La Rioja

La Rioja Turismo, a juicio por un accidente en ‘El Barranco Perdido’

Barranco Perdido

Un usuario sufrió graves lesiones en la ‘Supertirolina’ del Barranco Perdido y denuncia la gestión negligente del parque de aventuras

La empresa pública La Rioja Turismo, a través de la cual el Gobierno riojano desarrolla su estrategia de promoción turística, está citada a declarar este martes en calidad de investigada por un accidente ocurrido en el parque de paleoaventura ‘El Barranco Perdido’ de Enciso en el verano de 2015.

Junto al organismo público, también deberán declarar en el Juzgado de Instrucción número 2 de Calahorra y como investigados Rioja Aventura, compañía responsable de la subcontratación de personal; y la Compañía Maderera del Ocio y Aventura S. L., ejecutora de la atracción en la que resultó herido un usuario hace ahora casi cuatro años, por unos hechos que podrían ser constitutivos de un delito de lesiones por imprudencia.

El incidente se remonta al 4 de julio de 2015, cuando el denunciante acudía en familia a disfrutar del parque temático riojabajeño y decidió probar la atracción ‘Supertirolina’, inaugurada pocas fechas antes. En ella, los usuarios podían descender desde lo más alto del parque hasta la zona inferior, ubicada a unos siete metros del suelo.

Cuando el visitante alcanzó el tramo final del recorrido de la tirolina, “un sistema de frenado no redujo lo suficiente la velocidad del denunciante, quien frenó directamente con sus pies contra la colchoneta y, dada la velocidad, se plegó sobre sí mismo, impactando su rodilla contra la cabeza, desplazándola hacia atrás y causándole gran dolor”, tal y como detalla el escrito de la denuncia, presentada en los juzgados de Calahorra.

Un usuario desciende por la ‘Supertirolina’. | FOTO: El Barranco Perdido

Sin servicio médico

Tras el impacto, el denunciante “quedó aturdido e informó al encargado de la atracción de que se había hecho mucho daño y necesitaba atención médica”. Y aquí es donde la justicia deberá decidir si se produjo una nueva negligencia en este suceso: “(el encargado de la atracción) le indicó que él no podía hacer nada más, que tenía que descender bien por la escalera o por el cable de frenado hasta el suelo; que no tenía otros medios y allí no podía quedarse”.

Tras estas indicaciones, y dado que el usuario accidentado tenía el brazo derecho “inutilizado, entre dormido y dolorido (…), no le quedó otra opción que descender hasta el suelo por el cable de frenado y caer sobre su costado izquierdo para hacerse el menor daño posible”. Una vez llegó a la recepción del parque, “le indicaron que no tenían servicio médico y, que en todo caso, fuese donde el socorrista de la piscina”.

Así actuó y -siempre según la denuncia presentada- el empleado “le informó de que no les autorizaban a tener medicamentos por no disponer de servicio médico”, por lo que le aplicó una pomada antiinflamatoria “en la zona de la espalda y el brazo, repetidas veces, con el fin de atenuar el dolor, y le dijo que sería una tortícolis fuerte; algo muscular”.

En cambio, al no remitir el dolor, al siguiente día se personó en las Urgencias de la Fundación Hospital de Calahorra, donde las pruebas determinaron que el usuario tenía rotas dos vértebras (la C5 y la C6), por lo que los facultativos le derivaron al hospital de Cruces (Vizcaya). En el centro vasco le diagnosticaron nuevos daños sobre la base de un TAC: una rotura de arteria cervical que llevó a los médicos a prescribirle medicación antiagregante “para prevenir infarto cerebral”.

Los permisos de la atracción

La demanda del visitante también se hace eco de “una actitud extraña” por parte de los responsables del parque, ya que “en todo momento reclamaban una carta de reclamación indemnizatoria cerrada, para remitir a la compañía de seguros (…), habiéndosele enviado una carta orientativa al respecto”.

En su demanda, distribuye la responsabilidad del accidente en tres sentidos: a la Compañía Maderera del Ocio y la Aventura (por no colocar una colchoneta bajo la tirolina ni las señales preventivas pertinentes; a Rioja Aventura, porque el monitor de la atracción “no estaba dado de alta cuando se hizo el curso de manejo de la tirolina, que era un requisito fundamental”; y a La Rioja Turismo porque, conociendo estos hechos, no tomó medidas al respecto.

En el escrito presentado ante la autoridad judicial, se señala que “se desconoce si en la fecha la ‘Supertirolina’ tenía todos los permisos vigentes, así como si los monitores de la empresa, que al parecer es subcontratada, tenían los pertinentes cursos de formación tanto para el uso como para la atención a posibles eventos de este tipo”.

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