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Raíces de corazón

Dieciocho toques después… Iñaki ganó el partido de libre directo. Dieciocho toquecitos de pelota más tarde… Iñaki extendió las raíces de su corazón blanco y rojo por las gradas de Las Gaunas. Dieciocho pases hacia adelante en el minuto tres, la Unión Deportiva Logroñés sumó su séptima victoria seguida del campeonato con un golazo de falta directa una hora más tarde.

Así, 21 puntos de 21 puntos posibles. Siete de siete. Histórico. Y por si continúas bajo la pastosa nebulosa de la eterna duda logroñesa y riojana de darte o no una vuelta por Las Gaunas: 23 puntos de los treinta jugados hasta el momento. “Iré en primavera”. ¿Y el camino? 11.000 vieron perder a la Unión Deportiva Logroñés. 2.800 la vieron hacer historia este sábado en Las Gaunas. Y todo esto dieciocho toques después y un golazo que recordaremos por siempre. 3-2: goles, golazos, sufrimiento, abrazos, lamentos, victoria, otra más. Fútbol en Las Gaunas. Raíces para tu corazón blanco y rojo.

Están pasando fútbol en Las Gaunas. Así que menos tele y más grada. Menos postureo de lo que vendrá y más activismo por lo que está pasando. Tu espacio común está en el estadio de tu ciudad. Las Gaunas son la diversión; fuera de sus graderíos surge la rutina del pincho pote y el dar una vuelta por no quedarnos en casa. Pipas en El Espolón.

Mientras tanto, en el estadio, la vida se disfruta a sorbitos en blanco y rojo: bufanda, parca, gorro, hombro junto a otro hombro, calor de grada, prietas las filas a la espera de dieciocho pases para el primero, de la asistencia de Iñaki a la cabeza de Rayco para el segundo, y del golazo del jugador franquicia para el tercero. Y a la espera, claro, de esos errores defensivos habituales de la Segunda B para darle emoción al asunto, y así la grada tiene la necesidad de ayudar a ganar a su equipo la séptima seguida, y es que escribir la historia ni es cómodo ni sencillo. Pero ya es una realidad. Un pasito más allá.

Los veteranos de la Segunda B bien lo sabéis: los tres cabezazos de Diego Cervero sobre el césped del Tartiere ante el Cádiz: crema. El liderazgo de Manu García con el Alavés finalista de Copa del Rey por un jugador vitrina que jamás jugó en el Alavés hasta hacerse mayor en Las Gaunas con la blanca y roja: pedazo de historia. Y Marcos André, en el Mirandés: lamentito. Kapa creciendo con el Eibar de Segunda B a Primera, con Errasti a su lado: necesario. Y Miguel Martínez de Corta, lesionado: desolación. E Iñaki, preparado. Y Bobadilla, imagino, se muerde la cara por no poder ayudar desde el césped, porque la UD Logroñés es suya, es el exponente de esa generación perdida del fútbol riojano a la que el Club Deportivo Logroñés, imagino (insisto), se la tiene que pelar. Consejo: hay jóvenes a los que todo aquello no les suena.

Y surge la vieja guardia. Once temporadas después y solo diez años más tarde de aquel inicio resulta que hay futbolistas que hace unas temporadas salieron de este club, aún demasiado pequeño, para seguir creciendo en lo individual; y que han vuelto años después, tras una espera de seis meses entrenando en Calahorra para firmar por su equipo, porque ya lo ven con el punto de madurez justo para sencillamente intentar hacer historia con el equipo de su región. Raíces y corazón. Por eso, en diez jornadas: ocho veces Iñaki; bueno… nueve.

Nueve veces en diez jornadas en las que Iñaki, el de Calahorra, ha participado directamente en un gol de su equipo. Porque el árbol del golazo de falta para el tercero en Las Gaunas ante el Real Unión no debe impedir ver el bosque de una nueva asistencia, la del segundo de Rayco de cabeza. Otra vez Iñaki… convencido como llegó en enero pasado de que aquel Logroñés podía acabar en primera posición. Llegó en invierno. Y al final solo le dio tiempo a alcanzar la segunda posición. Te sonará: 72 puntos, semifinales, 11.000… Todo aquello que fue histórico. Y no pasa nada por reconocerlo. Otro pasito adelante, raíces para el corazón.

Y como es normal, la ciudad no se para cuando juega la Unión Deportiva Logroñés. El personal sigue viviendo este crecimiento como si tal cosa, desde la distancia de tenerlo tan cerca. Igual el día menos pensado me dejan un carnet. Pero al mismo tiempo hay quien en Las Gaunas se deja las rodillas por su equipo, que va al campo pase lo que pase, suceda lo que suceda, porque resulta que en Logroño juega un equipo de Logroño que ahora mismo gana siempre. Y eso, de por sí, merece ponerle cierta atención, aunque sea solo por saber cuándo terminará.

Quizás el próximo domingo que hay que ir a buscar el liderato en solitario a Lezama ante el Bilbao Athletic. Y seguirá siendo insuficiente, porque Logroño debe enfrentarse ante el primer equipo, no al filial. El aldeanismo, como el nacionalismo o el racisno, se cura viajando, y el fútbol se comprende en la grada: en Las Gaunas, en Lezama (una joya), en Socuéllamos, en Albacete o en Somozas… espacios donde muchos llevan otras tantas temporadas regando sus raíces de este corazón blanquirrojo, agitado como nunca por las siete victorias seguidas logradas por un equipo de Logroño entrenado, ojo a esto, por un entrenador de Logroño y un futbolista de Calahorra, entre otros. Por aquello de las raíces, de la identidad y del corazón.

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