El PP de la Rioja está sumido en un eterno letargo tras cosechar cinco derrotas electorales consecutivas. José Ignacio Ceniceros y sus secuaces se aferran al sillón sin asumir los errores cometidos y lapidando el papel del PP como líder de la oposición en La Rioja.
Mientras tanto, el nuevo Gobierno socialista campa a sus anchas sin grandes obstáculos en su camino. Si el futuro del PP de La Rioja está en manos de figuras afines a Ceniceros como Bengoa o Garrido, los socialistas riojanos pueden respirar tranquilos y festejarlo como otra victoria más.
El portavoz popular en el Parlamento de La Rioja protagoniza intervenciones pírricas que solo sirven para embarrar el debate político. Su dialéctica ‘guerracivilista’ está más próxima a la barra de un bar que a un hemiciclo y dudo mucho que ayude a recuperar alguno de los miles de votantes que han perdido desde que Ceniceros asumió el mando.
El otro ariete de los populares riojanos está siendo el coordinador general del partido que, tras ser incapaz de mantener la Alcaldía en su Ezcaray natal, está dilapidando su carrera política con bochornosas intervenciones desde la sala de prensa de Duquesa de la Victoria. Salir a dar la cara tras cinco derrotas electorales es un papelón sin parangón que merece el aplauso de las bases. Pero dan vergüenza ajena sus ejercicios de contorsionismo para no asumir las cinco debacles electorales mezclando datos y resultados de distintas citas con las urnas para intentar maquillar la imagen del funesto Ceniceros. En vez de un portavoz político parece un tanatopractor.
Con este panorama en las filas populares y con un Ciudadanos totalmente noqueado, los votantes riojanos de centro derecha continuan huérfanos a la espera de que un nuevo proyecto político vuelva a conectar con sus intereses. Si todo sigue igual, tendremos Andreu para rato.
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