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Tragos de amargo fútbol

En el interior del Mercedes Clase A negro apenas se habla. La desesperación en el rostro del copiloto impide sacar cualquier conversación irrelevante, impide incluso aliviar la situación con alguna tontería que otra. La procesión va por fuera en el semblante del copiloto. Quien conduce tampoco está para mucho lucimiento. El conductor está imposibilitado para quitarle hierro al asunto. “Es una putada”. “No estamos para ninguna celebración”. Ni una gran segunda parte de fútbol, ni una goleada, ni una mejor clasificación histórica firmada matemáticamente. Nada. La plantilla de la Unión Deportiva Logroñés tenía la cabeza puesta en ese coche negro que viajaba de forma precipitada hacia Logroño.

El coche negro enfilaba de vuelta a casa. Atrás, ambos dejan Gobela; atrás dejan tragos de amargo fútbol. Por el retrovisor central del vehículo negro, Arnedo y Miguel, Miguel y Arnedo, los dos, maldicen su mala suerte, mientras sus compañeros afrontan la recta final de la segunda parte de un partido que finalmente acabaría con 1-3 favorable a los suyos gracias a los dos goles de Iñaki (el primero y el tercero) y otro de Olaetxea (el segundo).

Por el retrovisor central del Mercedes, negro, Álvaro Arnedo rumía entre dientes el nombre de GO-BE-LA, que le impide pasar página, que le lleva castigando desde hace un año, que es el tiempo que ha pasado desde que se rompiera por primera vez la rodilla una tarde de fútbol en primavera. Recayó… y ahora Gobela le ha vuelto a descolocar, le ha vuelto a romper el alma, porque conduce dirección a Logroño, se aleja de la Jaula, de su infierno, para llevar a la clínica a un compañero, a un amigo, a su capitán, que maldice entre dientes no haber rotado como otros han hecho, maldice entre dientes la situación que le está tocando vivir justo cuando se está firmando la mejor clasificación de la historia del equipo de su alma, justo cuando se va a jugar un nuevo playoff de ascenso, justo cuando todo el mundo se va convenciendo de que con esta plantilla todo es posible, incluso… Murrieta.

Maldice en el asiento del copiloto de ese Mercedes negro el haber despejado la pelota en la frontal del área grande ante la presencia de Etxaniz. Rodilla contra rodilla, chasquido, dolor, gritos y sus manos, primero, a la zona afectada y, después, a la cara ya sobre la camilla. Un año atrás Arnedo sintió lo mismo, y un escalofrío le ha recorrido el cuerpo al ver a Miguel sobre el césped.

Era el minuto 40 cuando Miguel tenía que ser trasladado en camilla fuera del césped para acceder a los vestuarios, donde en el descanso observó la presencia de Arnedo y poco más hubo que hablar. “Cuanto antes mejor”. Lo sabe Arendo, que se ha roto dos veces la rodilla. Lo sabe Miguel que firmó por la Unión Deportiva Logroñés después de haber superado una rotura de ligamentos cuando jugaba en aquel Alavés que acabó ascendiendo a Segunda. “No quería perder tiempo en el hospital de Bilbao, y era más oportuno ir a Logroño, a la Clínica, para comenzar a saber qué puede tener Miguel”, explicaban desde dentro del vestuario tras la conclusión del encuentro. “No conviene apuntar mucho en relación a la situación de Miguel. Os pido prudencia, porque nunca se sabe. Lo único que podemos hacer es tener calma y esperar a los resultados que a buen seguro conoceremos el lunes”, indicaba en sala de prensa Sergio Rodríguez, técnico de la Unión Deportiva Logroñés que no quiso ni tan siquiera celebrar otro buen partido de su equipo, la cuarta victoria seguida, otra goleada, otra buena actuación coral de la segunda unidad… “No tenemos ganas de celebrar nada”.

Ha caído herido el capitán, justo en el peor momento: cuando llega lo más duro, lo más determinante, lo más comprometido, lo más intenso… justo cuando puede suceder lo mejor. El jugador con más partidos en la historia del club se retiraba en camilla en un lance del juego que Ramos aprovechó para cerrar con el empate al marcar desde el centro del campo con Miguel sobre la hierba. Caía herido el zamora de la Segunda B, el portero que da puntos, el jugador de espaldas anchas que lo ha aguantado todo en favor del colectivo. Caía herido el capitán, y con él todos sus compañeros, que viajan también en el Mercedes Clase A negro de Arnedo, que odia Gobela con todas sus fuerzas. Por suerte, jamás se volverá a jugar allí, pues el Arenas se muda la temporada que viene.

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