La Rioja

La panadería más antigua de Casalarreina cierra por falta de relevo generacional

Un negocio adquiere oficialmente la categoría de ‘los de toda la vida’ cuando ni sus propios propietarios son capaces de fechar con precisión cuándo inició su actividad. Eso es lo que le ocurre a la panadería Ortiz, el negocio más antiguo de Casalarreina. “La verdad es que no te sé decir cuándo abrió; yo tengo casi 72 años y pertenezco a la cuarta generación”, señala María Jesús, bisnieta de los fundadores del horno.

Las lagunas históricas no solo afectan al inicio de la actividad empresarial: “He echado una mano desde prácticamente mi nacimiento; mis bisabuelos comenzaron el negocio y desde entonces ha ido pasando de generación en generación”.

Ortiz ha sido mucho más que un negocio en Casalarreina. De puertas hacia adentro, porque “vivimos en la misma panadería”. De puertas hacia afuera, porque en sus dependencias viven los recuerdos infancia de todos los casalarreiteros, alimentados por cuscurros de pan y alguna que otra golosina.

De entre ellos, destacan los del alcalde de la localidad: “No recuerdo bien cuándo fue la primera vez que entré en la panadería de ‘Angelín’, de ‘la Pepa’… de Ortiz; pero sí sé que era muy pequeño”. “Era muy niño cuando mi madre me mandaba a por el pan y volvía con unos ‘cocos’ y unos ‘tortos’ de regalo; siempre caía algo”, indica Félix Caperos, recordando que “la última vez que estuve, ‘la María Jesús’ me regaló alguna cosa para endulzar la vida o no me quiso cobrar la media barra”.

Sin savia nueva

En cambio, si la guerra o las crisis económicas no pudieron bajar su persiana, sí lo ha hecho la falta de vocación. Porque este martes, tras más de un siglo (probablemente, siglo y medio) de historia, el negocio familiar cesará por falta de relevo generacional. “Lo hemos intentado por todos los medios, pero la quinta generación ha preferido dedicarse a otras cosas; esto es muy esclavo”.

Este martes la panadería se ha convertido en una pasarela de abrazos, besos y alguna que otra lágrima. “Solo he pedido que no me vengan en plan de lloros”, subraya María Jesús, resignada a la despedida: “Es difícil, pero es la hora”.

“Para Casalarreina se trata de una pérdida enorme, aunque desde el respeto hay que aceptar esta decisión que llega por voluntad propia, pero aun así seremos muchos los que les vamos a echar de menos”, destaca Félix Caperos. Por último, el alcalde agradece “de corazón” a estas cuatro generaciones de panaderos “por toda una vida haciendo el pan nuestro de cada día para muchos de nosotros durante generaciones y generaciones. Espero que el merecido descanso que os habéis ganado lo disfrutéis como lo habéis merecido”.

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