Agricultura

La Rioja descubre el pistacho: más allá de la viña, el almendro, el olivo y el cereal

La región cuenta con 39 hectáreas de este cultivo, de las cuales solo 0,7 se utilizan con fines experimentales

Fotos: Amaya Garrido

Nunca está de más apostar por la diferenciación, y más en el sector agrícola, donde parece que todo está ya descubierto. En los algo más de 5.000 kilómetros cuadrados que copan La Rioja, la variedad de climas da cabida a diversidad de cultivos y solo hay que saber ver más allá de lo tradicional. Bien lo sabe Javier Achutegui, ingeniero técnico agrícola y propietario de seis hectáreas de pistachos ecológicos distribuidas en tres fincas en el término municipal de Arnedo, que se convirtió en uno de los pioneros en la región. Ahora ya no es el único.

“A pesar de que decían que este cultivo nunca se podría implantar en La Rioja porque era una tierra que no cumplía con las condiciones de horas frío en invierno y mucha insolación en verano, realicé un estudio climático que reveló lo contrario. Aunque haga casi tres décadas que los pistachos se cultivan en España, sobre todo en zonas de La Mancha y Andalucía, en nuestra comunidad hasta ahora solo había viña, almendro, olivo y cereal, por lo que la gente no se atrevía a poner pistachos; sobre todo, por desconocimiento”, reseña Achutegui.

Javier Achutegui en una de sus fincas de pistachos.

Decantarse por lo ecológico no fue una decisión arriesgada. Achutegui tenía claro qué tipo de agricultura quería implantar. “Las técnicas conservacionistas que empleamos a través de preparados de extractos de plantas favorecen la biodiversidad en el terreno y la conservación del suelo a través de una regeneración en aquellos lugares donde hubo una sobreexplotación y un uso excesivo de nitratos, para recuperar la fauna y flora”, resalta. El hándicap es que se trata de una reconversión a largo plazo, porque hasta los ocho o diez años no se acaba de adaptar el suelo totalmente y eso frena a muchos agricultores que no buscan arriesgarse.

El terreno es una condición base a la hora de decidir. Y en este caso, la profundidad de los suelos y su arenosidad, que favorece el drenaje, son elementos clave para el desarrollo óptimo del árbol. Aunque siempre hay ‘peros’: “En otra de las fincas, la que no es experimental, tuve que optar por una cubierta vegetal que fijase el suelo, ya que en momentos de fuertes tormentas se creaban barrancos que me llegaban a la cintura, llevándose consigo varias plantas”, relata, “algo que también frena el crecimiento del árbol porque se come sus nutrientes, pero el coste es menor”.

En lo que respecta a las plagas, Achutegui tampoco ha percibido grandes riesgos de enfermedades, al ser una planta novedosa: “Sí que he detectado este año una plaga de escarabajos que se comen las hojas, pero a menos que haya mucha presión de plaga no es un problema. Y a mí no me molesta que haya diversidad de fauna y flora en las explotaciones. Es más, en los viñedos que asesoro también recomiendo que apuesten por la agricultura conservacionista”.

¿Suplantar al almendro?

Ejerciendo también como asesor agrícola en cuanto a cultivos ecológicos se refiere, este ingeniero asegura que “en unos años el pistacho podrá incluso alcanzar las cifras de superficie de almendros cultivados en la región porque es mucho más rentable económicamente”. En concreto, Achutegui apunta que el pistacho ecológico se paga en torno a los 13 euros el kilo, mientras que el almendro ronda lo tres. Tal vez esa sea la única opción por la que agricultores y empresas se decantan por este fruto seco en pleno auge que, sin embargo, en La Rioja todavía se encuentra en fase de iniciación.

¿La desventaja? Una espera que para muchos resulta desesperante. “A partir de los cinco o seis años ya comienzan a aparecer los primeros frutos, pero hasta los ocho o diez años no se llegan a alcanzar unos picos altos de rentabilidad. Es una inversión a medio o largo plazo que hay que valorar, pero luego los resultados económicos son increíbles”, indica. Una inversión, además, elevada: el precio medio de una planta es de 15 euros, mientras que la del almendro oscila los cuatro. “Una opción más ajustada para los jóvenes agricultores, quienes pueden favorecer el asentamiento de población en estas zonas rurales”.

Tal como se refleja en la Sección de Estadísticas y Estudios de la Consejería de Agricultura de La Rioja, existen 39 hectáreas de pistachos cultivadas en el territorio regional, de las cuales solo 0,7 corresponden al campo experimental propiedad de Achutegui, plantado en 2018. En esos 7.000 metros cuadrados con 333 árboles se estudia la adaptabilidad al terreno, el crecimiento, desarrollo y capacidad productiva de la planta, así como las posibles plagas o enfermedades que afecten a su rentabilidad. Una labor que corresponde a este técnico agrícola.

Hay quienes también se arriesgan con este cultivo, pero no mucho. Eduardo Pastor, agricultor de Autol, plantó el año pasado una finca de cuatro hectáreas injertadas en el campo, ya que “las plantas con portainjertos son mucho más caras aunque requieran de menos trabajo y en zonas más habituadas a este cultivo los agricultores prefieren ser ellos mismos quienes lo injerten porque en el transporte la planta sufre mucho”. Apunta, además, que “cerca del 75 por ciento” de los árboles le agarraron en la primera injertada. En su caso, las variedades por las que optó fueron cornicabra y UCB1.

Un cultivo de lo más técnico

Aunque el pistacho fue instaurado por primera vez en la península gracias a los romanos, todavía hoy este fruto originario de Oriente Medio se importa en su mayor medida desde California (Estados Unidos). Uno de los principales motivos por los que en la Edad Media no proliferó su desarrollo fue el carácter técnico del cultivo, de tipo dioico, ya que requiere de ocho plantas hembras para cada macho que las poliniza, las cuales deben crear un marco de plantación con el macho en el medio.

En lo que respecta a las variedades que mejor funcionan en La Rioja, aquí ya entra en juego el factor subjetivo. En el caso de Achutegui, él opta por Kerman (hembra) y Peter (macho) “porque son de floración tardía y así te evitas correr el riesgo de que una helada te estropee el fruto”. Por el contrario, desde Viveros Provedo, su técnico Paulino Santos considera que, “aunque Kerman es la variedad reina a nivel nacional, en La Rioja se adaptan mejor otras como Sirora y Larnaka, porque “necesitan menos calor para madurar mejor, algo más acorde al clima regional”.

El pistacho necesita un procedimiento posterior a la recolección muy específico. “Si en menos de 24 horas después de recolectar el fruto no se extrae la cáscara que lo recubre, este comienza a fermentar y a pudrirse, transfiriendo unos hongos con un tipo de toxinas, las aflatoxinas, que perjudican la calidad del producto”, explica Achutegui. En concreto, estas toxinas están muy presentes en los pistachos de Turquía, una razón por la que no son muy bien recibidos en el mercado y, por contra, los españoles gustan más porque aquí se hacen bien las cosas”.

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