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Pata negra

El jamón en Badajoz es tan blanco como rojo. La grasita esa que le da jugosidad y lo magro que le aporta presencia. El jamón, en Badajoz, está cojonudo. Blanco y rojo por igual. A rayitas. Delicioso. Garantiza felicidad. Como la Unión Deportiva Logroñés, que parece dispuesta a hacer cosas importantes esta temporada.

Como lo demuestra el haber conseguido su primera victoria de la historia en playoff de ascenso a Segunda división. Que no es poca cosa. Porque en esta categoría todo cuesta sangre (de la nariz de Iñaki), sudor (de los aficionados riojanos al sol inmisericorde del Nuevo Vivero) y lágrimas de los que aún se resisten a sumarse a esta ola blanquirroja que sigue superando estadios míticos como Lasesarre, El Sardinero, o el Nuevo Vivero.

Y como el jamón, el bueno, el de bellota, lleva su proceso de maduración, que es lo que hace precisamente este equipo a sus rivales. Los madura desde la experiencia, la veteranía, la comprensión íntegra del juego, la correcta toma de decisiones, la seguridad defensiva, y el acierto de cara a puerta. Pues tuvo tres el conjunto riojano, e hizo una en el minuto 72 tras un saque de banda de Iglesias, una peinada de Andi en el primer palo dentro del área pequeña, y el oportunismo de un Ñoño que parece estar comprendiendo que se puede ser tan importante de titular como se suplente.

Porque es algo que ha interiorizado este equipo a lo largo de este torneo: que los partidos se ganan con catorce futbolistas, que es precisamente lo que no tiene Mehdi Nafti, el técnico del Badajoz. Sergio Rodríguez movió con acierto su banquillo cuando peor pintaba el asunto, quitando a Rayco, quitanto a Ander Vitoria, y metiendo a Lander Olaetxea y al propio Ñoño. Y ha ganado el partido. Mehdi Nafti hizo solo un cambio. Tiene doce jugadores para afrontar unos cuartos de final por el ascenso de categoría. Y eso se nota. Es la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Porque un 0-1 no es un resultado ni mucho menos decisivo. Un tanto fuera de casa vale su peso en oro, tanto como mantener fuera de casa la portería a cero. No es definitivo pero sí muy positivo. En una competición tan igualada, lo demuestra el testarazo al larguero del central pacense Morgado al inicio de la segunda parte pudo haber cambiado la historia de este partido. Pero ahora los pequeños detalles favorecen al equipo más maduro, más hecho, más competitivo, más convencido de que puede hacer cosas realmente importantes.

Y a todo el mundo le gusta el jamón… bueno. Nadie se resiste a probar este manjar. Menos en Logroño, claro. En Logroño hay una mayoría que sigue apostando por no engancharse a un equipo que ilusiona a sus 3.000 fieles como nunca había logrado. No les gusta el jamón bueno. En Badajoz, en cambio, con los mismos habitantes que en Logroño, no se cansan de su manjar de domingo. Van al fútbol. Así de sencillo. Montan su fiesta en los aledaños de su estadio. Y en el Nuevo Vivero se respira ambiente de fútbol, independientemente de la categoría.

Y ante dos equipos idénticos, antes dos equipos ante el mismo espejo, lo ambiental es la gran diferencia. 10.000 en el Nuevo Vivero. 10.000 desde hace más de un mes. Ahora le toca a Logroño demostrar que le gusta el jamón del bueno: el que se servirá el próximo fin de semana en Las Gaunas. El jamón rancio ya cansa.

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