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Un dúo perfecto: correr un maratón con los ojos de otro ‘runner’

José Manuel Villalba quería correr la Media Maratón de Logroño. Necesitaba un guía y lo ha conseguido (aunque tampoco ha faltado su imprescindible perro, ‘Urbano’). Valentín Lázaro ha ejercido esa función y ambos han completado el recorrido en una hora y 58 minutos. Un gran registro teniendo en cuanta las circunstancias de ambos atletas.

“Nos conocimos el año pasado, hice la Behobia (popular prueba guipuzcoana) y él no tenía guía, contacté por medio de la persona que lleva el grupo de corredores invidentes y me dijeron si quería hacer ese rol”, explica Lázaro, que aceptó y disfrutó la experiencia: “Seguía teniendo contacto con él y después de hacer la Behobia hablamos para venir aquí”. Sus sensaciones han sido muy positivas: “Hemos bajado de dos horas y hemos corrido todo el rato”.

Villalba vive actualmente en Barcelona y conoció a Valentín durante la citada competición vasca: “No conocía la Maratón de Logroño, pero sí a él y le dije para venir a correr en su tierra”. Posteriormente, explica su metodología para correr: “No es tan difícil, vamos unidos con una cuerda y él me va cantando los tiempos, el perfil del suelo (subidas, adoquines)”. En definitiva, él se convierte en sus ojos, estropeados a causa de una retinosis pigmentaria: “Perdí la visión tanto de dentro a fuera como de fuera a dentro”.

Cuestión de coordinación

El circuito ha combinado calles anchas y estrechas y eso ha variado la estrategia: “En los trozos más estrechos cogemos la cuerda más cerca para que haya más capacidad de reacción en caso de obstáculos”. Al ensancharse, ocurre lo contrario: tienen más margen y pueden relajarse y distanciarse algo más. “Lo difícil es entrenar, más que buscar guía. Él parece un veterano, lo ha hecho solo dos veces conmigo pero hemos ido muy bien y no hemos tenido un solo incidente”, explica Juan Manuel.

Durante el trazado han tenido la suerte de estar acompañados por Ingrid y Carlos (BeerRunners): “Nos han hecho de escudo humano. Es mejor ir con gente conocida que desconocida, porque así nos cubren los márgenes”. Un respeto que contrasta con sus malas vivencias pasadas. Villalba empezó porque sufrió discriminación por el hecho de ir con perro guía: “Hice la maratón de Barcelona con ‘Urbano’, me había preparado para ir andando, pero él (su perro) se puso a correr e hicimos 20 kilómetros así, el resto andando. Acabamos en cinco horas y ocho minutos, para nosotros está muy bien”.

A partir de ahí, todo fue a más: Behobia, Media de Sitges, circuito de Montmeló: “En la tele parece que es ancho y plano, pero vas allí y te sorprende: hay muchas subidas”. También participó en la durísima Trail Walker Olot-Sant Feliu (100 kilómetros por la provincia de Girona), que pudo recorrer andando en veinticuatro horas. Una auténtica animalada. Él no se pone ningún límite y demuestra que ser ciego no impide correr (siempre con ayuda, eso sí).

Una mala experiencia en el Camino de Santiago riojano

Muy combativo, lucha por los derechos de su colectivo: “Hace tres años pasé por Nájera haciendo el camino de Santiago y no me querían dejar dormir con el perro guía. No me dejaron quedarme en el albergue porque iba con un perro. Posteriormente, defiende sus derechos hasta el punto de acudir a la justicia: “Yo tengo derecho a ir con él porque es mi instrumento de autonomía y tengo un juicio pendiente en Logroño por este asunto”.

Además, ha impulsado una asociación (‘No sin mi perro guía’) para evitar episodios similares: “Estamos reinvidicando y yendo al Parlamento para que se apliquen las leyes que ya hay y si no son suficientes, que se pongan más para que se respeten. Aún siguen quedando personas bastante intolerantes y queremos que no salga gratis”

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