TRIBUNA

‘Una epidemia de sensatez’

Como nos hizo ver el filósofo español Daniel Innerarity, vivimos en un mundo de segunda mano en el que los medios de comunicación proporcionan la materia de nuestra realidad. Debemos tener algún tipo de criterio propio para comprender adecuadamente esa realidad que nos ponen delante de los ojos. Estos días estamos sometidos a un aluvión de noticias sobre el nuevo coronavirus. Muchas de ellas con un marcado carácter catastrófico y sensacionalista, hechas con frecuencia por personas sin conocimiento en salud pública o en enfermedades infecciosas. La epidemia, nos muestran, ha causado más de 14.600 casos en el mundo, más de 300 fallecidos hasta el 2 de febrero de 2020.

Es cierto que son muchos casos, pero más de 14.500 se han producido en China, en una población de 1.400 millones de personas. Antes de continuar con este análisis, veamos algunas cifras. En la temporada de gripe 2017-2018 se diagnosticaron en España 700.000 casos de gripe, con 15.000 fallecidos. La malaria produce más de 200 millones de casos nuevos cada año, con más de 400.000 fallecidos. Cada dos minutos muere un niño menor de cinco años a causa de la malaria. El tabaquismo es responsable en España de más de 50.000 defunciones cada año.
Las cifras anteriores deben ayudarnos a poner en contexto el peligro que supone el nuevo coronavirus. La obligación de los poderes públicos es informar de los riesgos que pueden afectar a la salud pública y articular medidas para proteger la salud. El nuevo coronavirus tiene alta difusión, pero escasa intensidad y baja letalidad, por debajo del 2,5%. Es decir, se ha difundido a muchas regiones, pero en cada uno de ellas ha sido responsable de muy pocos casos.

Si exceptuamos la provincia china de Hubei, donde se encuentra la ciudad de Wuhan, foco de esta epidemia, en otras enormes provincias chinas, el número de casos no ha sido superior a los mil en ninguna de ellas. La provincia de Guanggong (Cantón) tiene 113 millones de habitantes y se han producido unos 650 casos. En la mayoría de estas provincias no ha habido fallecidos. Los casos que han aparecido en otras regiones del mundo son muy pocos: doce en Australia; ocho en Alemania; seis en Francia, cuatro en Canadá; y en España, uno. Apenas un centenar en el conjunto de países distintos a China.

Independientemente del número de casos que se produzcan, España tiene un sistema sanitario público de muy alto nivel. El informe Bloomberg de 2019 lo situó como el más eficiente de toda Europa y el tercero del mundo. Tenemos suficiente conocimiento del comportamiento de este tipo de epidemias, protocolos de actuación basados en evidencias científicas y consensuados entre las diferentes comunidades autónomas, el Ministerio de Sanidad y Sociedades Científicas y personal e instalaciones preparados para dar respuestas adecuadas. Conocemos las medidas para la detección temprana, la vigilancia epidemiológica, la prevención de la transmisión persona a persona, el seguimiento de los contactos y el tratamiento necesario si se confirmara algún caso.

No hay que banalizar ni mirar para otro lado en esta epidemia; precisamente los sistemas de vigilancia en salud pública monitorizan la situación y por eso detectan casos sospechosos para los que, en muy pocas horas, se puede establecer un diagnóstico específico que confirme o descarte las dudas. Es posible que se produzcan más casos importados del nuevo coronavirus, pero si es así, serán detectados, diagnosticados y tratados adecuadamente.

La reciente emergencia sanitaria internacional que ha declarado la Organización Mundial de la Salud no se ha producido porque hayan cambiado las características del virus en cuanto a infecciosidad, agresividad o letalidad. Significa un posicionamiento de ayuda hacia países que tienen sistemas sanitarios débiles y un medio para dar respuesta sanitaria internacional coordinada. Sin embargo, para Europa la ayuda que se necesita es para evitar otro tipo de epidemia, verdaderamente más peligrosa, la epidemia del miedo… Algo que sólo se contrarresta con otra epidemia: la de la sensatez.

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