No hace falta salir a buscarlas, ellas te encuentran a ti en cuanto pisas el centro de la ciudad. Pasa con frecuencia durante la primavera logroñesa. Florecen casi como las amapolas, repentinamente ya están en la calle, ya hay lío, hay disfraces, cánticos… Sin embargo, este segundo fin de semana de mayo la sensación ha sido de invasión: Logroño se ha visto ‘infectado’ de despedidas de soltero.
Ha sido poner un pie en La Laurel, tanto a la hora del vermú como de la cena, y empezar el recuento: de uva, de pollitos, de ‘game over’, de ‘princesitos’, de unicornios, de bebés creciditos, de romanos, de cuestiones indeterminadas, de ‘Dragon ball’, del Monopoly…
Pero no solo se ha podido ‘disfrutar’ de la variedad de puestas en escena en esta zona de pinchos: otras partes de la ciudad han sido testigos de la invasión. Un ejemplo, el Casco Antiguo, junto a la iglesia de Palacio, junto a un albergue. Ahí un novio, disfrazado de radar, ejercía su papel parando a los coches. “Serás el único radar de Logroño que funciona”, le decían los viandantes entre risas.
Bretón de Los Herreros, con sus terrazas, ha sido otro de los entornos elegidos: mediodía, tardeo y noche. Aunque ha habido más áreas: Portales, San Juan, Espolón… Cualquier sitio ha sido bueno este fin de semana en Logroño para dar muestras de las celebraciones por el adiós a la soltería.
Aunque no han estado solos los fiesteros: las mejores galas también han salido a pasear. ¿La razón? Las comuniones generalizadas. Así que niños y niñas vestidos inusualmente elegantes y familias con trajes para la ocasión han llenado, igualmente, cada rincón de la ciudad.
Y ahí, como quien no quiere la cosa, múltiples ‘bicleteros’ y ‘deportistas’ con estilos más ‘sport’, a los que su fisionomía y su estética les delataban como participantes, de algún modo, de La Rioja Bike Race.
Un fin de semana en el que Logroño ha estado en la cresta… ¡de la fiesta!
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