«En los pueblos, eres invisible en todo salvo en la redes virtuales, donde puedes conectar y encontrar fácilmente a más gente como tú». Con estas palabras define uno de los miembros de la Red Rural LGTBI, Chuse Aldiaga, su experiencia como homosexual tras vivir en un entorno rural. Ahora, sin embargo, reside en la ciudad, donde el colectivo está más vinculado y tiene más oportunidades de «conectar».
Aldiaga lamenta que en los pueblos no existan actividades dedicadas a este grupo, «por lo que es más duro vivir ahí», sin contar con «la dificultad que existe a la hora socializar, sobre todo si eres de fuera». Así, «es una forma de invitarte a irte a la ciudad, porque aquí estás como aislado». El principal problema que denuncia el colectivo es la LGTBIfobia, aunque «no solo está presente en el medio rural, porque en los pueblos puede darse incluso una mente más abierta».
El pasado fin de semana tuvo lugar en Soria la III Edición de Presura, donde la Red Rural LGTBI celebró su primer encuentro, aunque a las quince personas que participaron les supo a poco por la brevedad de la reunión. «Con este tipo de encuentros buscamos visibilización y que nos tengan en cuenta, no que tengamos que actuar solos con nuestras propias herramientas», manifiesta Aldiaga, «porque la responsabilidad es de toda la sociedad, mientras que las instituciones y entidades deben dar un paso adelante para apoyarnos en todos los entornos».
La despoblación rural, ese tema que está hoy en día en boca de todos, también ocupó la agenda de esta Red en el encuentro de Presura. «Al hablar de despoblación, incluyen a todos excepto al colectivo LGTBI y la mejor oportunidad para salvar el medio rural es la diversidad que nosotros podemos ofrecer», apunta Aldiaga, al tiempo que destaca la intención de muchos por volver a sus pueblos.
En un extremo opuesto se halla el anterior presidente de GYLDA, Francisco Pérez, que actualmente reside en La Unión, pedanía de Clavijo. En su caso, siendo un personaje público -es el presidente del Pleno del Ayuntamiento de Logroño- asegura que no ha tenido problemas a la hora de mostrar su homosexualidad en el municipio riojano, donde vive desde hace 14 años, ni en ningún sitio. «Mi experiencia no ha sido negativa, aunque he recibido comentarios de todo tipo», asegura, y recuerda cómo hace ya décadas en Logroño sufrió una agresión física donde fue atacado con piedras y escupitajos únicamente por ir de la mano con su pareja.
Por ello, Pérez coincide con Aldiaga en la importancia de la visibilización, porque «en los pueblos hay desconocimiento y muchos sí se han visto abocados a abandonar las zonas rurales para poder vivir con naturalidad su orientación sexual por miedo al rechazo familiar o social». Así, mientras «las ciudades ofrecen una mayor integración, ya que la forma de vida es más individualizada, en los pueblos sucede todo lo contrario: existe una sensación de familiaridad con la vecindad, una relación más de tú a tú», considera Pérez.
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