Deportes

Empate a trompicones

UD Logroñés y Calahorra se reparten los puntos con goles de Ubis y Marcos André

La antropología social se encarga del estudio de la experiencia humana, de su diversidad en el tiempo y en el espacio, y también de fenómenos sociales tan actuales como las desigualdades socioeconómicas, las identidades étnicas, de clase, de género, religiosas y de edad, la inmigración y las políticas sociales, las manifestaciones complejas de la cultura popular y tradicional, así como de las consecuencias de las diversas situaciones para un cambio sociocultural. Es decir, la antropología social, por reducir el asunto y hacerlo comprensible, es un derbi. Y punto.

Un derbi pone sobre la mesa todas aquellas experiencias humanas que han ido acumulando uno y otro a lo largo de toda esta temporada. Un derbi amplifica la diversidad durante noventa minutos; y lo hace en un único espacio por muy pequeña que sea La Rioja: él de Logroño y tú de Calahorra. Un derbi versa sobre las diferencias socieconómicas entres los clubes (tú rico y yo pobre); un derbi incide en las identidades étnicas (chorra y tal), de clase (ascender o no descender), de género (“con un par”), religiosas (vaya si se reza) y de edad (mucha gente joven disfrutando de un partido de fútbol a sus ojos importante).

Aunque sea solo durante noventa minutos. Cada uno se pone ante el espejo de lo propio y cree como único e inmejorable. Lo defiende con su garganta. Que mañana ya tocará mezclarse de nuevo en el curro, y gozar dependiendo del resultado. Con el empate, el discurso se verá en la mirada larga: la que situarán lo de Logroño sobre la clasificación; o en la mirada corta: donde focalizarán los de Calahorra con los cuatro puntos de seis posibles en los dos derbis riojanos del campeonato.

A fin de cuentas, un derbi trata sobre la defensa de una cultura popular y tradicional fijada a un territorio (por pequeñito que sea), y una posible victoria o derrota en un derbi puede traer consecuencias para la activación o no de un cambio sociocultural… futbolístico. Para ello solo hay que recordar el partido de ida en La Planilla: unos hinchados de puro goce y otros excitados de pura frustración. Esta vez el asunto queda en reparto de puntos y tan amigos, como antes de comenzar el choque.

Así que un derbi es la más amplia constatación de la antropología social de un territorio. Y un Logroñés-Calahorra es la fotocopia más precisa y actual del interés existente en este territorio por el fútbol. Y en esto, pese al reparto de puntos entre locales y visitantes, el fútbol riojano tiene motivos para festejar una victoria sin discusión al citarse 5.527 personas en las gradas de Las Gaunas. Vaya esto por delante. 5.521 personas viendo un Logroñés-Calahorra. Suena pornográfico.

Caer y levantarse para volver a caer
En el césped ­-que va después de lo vivido en la grada-, dentro del terreno de juego, el asunto no ha marchado tan fluido como a buen seguro buscaban tanto Miguel Sola como Sergio Rodríguez. Ahí se ha constatado otro hecho natural en un derbi, que se juega a trompicones. Dos pasos y al suelo; dos buenos centros y otro malo; dos buenas jugadas para otra peor; esto no es falta pero lo siguiente sí. Se activa un rato el partido para inmediatamente volverse a parar.

Así, un minuto de añadido en el primer tiempo y cinco más para poner final al segundo tiempo. Y curiosamente a los visitantes se les ha hecho más largo el minuto extra antes del descanso que los cinco más para llegar hasta el final. Entonces, el reparto de puntos ya parecía buena renta para ambos. Lo importante era no perder en medio de una fiesta.

Ha sido en el minuto 46 cuando Marcos André ha acertado tras una jugada en la que Miguel Sola ha explicado lo siguiente en sala de prensa: “El árbitro les ha dicho a mis jugadores que era sacar el córner y pitar el final de la primera parte. Pero el balón ha llegado al centro del campo tras el despegue rojillo del córner local, y la jugada ha seguido y se ha producido el gol”. Pase de Andy Rodríguez en una baldosa y Marcos André ha definido a la perfección. Sola ha añadido que “no me voy a quejar porque hemos tenido el mejor arbitraje de toda la temporada”. Y no le falta razón.

Así ha empatado la Unión Deportiva Logroñés, a la que se le ha hecho corta la segunda mitad, y mucho más largo el primer tiempo, sobre todo los primeros 25 minutos, y más teniendo en cuenta que Ubis ya había festejado para el cinco del derbi. Ubis llega pronto a las fiestas para revolver el río si éste baja tranquilo. Es un agitador profesional, el perejil de todas las salsas, es un derbi en sí mismo. Y los juega que alucinas.

La antropología social ha hecho de las suyas, una vez más. Lo explico. Iñaki lo ha pasado mal en el lateral izquierdo durante la primera parte, sobre todo hasta la media hora, cuando parece haber cogido algo de aire para recuperar la templanza, la serenidad, y centrarse en lo que estaba pasando en el césped y no un poco más arriba. En la segunda parte ha vuelto a ser, ya lejos de los seguidores rojillos, el Iñaki determinante.

Pero no esperaba Iñaki un recibimiento hostil por parte de los suyos, que en este caso en concreto son también los rojillos. Y le ha pasado factura. Bajo la esquina ocupada por los seguidores visitantes, Iñaki se ha deshecho en el arranque. Y un muro infranqueable como el blanquirrojo se ha resquebrajado por la vía rápida. Yasín Iribarren, el mejor de los visitantes, ha encontrado la grieta, y se ha hinchado a hacer daño. Una y una otra, para en media hora reivindicar que aquel costado era el suyo. En una pared con Xabier Auzmendi, Iribarren se la ha puesto a Ubis, que en anticipación sobre Caneda y el primer palo se la ha enviado a Miguel al lado contrario, con la puntera. Ubis es sutil cuando quiere. Y más de 700 minutos después, y siete jornadas más tarde, Ubis ha acabado en cinco minutos con la mejor defensa de Europa.

Ubis es pura pasión. Para marcar se ha peleado con Caneda, con Bobadilla, con Iñaki, con la grada… pero ha hecho su trabajo: ayudar a su equipo para al menos sumar un punto. Así es la antropología social: la que dicta que irremediablemente un ex te va hacer gol. Pasó en La Planilla, y le ha vuelto a pasar a la UD Logroñés esta tarde. Y Ubis ya forma parte del cambio sociocultural en lo futbolístico que se está produciendo en la región.

Es parte de la esta pequeña historia que ha llegado a trompicones, pero que ha llegado irremediablemente. Forma parte de esos 5.527 participantes en este cambio que ayuda a comprender que lo propio importa, que lo nuestro interesa, que lo cercano mola, que esto del infrafútbol, quizás, no sea el mejor espectáculo del mundo pero al menos es el nuestro y se puede tocar y sentir.

Porque la antropología social y el cambio sociocultural que finalmente busca no estudia a los 28 futbolistas que han participado a trompicones en este Logroñés-Calahorra. La antropología social se centra en grupos más amplios, y fotografía la acción vivida durante una tarde cualquier de invierno de esos 5.527 espectadores que vibraron con derbi a la riojana que surgió del infrafútbol y ya está situado en nuestra memoria colectiva de región y de comunidad.

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