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Olaizola hace magia en la jaula del Adarraga para colarse en la final

Olaizola II y Rezusta han vencido a Ezkurdia y Aretxabaleta para convertirse en finalistas de la Feria de San Mateo (22-10). El duelo ha comenzado muy igualado, pero hasta que el delantero de Goizueta ha querido. Tras un cambio de pelota, ha pasado un auténtico tornado en el Adarraga, así que poca respuesta han podido tener sus rivales. Los ganadores se medirán en la final al vencedor del partido entre Bengoetxea VI – Martija y Altuna III e Imaz.

Desde el principio, ambas duplas han dejado claro que iban a disputar una batalla de resistencia. La victoria valía el pase a la gran final y cada punto valía oro. Igualdad total en los primeros parciales (4-4) y batalla constante entre los delanteros Olaizola y Ezkurdia. Ambos navarros se batían en duelos épicos. Dejada que parecía definitiva, bola salvada, contraataque y otro milagro… Y claro, la grada enfervorizada. No podía ser de otra forma.

Olaizola trataba de imponer su calidad, mientras que a sacrificio y fe nadie ganaba a Eskurdia (6-6). Por detrás, Rezusta y Aretxabaleta cumplían, pero lo bueno estaba por delante del ‘4’. El de Goizueta ha puesto nervioso a su rival, consiguiendo una primera ventaja clara. Lanzamiento largo y potente que el Aretxabaleta apenas ha podido palmear para colocar la máxima en el primer descanso (12-7).

Los colorados han encontrado la forma de desgastar a sus oponentes y comenzar a decantar el encuentro. Del 7-7 se ha pasado al 14-7, un 7-0 con mucha pelea en el frontón. Olaizola se ha puesto en plan gigante: era prácticamente imposible hacerle un solo tanto. A un nivel superlativo, ni las dejadas, ni los ganchos, ni golpes cruzados, ni nada. Llegaba absolutamente a todo. Ezkurdia lo ha intentado de verdad, pero siempre había respuesta.

11-0, el parcial lo decía absolutamente todo. Ezkurdia no ha podido contener sus instintos y ha dado un soberano portazo al salir hacia vestuarios en el segundo intervalo (18-7). Y el navarro, duro como una auténtica piedra, se ha empeñado en que sus contrincantes no lograran un punto. Sin embargo, es un ser humano y también falla (20-8). “Sí se puede, sí se puede”, gritaba el Adarraga. Un deseo casi irónico, nada equiparable con la realidad. Doce tantos de diferencia al final del duelo.

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