La Rioja

Quiao Li, pionera de la comunidad china en Calahorra: “Yo me jubilo aquí”

Quiao Li llegó a La Rioja en los 90, sola y sin conocer el idioma; ahora acaba de abrir su tercer negocio

En esta época en la que algunos dicen que los inmigrantes solo suponen gastos y provocan males en la sociedad española, en la que unos y otros se echan datos a la cara y hablan de porcentajes manipulables, conviene tirar de historias cercanas. Son las que ponen a cada uno en su sitio, las que cuentan la realidad de personas que han venido a trabajar y a dar trabajo a los demás. Las que desmitifican los bulos que corren y que a veces nos creemos.

Esta es la historia de Quiao Li, una joven que con apenas 18 años y sin saber nada de español llegó a Barcelona en 1993 y que se instaló en Calahorra unos años más tarde. Hoy considera a la capital riojabajeña su casa y se ha convertido en una empresaria de éxito que ya cuenta con varios establecimientos en Navarra y La Rioja.

Rondaban los noventa cuando Quiao Li quiso seguir el  rumbo de parte de su familia. Unos tíos suyos llevaban en Barcelona desde 1985 y decidió hacer las maletas para, sola, plantarse en la capital catalana. “No sabía nada de español, iba por las tardes a estudiar el idioma, pero en seguida me di cuenta de que la única forma de aprenderlo era hablando con la gente”, cuenta. Ahora lo domina a la perfección. “Escribirlo es más difícil por el tema de los verbos”, explica.

Después de dos años en la Ciudad Condal, otros dos en Estella y dos más en Logroño se instaló finalmente en Calahorra, donde -junto a su marido, al que había conocido en Barcelona- abrió uno de los primeros restaurantes chinos de la localidad. “Enseguida me gustó Calahorra porque la gente era muy amable y todo el mundo te saludaba por la calle”, cuenta. Al poco tiempo comenzó su carrera como empresaria con el bar Oliver y este viernes inaugura Oli, un nuevo establecimiento hostelero en la ciudad. Y todo ello, mientras ha ido abriendo tiendas en diferentes localidades navarras.

Los años difíciles

Al poco de llegar a Calahorra nacería su primera hija. “No fue un momento fácil porque entre el restaurante y el bar dedicaba muchas horas a trabajar y tuve que llevar a la pequeña a China para que estuviese en un colegio interna”, cuenta. Con apenas 4 años se separó de su pequeña para seguir forjándose un futuro enLa Rioja: “Recuerdo que trabajar muchas horas era una forma de evadirme de la separación; luego las noches me las pasaba llorando”.

Entonces empezaron a llegar algunos de sus familiares desde China, sus hermanas y su hermano, sus cuñados… “Ya que tenía lejos mis raíces quería tener a mi familia cerca y les he ayudado en todo lo que he podido”, explica. Es habitual en la comunidad asiática que el que viene primero haga de ‘mecenas’ con los que van llegando después. No siempre le ha salido bien: “Una vez puse la cara por unos y me salió mal, pero solo ocurrió una vez”.

Ahora, su familia en Calahorra la conforman más de veinte personas y calcula que habrá más de cincuenta chinos residiendo en Calahorra. “Hasta ahora nos juntábamos todos para celebrar el Año Nuevo chino”, señala, lamentando que sus últimos meses no han sido fáciles, al fallecer su hermano en su ciudad y su padre en China. “Mi hermano está enterrado en Calahorra”, recalca, intentado desterrar ese mito que asegura que no hay ciudadanos asiáticos en los cementerios españoles. Quería tenerlo cerca, ya que “éramos como uña y carne”. Y es que Quiao Li se siente una española más: “¡Si cuando voy a China busco restaurantes en los que den comida española!”, cuenta sin dejar de sonreír.

“No estamos todo el día trabajando”

Quiao Li sigue intentando desmitificar conceptos: “Es verdad que somos una cultura muy trabajadora pero también sabemos disfrutar”. “Y si no, que miren a los turistas chinos que vienen a España”, explica, detallando que “trabajamos todo el año para luego coger unas vacaciones y disfrutarlas al máximo”. Además, asegura que “nuestros empleados trabajan las mismas horas que los de los demás países; nosotros sí que metemos más horas porque intentamos dar ejemplo a nuestros hijos y a nuestros trabajadores y, si hay que limpiar el baño del restaurante, yo soy la primera que me pongo a ello”, cuenta.

Ella es el pilar de su familia. Aquí en España y allí en China. “Soy fuerte y todos cuentan conmigo para todo: las bodas, los funerales…”, dice emocionada. Tampoco se esconde al hablar de que los “chavales”, como los llama ella, estén en las tiendas ayudando a la familia. “No nos gusta que salgan por ahí tan jóvenes y claro que echan una mano”, dice. Otro mito, los chinos no se gastan su dinero en España: “Yo compré aquí mi piso, mi coche, compro aquí la ropa y los diferentes gremios que han pasado por mis establecimientos son todos de aquí”, dice.

Ahora, preocupada por la educación de sus hijas, mira al futuro desde su situación. La mayor estudia en Londres su último año de universidad. Estudia Economía, quiere ser financiera. La pequeña lo hace aún en Calahorra. Su futuro lo ve en España. “Yo el día que me jubile me quedó aquí, lo tenemos claro, nos gusta España y esta es nuestra casa”.

Subir