La Rioja

El viaje de Francisco Ramos: 580 kilómetros de pastoreo y trashumancia

Brieva de Cameros acoge este sábado la Fiesta de la Trashumancia, un evento que se repite desde 1999. El municipio recibirá a un rebaño procedente de Extremadura, compuesto por 500 ovejas merinas y comandado por cuatro pastores. La comitiva va a recorrer los 580 kilómetros que separan Cañaveral (Cáceres) de Brieva, y la entrada a La Rioja se producirá por el Alto de Montenegro, a través de la Cañada Real Riojana. La salida se produjo el pasado 25 de mayo.

Francisco Ramos es uno de los pastores. Catalán de nacimiento, reside en Extremadura desde hace casi una década: “Hago esta labor desde hace varios años, creo que es algo que beneficia a los pueblos. Es verdad que llevamos décadas de decadencia; veo en el día a día que los pueblos están incomunicados y te puedes encontrar sin cobertura”.

La llegada será este fin de semana, lo que implica casi un mes de recorrido. Cuando atiende a NueveCuatroUno, Francisco y el resto de la comitiva descansa en las inmediaciones del puerto de Santa Inés. El plan de los ganaderos es quedarse en tierras riojanas hasta que el tiempo se lo permita, al estilo de las aves migratorias. Cuando llegue el invierno, el clima norteño es demasiado severo y deben partir hacia el sur para así poder sobrevivir. El plan es que se reproduzcan en tierras riojanas, para así ampliar el rebaño.

El recorrido y sus peligros

En cuanto al viaje, la salida se dio desde Cáceres y ya hubo inconvenientes desde el primer momento debido a los controles sanitarios: “Tuvimos que atrasar una semana lo de la fiesta porque ya no llegábamos”. Por ello, se tuvo que recurrir al transporte mediante camión, durante algo más que 200 kilómetros. “Tenemos que planificar mejor el año que viene, que esperamos hacer 40 días. Hemos venido con poco ganado y, por suerte, no hemos tenido ninguna baja”, explica. En cuanto a su alimentación, se basa en pienso; cuya calidad puede variar más o menos según la zona transitada.

La travesía no ha sido nada fácil, puesto que ha habido lugares de difícil tránsito: “Lo más complicado son las carreteras porque el ganado sufre mucho al pisarlas. Se les hace como si fuera una llaga, empiezan a cojear y esto les obliga a descansar”. En ocasiones, los días se pueden tornar difíciles puesto que el frío, la lluvia, el viento y demás afecciones meteorológicas varían constantemente. “La gente del campo estamos acostumbrados a este tipo de cosas”, resume.

Otro peligro son los ataques de los lobos, aspecto en el que Francisco se muestra rotundo: “En Ávila y Segovia nos encontramos muchos ganaderos que se quejaron. A uno le habían matado cincuenta ovejas. En este tema hay defensores y detractores: hay gente que quiere que esté el lobo y otros no estamos de acuerdo”. Según su punto de vista, la presencia de tan feroz animal requiere un gasto adicional en mastines, con las dificultades añadidas que conlleva: “Antes los lobos afectaban a los rebaños de ovejas, pero ahora hemos notado que afectan ya al ganado vacuno o ecuestre”.

Cruda realidad del sector en España 

El pastor es consciente de que su trabajo es un poco especial: “Te tiene que gustar, es algo pasional y sufres. Luchamos contra la administración, hay diecisiete autonomías que son como otros tantos países, y dentro de cada comunidad y cada provincia hay muchas diferencias”. Lo que reclama es simple: facilidad de movimiento por todos los territorios (de forma similar al funcionamiento de la UE) y unidad en los territorios. “Algunas comunidades lo llevan fatal y ponen impuestos que yo llamo ‘revolucionarios’. Esto hace que mucha gente joven se tire para atrás”, lamenta.

“Quiero que me acompañe más gente. En este país nunca hemos valorado el trabajo del agricultor y el ganadero, pero todo lo que tenemos en la mesa viene de ahí”, justifica. Por otro lado, afirma que lo fácil es cogerse un oficio ‘normal’: trabajas de lunes a viernes con horarios y el fin de semana, fiesta. Los avances tecnológicos no juegan demasiado a favor de esta tradición: “La mecanización perjudica mucho, creo que en este país tenemos unas costumbres muy buenas y hay que respetarlas”.

Eso sí, el presente de esta profesión no siempre ofrece sensaciones agradables. “En Ávila y Soria hay pueblos de 10 o 13 personas, las casas están vacías, sale gente de 90 años y da un poco de pena. Soluciones seguro que las habrá, los políticos cada dos por tres salen a hacerse las fotos, pero luego se olvidan”, afirma. “Sé que hay mucha gente joven a la que le gustaría vivir de esto, y es bueno poder valorar y ayudar en lo necesario. No es lo mismo que paguen los mismos impuestos en un pueblo de 10 habitantes que en una ciudad de 100.000. Se requieren medidas urgentes”, concluye.

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