Agricultura

Bodega San Cebrín, entre mujeres rurales en San Asensio

Con motivo del Día Internacional de la Mujer Rural, la Bodega San Cebrín de San Asensio se ha querido sumar a esta celebración congregando a cuatro de sus socias en un encuentro donde poder compartir experiencias, recuerdos y, sobre todo, homenajear el trabajo de la mujer en el medio rural. Las protagonistas, Julia Aliende, Carmen Tornes, Ángeles Requeta y Edurne Alonso. Cuatro figuras que representan esfuerzo, perseverancia y apego a sus orígenes.

La mecanización del campo ha facilitado en gran medida la incorporación a las tareas vitivinícolas y el incremento de cooperativas y bodegas privadas, aunque la presencia de hombres en el campo sigue siendo superior al número de mujeres que se suben a diario a un tractor. Mientras, la plantilla femenina dedicada a la gestión de los asuntos burocráticos y administrativos agrícolas se acentúa al igual que el número de enólogas. “Ahora cuando vas a una bodega ya ves mujeres en la gran mayoría de los puestos de trabajo”, apunta Alonso, al tiempo que Aliende recuerda cómo “son más las enólogas que compran su viñedo y ellas lo gestionan todo”.

Con la incertidumbre de cómo estará el sector agrario dentro de treinta años, Alonso duda de una igualdad al 50% entre hombres y mujeres “porque es un sector muy masculino y ese cambio puede costar, pero esto no significa que no haya espacio para las mujeres en el campo”. Por su parte, Tornes considera que “el tema del vino tiene mucho atractivo entre los jóvenes. No solo con el campo que han visto desde niños; también desde la enología”, mientras que Aliende reconoce que el relevo generacional facilita mucho el trabajo porque “partir de cero es muy difícil, necesitas una fuerte inversión”.

Todas ellas, además, coinciden en la importancia de inculcar en los más pequeños el afecto y valoración hacia el campo y su mantenimiento, sea a título propio o no. “Primero tienen que estar bien preparados para el campo; deben estudiar. Hay mucho papeleo y es necesario tener estudios para poderlo hacer”, insiste Requeta, a lo que Alonso se suma asegurando que “al final le van cogiendo gustillo al campo porque este es el esfuerzo de la familia”.

“Se ha avanzado mucho”, sentencia Requeta echando la vista atrás. “Hemos pasado de vendimiar con ganados y un carro de yanta a unos macro tractores y unos remolques impresionantes. La parte del prensado había que hacerlo en cuevas muy pequeñas y, una vez que ya se había pisado, había que pasarlo a la cueva del vecino que tenía trujal. Todo eso a las 6 de la mañana, antes de ir a vendimiar”, relata Tornes. Una labor, recuerda Aliende, “para los de casa”, donde “se comía y se vendimiaba en familia”.

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