Entrevista

Borja Monreal: “En África nadie se plantea no ayudar a los refugiados”

Borja Monreal: “En África nadie se plantea no ayudar a los refugiados”

Borja Monreal nació en Navarra y se crió en Logroño. A los dieciocho años se trasladó a Madrid para estudiar Periodismo. Posteriormente, vivió en África durante diez años y ha viajado como cooperante intentando entender las relaciones humanas y los secretos que esconde el ‘continente negro’. Una tierra muy rica en recursos naturales y formas de vida, pero con los niveles de pobreza más altos de nuestro planeta. En la actualidad, se ha establecido en Canarias.

Ahora, quiere plasmar su experiencia en ‘Ser pobre’, una obra que recopila las diferentes experiencias a lo largo del ‘continente negro’. Para él, todos los niveles de pobreza son importantes. En esta entrevista abre una puerta a conocer una realidad diferente: la de millones de personas que luchan por sobrevivir a espaldas del mundo desarrollado. Muchas aventuras tras un muro de estereotipos que el autor trata de romper.

– Ha presentado hace poco su nuevo libro ‘Ser pobre’. ¿Qué valores quiere transmitir a los lectores?

– Mi idea es contar historias desconocidas de gente normal sobre mi experiencia en África. He vivido los últimos diez años en África y el año pasado ya volví a España. El libro narra historias sobre todos los países que he visitado: Ghana, Etiopía, Kenia, Malawi, República Democrática del Congo, Uganda o Djibuti. He querido recoger pequeñas partes de la experiencia completa que he podido vivir.

– Conocer esta realidad debe de ser muy duro. Vivimos muy cómodos en el primer mundo y tiene que ser complicado. La diferencia con España será inimaginable…

– Viajar me ha roto los dos estereotipos principales que pueden surgir. El primero: que están todo el día muy mal; y el segundo, que a pesar de sus dificultades son felices. He podido comprobar que ellos son personas como nosotros, con sus ilusiones y problemas. Lo que les diferencia de nosotros es la enorme capacidad que tienen para levantarse de las situaciones más difíciles. Es verdad que a nivel absoluto, la diferencia entre África y España es abismal, pero a nivel relativo, en España vive mucha gente que se siente abandonada por el sistema y pobre. No podemos centrarnos sólo en los niveles más extremos.

– Los europeos tendemos a imaginar África como un lugar desértico o exuberante de vegetación. Una vez sobre el terreno, ¿qué tipos de paisajes ha podido ver?

– Muy diversos, incluso dentro de un mismo estado. Por ejemplo, Angola tiene una parte de selva tropical, un desierto, otra de altiplano y una llanura litoral. África es un lugar enorme y muy diverso. Solamente en el Congo hay casi 4.000 kilómetros de distancia entre una y otra punta del país.

– La concepción colonial de las fronteras hace de estas unas ‘líneas artificiales’ que no representan para nada la composición social de todo el continente.

– Es verdad que no se parecen en nada a lo que tenemos en Europa, porque son totalmente permeables. Me estuve fijando en la frontera entre Kenia y Tanzania. Las personas pasan tranquilamente de un lugar a otro y no existe ningún control. Allí nadie se plantea el no acoger a los refugiados. En el límite entre Uganda y Congo, me di cuenta de que muchos refugiados congoleños eran recibidos al otro lado con los brazos abiertos y con los mismos derechos de ciudadanía que los ugandeses. Allí, la ayuda a las personas que están en problemas es inmediata. La pregunta no es si acoger y no, sino cómo ayudarles. Los gobiernos ni se lo plantean.

– Hablando de gobiernos, ¿cómo valora el nivel de democracia en África?

– Hay muchas zonas muy avanzadas, como Ghana o Senegal. En este último país ha habido un conflicto grave y la situación ha empeorado. En otros lugares (Sudán, Nigeria), sin embargo, las situaciones son muy precarias. Pero, yo soy optimista en este tema y pienso que la situación va a mejor.

– ¿Esa distribución aleatoria está causando conflictos religiosos?

– La población africana es muy heterogénea, y las culturas y lenguajes traspasan fronteras con facilidad. Contra lo que se pueda pensar, no hay tanto problema con las diferentes religiosas. Es verdad que en Nigeria el asunto es grave. Una parte del país es católica y otra musulmana (la rama del Estado Islámico, Boko Haram, está causando auténticas masacres). Sin embargo, en otros lugares me he encontrado situaciones mucho más esperanzadoras. En Sierra Leona y Liberia se está haciendo todo para que cristianismo e islam convivan. Incluso he podido ver cómo sacerdotes e imanes entraban juntos a mezquitas e iglesias y participaban ambos en el ritual. En ese sentido, nos están dando una lección.

– ¿Ha superado África el yugo colonial o realmente sigue habiendo una alta dependencia económica de los países desarrollados?

– Como siempre digo, la herramienta para medir esto no son las inversiones extranjeras, sino la capacidad legislativa y autonomía que tengan los diferentes gobiernos. Tendemos a simplificarlo bastante y en realidad no es del todo así. Por ejemplo, Etiopía tiene una importancia muy grande a nivel continental y relaciones diplomáticas con varios países europeos. En Djibouti (punto estratégico para controlar las rutas comerciales del Cuerno de África y Océano Índico) hay bases militares de Francia, Estados Unidos, Italia, Japón y China y está en construcción una rusa.

– ¿Es Sudáfrica el país más ‘europeo’ del continente? 

– Yo no diría eso. Pienso que es un país con un alto nivel económico, pero que encierra la tasa de desigualdad social más alta de África. Es un lugar muy peculiar. La brecha crece y ya es mayor incluso que en la época del ‘apartheid’ (segregación racista entre blancos y negros que fue abolida en 1992).

– En su viaje, habrá pasado por escenarios realmente duros. ¿Podría quedarse con el que más le ha impactado?

– Creo que la situación más difícil la he vivido entre Kenia y Somalia. Se trata de una zona con muchos conflictos interétnicos, hambre y mucha tensión. Se trata de una zona abandonada. El norte de Kenia está totalmente fuera de control del Gobierno, por otro lado, la zona de Somalia está dominada por Al-Shabab (rama de Al-Qaeda unida en 2012).

– ¿Cuál considera que es el país que más futuro tiene a nivel continental?

– Hay varios con muy buena pinta, como Ghana o Ruanda. Más que los índices de crecimiento económico, lo que yo más valoro es el nivel de bienestar social de cada sociedad. A nivel global, África está sufriendo un ‘boom’ demográfico y se prevé que su población se duplique hacia 2050. Claro, esto plantea un reto enorme. O los gobiernos son capaces de dar posibilidades económicas a la población joven, o todos ellos tendrán que emigrar y buscarse un futuro fuera de su lugar de nacimiento. Otro grave problema de futuro es el cambio climático. Imagina que la mayoría de población sólo tiene la agricultura como medio de subsistencia… No tienen armas para luchar contra él, están completamente indefensos. Además, su incidencia se nota año a año.

– En cuanto a las costumbres sociales, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?

– Una constante que he notado en todos los lugares es la idea de familia. No como pensamos en Europa, sino a escala mucho más grande, con muchas más personas. Todos se apoyan mucho entre ellos e intentan remar en la misma dirección para poder sobrevivir y salir hacia adelante.

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