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Entre la decepción y la esperanza

La UD Logroñés pierde en Alicante y se aferra a la remontada por el gol de Olaetxea

El intrincado camino hacia la Segunda división del fútbol español sitúa a la Unión Deportiva Logroñés en la frontera de lo desconocido. Ni idea de lo que toca ahora. Es decir, el José Rico Pérez es la constatación de que este equipo puede ganar al Hércules, tanto como hundirse por las dudas en la portería y por el apretón físico de 18.000 personas que hicieron temblar las gradas de un estadio de Primera que busca su espacio entre la élite.

Con el 0-1 de Lander Olaetxea el asunto pintaba a dejar de nuevo la portería a cero, como sucedió en el Nuevo Vivero de Badajoz o en esas 26 jornadas de la temporada regular, para jugarse la vida en Las Gaunas ante los suyos. Sin embargo, tras el gol del mediocentro vasco llegaron las dudas en portería, Carlos Martínez hizo un gol de cabeza por los dos pasitos hacia adelante de Buigues cuando la pelota iba al segundo palo, y la olla a presión alicantina de la grada hacia el césped propició un apretón de quince minutos para convertir un empate a 1, por las dudas en la portería, en un 3-1 que sitúa a los riojanos a los pies de lo desconocido, ese lugar donde anidan las dudas del “y ahora qué”.

Porque ahora el equipo y la afición desplazada hasta Alicante se mueven entre la decepción y la esperanza. La decepción por haber hecho lo más difícil, adelantarse al Hércules, ponerles el susto en el cuerpo, meterles un miedo que flipas, y ver cómo en quince minutos el sueño de plata se transformaba en pesadilla por las dudas de lo que se viene por delante, que es buscar una remontada de un buen equipo ante otro gran conjunto.

La decepción es un síntoma de agotamiento, la frustración de lo que debió ser y no se ha materializado es en sí mismo un hecho evidente, y solo porque a un equipo que era perfecto en lo defensivo se le ven las costuras en la portería y todo se desvanece. Sujetaba Miguel esos partidos que se ganan por pequeños detalles, y ahora esto no pasa. Porque un portero que no para se convierte en un problema que ni mucho menos es menor.

La decepción por lo evidente exige ahora al equipo un 2-0 en Las Gaunas para meterse en la gran final. Y es en este punto cuando lo desconocido se dirige hacia la esperanza. Porque en esto del fútbol todo es posible, y el factor cancha es un elemento que debe ser tenido en cuenta cuando la vida se juega en solo noventa minutos.

Sergio Rodríguez ha marcado el camino desde la misma sala de prensa. “Os equivocáis si enfocáis este resultado por ahí”, en clara alusión a las preguntas sobre el rendimiento de Buigues bajo palos. Rodríguez ha apuntado que “aunque ahora los jugadores no son conscientes por la derrota, sus posibilidades siguen siendo muy altas”. El técnico de Logroño sí cree en eso del “sí se puede”. Y pide que Las Gaunas sea el elemento diferencial.

Es un gesto importante para comenzar a darle la vuelta a este mal resultado. Un gol fuera de casa vale su peso en oro, y el tanto de Olaetxea abre las puertas a una remontada que mañana se verá como posible, porque en esto del fútbol todo puede pasar. El fútbol es en la mayoría de ocasiones una cuestión de fe, y exige días para la historia tras un mal resultado. Así que a la plantilla, primero, y a la afición casi al mismo tiempo, les toca aferrarse a la existencia de una posibilidad real de que un 2-0 siempre es un resultado alcanzable. Y quizás Las Gaunas esté en disposición de vivir su primera gran tarde para la historia.

Y en esta frontera de lo desconocido, este mal resultado pone a la aficionados ante un oportunidad de seguir construyendo, de al menos poner toda la carne en el asador porque el lunes que viene la temporada podría estar finalizada o podría mantenerse quince días más con uno de esos subidones para se recordarían para siempre.

Así que entre la decepción y la esperanza se sitúan los jugadores y sus aficionados. Entre la decepción de hoy y la esperanza de mañana se encuentran los futbolistas, el club, la afición, Logroño y La Rioja. Fútbol en estado puro.

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