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En voz baja

Sergio Rodríguez es casi un susurro. Debemos ajustar los niveles de entrada de audio, porque Sergio Rodríguez usa un tono suave de voz. Habla bajo pero toma decisiones importantes. Garganta de seda, pulso firme, mano izquierda y puño de hierro. Así es Sergio Rodríguez como entrenador, que está a solo un punto de situar a los riojanos en el subcampeonato de liga.

No se casa con nadie, como demostró tras el peor arranque liguero cuando tuvo que prescindir durante bastantes partidos de los jugadores, a priori, más ‘importantes’ para dar paso a jóvenes con más impulso en ese instante. Pero tampoco ajusta cuentas ni a tiempo ni a destiempo: todos suman hasta que alguno decide tirarse definitivamente del barco como ha pasado en alguna ocasión, como los ‘Borjas’ (Gómez y Sánchez), por ejemplo. El resto, como ha demostrado a lo largo de esta temporada, sabe que debe intentar salir en la foto. O estás en la foto, con una sonrisa, o te quedas fuera de ella. Y todo esto a voz baja, que es la mejor forma de hacerse oír.

La Unión Deportiva Logroñés se acerca al subcampeonato. / Edu del Campo.

En un vestuario, claro. Porque en voz baja, demostrado queda, que cuesta más llegar a los aficionados, o al menos a todos ellos. En voz baja se exige un esfuerzo por parte de quien escucha, que debe querer oír, de lo contrario, la comunicación estará rota. Hablar en voz baja impide llegar a todos. Solo alcanza a los que desean escuchar, que es a los que Sergio Rodríguez desea dirigirse. No hay peor sordo que aquel que no desea oír.

Por eso, a otros de voz más alta, de tono más engolado, de discurso más tribunero… a otros, con menos, se les elevó a los altares, que así debe ser cuando los resultados acompañan, como pasó en su momento. Y por eso, ahora, con el subcampeonato a solo un punto de distancia cuando restan tres por jugarse, hay quien insiste en retorcer los argumentos para seguir teniendo al técnico de Logroño entre la espada y la pared, con el abismo en la punta de sus pies, siempre bajo los cascos de los caballos más agitados.

Pero los datos, por mucho que se quieran retorcer, son tozudos e inalterables. Ofrecen una visión clara y meridiana del asunto. Salió Sergio Rodríguez de Merkatondoa, aquel sábado prenavideño, nuevamente tocado, sin levantar la voz. Y este domingo, una vuelta después, tampoco lo ha hecho para situarse al frente de esta segunda posición que está cerca de arrebatarle definitivamente este equipo al Mirandés.

A voz baja ha logrado reconducir una situación límite en dos momentos concretos de la temporada y en voz baja va a continuar cuando los seguidores de la Unión Deportiva tienen el ‘cachondómetro’ en niveles nunca antes vistos. A voz baja, para quien quiera escuchar, también se puede tener razón, también se puede ilusionar, también se pueden conseguir los objetivos. No hace falta gritar para llevar razón, que luego se llega a Sevilla desfondado.

A Sergio Rodríguez le mueven siempre razones futbolísticas, que no quiere decir que siempre sean las adecuadas o acertadas, pero son futbolísticas, que no es poco para ganarse el respeto de un equipo. Le impulsa el elevado sentido que tiene por el fútbol profesional. Se entrena bien, se juega. Se entrena mal… no se juega. Y a seguir. Recuperas el nivel en los entrenamientos, sales en la foto. Ni filias ni fobias. Solo fútbol, con sus momentos, con sus aciertos y sus errores, con la vista puesta siempre en el objetivo final: llevar lo más lejos posible “al equipo de mi ciudad”.

Y con esos intangibles del fútbol, que solo el que ha estado en vestuarios profesionales sabe asumir con naturalidad, se está más cerca que nunca del éxito deportivo. Porque acabar segundo así lo es. Y luego los playoffs se disputan como cada uno pueda, donde surgen elementos que no siempre se pueden controlar: como en Torrent o como en Villarreal. Ahí el fútbol se desborda y habitualmente la gestión de las emociones supera a cualquier otro elemento deportivo más objetivo.

Y no deja de ser curioso que cinco victorias después, Sergio Rodríguez haya alcanzado, virtualmente, el subcampeonato, cotas impensable tras aquellas primeras cinco jornadas ligueras. A voz baja se ha presentado con unos números de equipo ganador, que luego ya veremos hasta dónde logra incrementar. Pero es el mejor equipo de la segunda vuelta en el Grupo 2, y es uno los mejores equipos de toda la Segunda B. Es el mejor equipo de la historia de la Unión Deportiva Logroñés. Y a la espera de saber qué sucederá, Sergio Rodríguez es…

Porque este equipo gana hasta cuando no está del todo convencido de querer hacerlo. Hasta cuando no está dispuesto a arriesgarlo todo para sumar tres puntos más. Que la lesión del capitán aún escuece. Gana hasta cuando parece un poco despistado, como en la primera parte ante el Izarra. Gana porque sabe aprovechar los errores del rival, porque sabe que no se puede fallar en ciertos lugares del campo, porque sabe que tiene arriba calidad, porque tras el peor arranque de la historia ha sabido hacerse un equipo que se levanta de cualquier tipo de golpe.

Le empata el Izarra con merecimiento. A los 30 segundos el partido ya vuelve a estar del lado riojano con otro gol de Ander Vitoria. A voz baja, Vitoria se va recuperando para la causa, y tras marcar dos goles ante el Izarra resurge a tiempo para El Sardinero y para todo aquello que esté por venir durante esta primavera.

Y Vitoria ha chupado banquillo, a buen seguro más del que le hubiera gustado, más del que se hubiera imaginado cuando firmó con 17 goles en su cartera por la Unión Deportiva Logroñés. Y Vitoria ha estado enfadado, porque seguro quería jugar más, quería sentirse más importante… Y a voz baja ha comprendido que el objetivo es común, y así ha jugado buena parte de esta segunda vuelta, para el equipo, y comienza a marcar para su cuenta particular. Llevaba mucho tiempo convencido para la causa, ahora ya le luce su labor a voz baja con goles a pares que acercan un subcampeonato jamás verbalizado esta temporada por nadie: ni tan siquiera a voz baja. Pero así suceden las mejores historias.

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