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Volver a enamorarse, una y otra vez

¿En qué consiste el enamoramiento? Se trata de precisar qué señales indican que uno anda enamorado hasta las cartolas. Esa pasión que te lleva a suspirar por las esquinas. Ese amor que te genera unos cambios de humor incomprensibles. Esa zozobra cuando se produce el silencio, y ese sonrojo cuando brotan de nuevo las palabras que te hacen sentir un ser único y especial en el mundo. ¿Echar de menos es amar? ¿Pensar en el futuro es amar? Y sobre todo, tenerse que enamorar de nuevo cada verano… ¿Esto puede llamarse amor verdadero?

El fútbol te obliga a ello. El equipo de tu ciudad te obliga a ello. Solo el fútbol permite un nuevo amor tras cada verano sin que nadie sufra en exceso. No hay cuernos ni ataques de celos. Y la única herida sangrante, verano tras verano, es la que produce al echar de menos a los que fueron y ya no están (Carles Salvador, Marcos André…) o a los que no pueden jugar y deben ser sustituidos (Miguel, Bobadilla, Arnedo, César Remón…). Hay que enamorarse de nuevo y para eso han venido Miño, Iago, Gorka, Zabaco, Errasti, Álamo, David (Roni)…

Iñaki, Rayco, Miguel Santos (capitán), Roni y Andy, en la presentación de las nuevas camisetas para esta temporada. / UD Logroñés

Tras la primera jornada, si se gana, hasta una temporada anterior de récord quedará muy lejana. El amor al fútbol es la entrega incondicional a lo que puede ser. Ahí reside la mejor campaña de socios.

No hay aficionado que no afronte el momento de renovar su carnet y no esté pensando “quizás ésta sea la buena”. La temporada del décimo aniversario. “Quizás esta vez volvamos a Murrieta”. A saber, pero el enamoramiento siempre actúa igual. El deseo se extiende por toda la piel y solo los buenos o malos resultados irán regulando la calentura hasta el pitido final del último encuentro, cuando vuelva a iniciarse el proceso de cara a la siguiente temporada.

Así sienten los que apoyan al equipo de su ciudad. No lo hacen por el espectáculo tan maravilloso que observan en Las Gaunas cada quince días. No viajan a través del infrafútbol por la dimensión de sus rivales y la belleza de sus ciudades. Van a Las Gaunas o viajan lejos de Logroño porque se lo pide el cuerpo. Porque están enamorados. Y darle la espalda al amor no parece una buena decisión vital.

La exigencia requiere una evolución

Ahora bien, el amor no es ciego ni tonto. El amor es sincero y a veces duele. El amor a un equipo por el pensamiento mágico de un futuro mejor bañados en Murrieta, tras la mejor temporada en la historia de este club, tras diez años sin ascenso obliga a tener resultados cuanto antes.

El nivel de exigencia ha aumentado pese a un verano atípico en la entidad de Las Gaunas. Saber que se puede competir con 1.800.000 euros de presupuesto, que se puede lograr con un técnico de la casa, que se puede conseguir el ascenso… todo esto aumenta el grado de exigencia. Así que Carlos Lasheras, director deportivo de la Unión Deportiva Logroñés, ha buscado una evolución en la forma de proceder.

Quiere evitar decepciones deportivas dotando de jugadores experimentados y de categoría superior a Sergio Rodríguez. Miguel, lesionado, ha sido sustituido por Miño, portero en el Barça, el Oviedo o el Mallorca. El Getafe paga 90.000 euros por el joven lateral derecho Juan Iglesias, y Lasheras contrata al joven lateral derecho del Girona Iago. Cae lesionado Bobadilla, y Lasheras firma a Zabaco, que el curso pasado logró el ascenso a Segunda con la Ponferradina siendo un central zurdo esencial en el conjunto de Jon Pérez Bolo. Carles Salvador vuelve a su Castellón de nacimiento y se retira César Remón, y se trae del extranjero a Errasti, que pasó de Segunda B a Primera con el Eibar, y se pelea fuerte por la renovación de Olaetxea, que puede considerarse un fichaje más. Se incorpora a Álamo, con siete temporadas en Segunda, para ver si un extremo abierto por fin funciona en Logroño tras la salida de Titi. Y se firma a Dani (Roni), en progresión, para ayudar a Vitoria en punta de lanza a la espera de que Ousama Siddiki acabe de explotar todas esas virtudes que parece atesorar, como ya ocurriera con Marcos André, a priori insustituible por su talento. Y todo sin un aumento presupuestario necesario para parecerse más al Mirandés o al Racing o al Hércules o a la Ponfe…, o para poder competir en el mercado con la Cultural y el Burgos, nuevos rivales por el sueño del ascenso.

De ahí que sea un incógnita el resultado que puede dar esta estrategia planteada desde la dirección deportiva. La labor no es sencilla. Hay que peinar el mercado, buscar jugadores sin muchos minutos en una categoría superior, que no estén de vuelta, que sigan enamorados de este fútbol, que tengan ganas de seguir compitiendo para dar un paso atrás, regresar a Segunda B, para volver a sentirse futbolistas y llevar a una región de nuevo al fútbol profesional. Puede funcionar… o no. Los liderazgos serán fundamentales para hacer comprender a toda la plantilla que Logroño y La Rioja manifestario no hace muchas fechas en República Argentina y en Las Gaunas que quieren fútbol del bueno varias décadas después. Que quieren enamorarse de nuevo hasta las cartolas.

Sergio Rodríguez toma notas durante esta pretemporada. / UD Logroñés

En todo este proceso será esencial la mano de Sergio Rodríguez, renovado solo por una temporada, y que sin duda ha ganado mucha experiencia como entrenador en estos dos últimos años. A su lado estará su segundo, Javier Pineda, e Ibon Labaien, un analista del juego que trata de dar soluciones constantes al técnico, un puesto creado la temporada pasada y que sin duda se mantendrá por mucho tiempo. Y en este arduo trabajo de profesionalización de los diversos departamentos técnicos de la plantilla, el club ha logrado la contratación de un nuevo entrenador de porteros, Isusko Etxebarria, que llega procedente del Leioa, y de la fisioterapeuta Andrea Alesanco, en sustitución de José Martín Leza.

Toca volver a enamorarse, como en cada nueva temporada. Ahora bien, tras el mal inicio del curso pasado, todos desean que sea a primera vista, un flechazo desde el primer día.

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