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El Calahorra salva con nota su primer test del verano ante el Huesca

Si al Calahorra de la temporada 2019-2020 hubiera que valorarlo por sus intenciones, estas mostrarían a un equipo que pone la cohesión en el centro de su filosofía. Un conjunto solidario, en el que la suma de las partes conforman un todo con el sello de la Segunda B del norte. Los rojillos resisten con honores ante Huesca superior con toda lógica y superan con nota su primer ensayo veraniego, en el que la entrega y el oficio esconden el aburrimiento implícito a todo 0 a 0.

Como mandan las leyes no escritas en el fútbol, encuentros como el que este sábado se ha disputado en La Planilla sirven para quitarse el mono de fútbol y poco más. Para disfrutar en pantaloneta del olor a césped maridado con el sabor de un paquete de pipas. Nada se le puede exigir a equipos que cuentan con los dedos de las manos las horas que llevan de carga en sus piernas.

Y cuando, además, coinciden dos conjuntos de diferente categoría, el guion se presenta aún más condicionado. Y el Calahorra se ciñó a él con honores, aguantándole el tipo a un Huesca superior en el trato con el balón y en las amenazas de desborde. Aunque la presencia rojilla en las inmediaciones del arnedano Álvaro Fernández fue anecdótica, los de Miguel Sola camuflaron la presumible inferioridad y dejaron a su rival en dos ocasiones claras pero inocuas.

Joan Rojas, que dejó destellos de gran defensor en ciernes, sacó sobre la línea un cabezazo de Joaquín Muñoz a los 25 minutos de disputa, cuando Zabal estaba ya vencido tras dudar en la salida a por el balón. Se desquitó el portero alfareño en la siguiente acción, estirando sus brazos hacia la escuadra para atajar un disparo cargado de malas intenciones del mismo atacante visitante.

Diez minutos más tarde, Ballarín estrellaba en la cepa del poste un duro disparo desde la frontal para zanjar virtualmente un primer tiempo a medio gas por parte de ambas escuadras. Un primer acto para comprobar que Kamal no se esconde a la hora de pedir balón y que Emilio no ha dejado de crecer como futbolista ni en las vacaciones de verano.

Volvamos al guion de un primer amistoso de pretemporada. Tras el paso por vestuarios, equipos nuevos por ambos bandos. La pesadilla de cualquier ‘speaker’. En estas situaciones siempre suele romperse el equilibrio y el Calahorra lo acusó, pese a dar entrada a pesos pesados como Cristian, Parla o Yasín. Tal vez fuera que los suplentes ayer del Huesca quieren aabandonar ese solo cuanto antes y añadieron algo más de picante a la receta.

Llegó más fluido al área local el equipo de Míchel, que le quitó la pelota a los rojillos como esos niños mayores que abusan de los benjamines en el patio del recreo. La amenaza más seria vino de las botas de Kike Hermoso, que envió un zapatazo a la cruceta a los siete minutos de reanudación. El Calahorra se acogía a un despiste y que fuera lo que Dios quiera. Y ese despiste llegó en el ecuador del segundo tiempo. Chaco aprovechó un balón en profundidad para ganarle el sprint desde el centro del campo a Pulido, pero estuvo más rápido Varela para neutralizar el peligro jugándose el rostro. No quedó atrás la estirada de Gorka Alegría para mantener en el añadido una igualada que buscaba romper con un ajustado disparo Álex Gallar.

De las conclusiones que se pueden extraer en el primer día de clase, lo más reseñable es que el Calahorra pinta a esos equipos rocosos que no negocian el esfuerzo. Y no es poca cosa. El bloque rojillo no se desarmó ante un Huesca correcto en su trato del balón y que pasó apuros para romper el bloque con balones al espacio. Buenas sensaciones de cara a un curso en el que los de Sola quieren mejorar su papel del pasado año para asentarse por mucho tiempo en la categoría de bronce.

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