La Rioja

Concejal un día; concejal para siempre

Calahorra ha vivido este miércoles uno de esos días que muchos guardarán en el recuerdo. La corporación municipal se trasladaba hasta el teatro Ideal para vivir un Pleno extraordinario y diferente. Un marco incomparable y la platea casi llena. Arriba, las 21 sillas de los concejales actuales y la de la secretaria (Javier Sota debía estar hoy entre bambalinas). Abajo los casi 130 concejales que han pasado por las once legislaturas democráticas. La concordia se respiraba. Los del PP charlaban con los del PSOE, los de los primeros años echaban cuentas de los años que llevaban sin verse. Hombres y mujeres que merecen todo el respeto de la ciudadanía porque, con sus fallos y sus aciertos, han dado parte de su vida a la ciudad. Sus ideas, sus desvelos, sus ilusiones puestas en proyectos, en edificios, en calles…

Tras el discurso oficial de la alcaldesa llegó el momento de entregar un obsequio a los alcaldes.  Una vara de mando. José Joaquín Catalán fue el encargado de hacer de maestro de ceremonias del evento, un periodista que ha sido testigo fiel de lo que ha ido sucediendo en la ciudad en los últimos cuarenta años. Se conformó una mesa de edad con el concejal más joven, Sergio, y la más mayor, Concha, con sus más de noventa años (“La democracia nos deja respirar”, dijo).

El primero en subir al escenario fue Ernesto Sáenz Enciso. Y fue tal cual. Como si no hubiesen pasado los años. Con su templanza, su voz suave, su entonación como aquel que no quiere la cosa fue engranando un discurso del que se puede destacar todo. “Nos tuvimos que inventar la democracia, cuando llegamos no había proyectos, no había papeles… lo que había era un poco de miedo y mucha responsabilidad” comentó. “Y se discutió, mucho y no sólo son la oposición sino con los de tu mismo partido, se discutía por todo y luego cada uno votaba lo que le parecía, entonces no había disciplina de partido (que pensaría Miguel Cuesta que también en su día rompió la disciplina de partido) pero no nos equivocamos demasiado”. Le faltó hablar del golpe de Estado, quería haberlo hecho por eso a la salida contó la maravillosa anécdota de ese día. “Cogí al máximo representante de la Guardia Civil en Calahorra y nos fuimos a tomar algo para darle a la ciudadanía sensación de normalidad”. Responsabilidad en estado puro.

Después fue el momento de una emocionadísima Maria Antonia San Felipe. Se rompió la leyenda urbana de la mujer con puño de hierro. Entre lágrimas entrecortadas dio las gracias a todos por su labor. “No es tiempo de presumir de lo que hicimos cada uno pero sí que estoy segura de que muchos de los que estamos aquí, cuando paseamos por la ciudad, cuando acudimos a instalaciones públicas, nos decimos internamente: yo también contribuí a hacerlo realidad”, comentaba. Se acordó de los que ya no están, de los que faltan tras el paso de los años y agradeció que “pese a que muchos hemos tenido discusiones muy agrias no hemos tenido el respeto suficiente para propiciar la convivencia y en muchos casos el cariño”.

Fernando Deza agradeció la presencia de todos… Tan breve como su paso por la Alcaldía fue su discurso.

A Javier Pagola le resultaba gratificante volver a subir al escenario del Ideal después de seis años. Quiso acordarse de Ernesto Ortega, “un maestro de la política” y Eva Barco. “Ha sido bonito ver a concejales a los que prácticamente había perdido la vista a pesar de que Calahorra es una ciudad pequeña”. “Tiene un gran valor celebrar los 40 años de los ayuntamientos”, y valoró sus equipos de personas. “La política municipal es la más difícil pero a la vez es la más bonita”. “No es el momento de decirlo pero estoy mu orgulloso de la transformación que  tuvo Calahorra de junio del 95 a enero de 2014”. Dejó su pildorita ahí, Pagola cien por cien.

Portillo quiso también acordarse de las familias. Quizás los que más sufren la falta de horas de sus seres queridos. “Ser concejal es una entraga total, esa dedicación supone para todos un orgullo y un honor, para mí lo ha sido y eso que tengo el récord de permanencia como concejal después de 24 años de servicio al municipio”. Se sentía afortunado. “He tenido la suerte de debatir con Maria Antonia San Felipe,  con Ernesto Sáenz Enciso, con el que un día llegamos a debatir por donde salía el sol en Calahorra, con Elisa Garrido…”. Se acordó también de Ernesto Ortega y de Eva Barco y con quiso olvidar tampoco a Margarita Aldama.

Después fue el momento de Elisa Garrido. “De todos los que estáis aquí he aprendido cosas pero yo fui alumna del colegio público Marco Fabio Quintiliano y en mi época había varios profesores que también eran concejales, ellos sembraron mi interés por la política que mi familia se encargó luego de regar”. Habló de “ejemplo vivo” al dirigirse a sus predecesores y les pidió “consejo sincero en la andadura que me queda como alcaldesa”.

Después de proyectarse un video con fotos de todas las legislaturas se pasó a entregar un pequeño obsequio a todos los concejales que estaban allí o a los concejales que los representaban.

“No he dejado de ser concejal nunca”

El penúltimo en tomar la palabra fueron el Delegado de Gobierno José Ignacio Pérez en un discurso en el que no faltaron palabras de agradecimiento. “Es un acto de enorme valor, es didáctico, es lo que necesita no sólo Calahorra, ni La Rioja, sino España, actos como estos son absolutamente necesarios”, dijo. Reconoció que “no he dejado de ser concejal nunca”. “Uno que ha sido concejal lo es siempre, va a otra ciudad y se fija en todo y quiere traer lo que está bien a la suta, a Calahorra”. Hablo del desprestigio de la política. “Nunca van a hablar bien de nosotros si no somos capaces de hablar bien los unos de los otros, con nuestras diferencias”. Quiso destacar algo “De la manifestación del otro día hubo una cosa emocionante es que los que se estaban manifestando a favor de aquellos de Alsasua que practicaron agresiones a la Guardia Civil (…) fueron protegidos por amigos y compañeros de los agredidos. Esa es la gran imagen de la democracia”.

Cerró el acto el presidente del Parlamento Riojano, Jesús María García. “Ser concejal es sobre todo destinar parte de tu tiempo, quitarlo a otras aficiones y sobretodo hurtárselo a la familia, pero hay que entender que ha servido para algo, a veces es una labor ingrata porque hay que lidiar con toros que a veces vienen amistosos y otras con la intención decidida de cornearte”. Quiso destacar una de las imagines más bonitas que se vio en el escenario. La de hijos que ahora son concejales entregándole el recuerdo de homenaje a sus padres. “Mi primer recuerdo político también es de mi familia, en la cocina de mi abuela, con mi tío Ramón encobrando publicidad de la UCD”.

El acto terminó con una foto de familia y con un sencillo pero delicioso ‘lunch’ en el que empezaron a formarse los corrillos. Hablaron todos con todos. Recordaron anécdotas y alabaron el acto. Cordialidad. Mucha cordialidad. A ver cuanto nos dura.

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