Deportes

La ansiedad no le deja ganar al Calahorra y vuelve a empatar

Ansiedad: estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad. Con esta definición podríamos poner punto final y dejar cerrada la crónica de lo que se ha visto este domingo en el partido entre el Calahorra y el Leioa, pero qué mínimo que escribir cuatro párrafos después de haber invertido dos horas en La Planilla. Así que allá vamos.

No es fácil ir a La Planilla en fiestas. Hay planazos menos habituales y con los que sabes que vas a sufrir algo menos: un concurso de recortadores (como mucho algún ¡uy! en un arriesgado recorte), ir a las barracas con los niños (mirarte la cartera cuando sales de allí, eso sí que es un susto de los gordos), tomarte un cubatita bien puesto con la chica que te mola (eso puede ser un plan de riesgo extremo) o jugar una partida de mus con los amigos (que el de al lado lleve grande y duplex, poco más sobresalto cuando te has marcado órdago sin verlas). Y aún así la afición local estuvo y vio como el club le regalaba a la alcaldesa una camiseta con su nombre grabado y como ésta, junto a la reina de las fiestas, hacía el saque de honor.

El partido comenzaba con buenas sensaciones. Intensidad, mirando hacia adelante, buscando la portería contraria… pero la ansiedad pudo más. Los balones llegaban en escasas ocasiones al área en buenas condiciones para considerarse ocasión. El peligro llegaba de la banda de Yasín y Rodrigo lo intentaba, lo buscaba pero no sonreía, y si Rodri no sonríe no le salen las cosas. Un par de llegadas en la primera parte en el área del Leioa, una escasa en la del Calahorra. Mucha intención pero poco más.

Y la ansiedad tiene eso, que va a más y que cuanto más deseas tu objetivo, más te atenaza y peor haces las cosas para lograrlo. El equipo lo intentaba pero las imprecisiones, la falta de calma, la ganas de sí pero no metieron al equipo en un intentarlo en el primer tramo y en un sufrir en el final del encuentro donde el Leoia estuvo a punto de llevarse los tres puntos de no ser por un par de intervenciones de Roberto.

Diego Martínez se quedaba con lo positivo después de detallar los fallos de sus jugadores. “Falta de calma para saber leer las jugadas”, lo llamaba él. “Nos hemos atrevido un poquito más, la portería se ha quedado a cero y hemos terminado con once en casa”, detallaba entre los haberes del equipo. ¿Y la ansiedad se puede trabajar? “Hay que transmitir confianza a los jugadores, alguien al lado que les diga que pueden hacerlo, confiar en ellos porque tienen talento, todos queremos lo mismo: ganar un partido”. Se puede y se hará, confiamos en ello.

Al final diferentes sensaciones pero el mismo resultado, un empate más y ya van quince.

Subir