el timón porque va a ser necesario un buen colchón de tesorería para cubrir todos los gastos y unas líneas de financiación flexibles”. Medidas que desde el sector consideran que la Consejería de Agricultura y la de Desarrollo Autonómico se deberían plantear para “no olvidarse del sector que da de comer a todos y que, por tanto, merece su respaldo”.

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