La Rioja

Maitines, tabla y vísperas: el prior de Valvanera también le pega al ‘snow’

El prior de Valvanera también le pega al ‘snow’

Algunas frases hechas están para deshacerlas. En esta historia, al habitual ‘mens sana in corpore sano’ (mente sana en un cuerpo sano) habría que darle la vuelta: “corpore sano, mens sana”. Así lo aplica el prior del Monasterio de Valvanera, Agustín María Prado.

“Dentro de nuestros preceptos está el hacer deporte como mínimo una vez a la semana: ayuda al equilibro general y también en lo psicológico”, cuenta a NueveCuatroUno, con su característico acento argentino.

Y, ¿qué le gusta practicar? Aquí llega la singularidad. “Snowboard. Comencé en ello cuando viví en Italia y Lituania. Ahora lo mantengo, aunque mucho menos que en aquella época; tengo poco tiempo disponible”. Lo curioso es dónde lo practica: en el entorno del Monasterio.

“Cuando la nieve está en la parte alta, meto la tabla en una mochila y me subo al monte. A veces, puede ser una hora y media andando hacia arriba. Allí busco zonas de pista o sin árboles y lo practico”, relata.

Pero hay veces, como estos días, que cuando la nieve llega hasta las inmediaciones de Valvanera puede incluso disfrutar en la puerta de casa. “Lo hago el sábado por la tarde, y este fin de semana he disfrutado llegando con la tabla casi hasta el bar y el monasterio”. Y ahí va la pregunta del millón… ¿Con qué indumentaria esquía? El hábito parece poco cómodo…

“Evidentemente que con hábito no; tengo mi equipo de ‘snow’ desde hace tiempo”, reconoce divertido. Pero tal es su cambio estético, respecto a lo habitual, que algunos casi no le reconocen. “Este sábado me ha visto el del bar y no me conocía, me dice que si iba disfrazado”.

La práctica deportiva es también un complemento a su vida invernal porque en estas fechas el Monasterio de Valvanera está bastante solitario. Apenas se acerca nadie. “Este domingo ha habido tres personas en la misa. Es normal. Hay que tener mucho coraje para subir hasta aquí con la nevada caída”, asegura el prior.

Por eso, en su caso, su afición de ‘rider’ de ‘snowboard’ encaja como anillo al dedo al lugar. “Cuando me tiro con la tabla desconecto, me relajo… Al mismo tiempo es un contacto con la naturaleza…”, concluye: “Tampoco se piense nadie que estoy así siempre, el invierno pasado fueron cuatro días, los justos para disfrutar de la tabla nueva”. Amén.

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