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18 de enero de 2009: memorias de un día fatídico en Navarrete

Foto: FB @cdlogrones

Una década da para mucho. Diez años sin una ilusión, sin el CD Logroñés. El equipo riojano de referencia cerraba sus puertas y lo hacía de manera triste. Tras años de agonía, todo se precipitó. Ocurrió el 18 de enero de 2009 en Navarrete. Tras dos incomparecencias seguidas, deudas con los jugadores y una pésima salud económica, el club fue descalificado de Tercera División. El gol de Pita, las permanencias al límite, las promociones ante Hércules y Jerez, la “Operación Chatarra” o el choque copero contra el Madrid fueron momentos irrepetibles que forjaron el alma de toda la ciudad.

El exfutbolista blanquirrojo César Rodríguez tuvo la mala suerte de anunciar que ya no iban a jugar más. Lo ha explicado en Radio Rioja: “Fue un día muy triste. Hasta última hora pensamos que se podía remediar, pero por todos los acontecimientos que ocurrieron previamente, vimos que podría ser el final”. Uno de los últimos guerreros del CDL. “En agosto todo empezó mal y en Navidades nos pagaron a última hora para jugar contra el Berceo. Luego nos encerramos en el vestuario y a Arnedo sólo fuimos diez jugadores”, recuerda.

“Javier Sánchez (último presidente) llegó primero con papeles de dos coches para venderlos. Y luego nos trajo un cuadro que valía 20.000 euros. Al principio accedíamos, pero nos dimos cuenta de que él no decía una verdad a nadie. No queríamos matar a un histórico, pero ya no quedaba otra”, reconoce en los micrófonos de la Ser en La Rioja.

Pero no todo fue tan gris. 47 años después de la fundación del club se abrieron las puertas del cielo. 14 de junio de 1987. Lluviosa tarde en Las Gaunas. El Valencia como rival y la victoria significaba el ascenso a Primera. A los ocho minutos de juego, Noly dispuso de un lanzamiento de falta. El gallego hizo que el balón botara, cogiera velocidad y se introdujese en la meta contraria. Fue definitivo y fraguó también una preciosa historia de hermanamiento con el Valencia. Felipe Royo lo inmortalizó para siempre, con su épica narración: “¡Goool del Logroñés, estamos en Primera División!”. La ciudad entera se echó a la calle. Fue el fútbol quien puso a Logroño en el mapa.

Llegó la élite, y con ella Oleg Salenko, Julen Lopetegui (primer internacional de la historia del club), el “Tato Abadía” o el inolvidable David Vidal. También las pretemporadas en Ezcaray, las peregrinaciones a Valvanera, los actos por los siete valles y el memorable ascenso en Toledo. Y, cómo no, los “días de vinos y rosas”, donde esta ciudad soñó incluso con jugar competición europea. Marcos Eguizábal, inolvidable presidente, fue testigo de todos los éxitos del club. En Las Gaunas cayó el mismísimo Real Madrid. Y precisamente ante el Club Deportivo Hugo Sánchez inmortalizó su famosa chilena, aunque en este caso en el Bernabéu.

El viejo campo se convertía con frecuencia en una caldera. Con el césped en mal estado y partidos al límite. Fútbol de los 90. Ellos sí que eran los auténticos Reyes del Norte. Nadie ganaba fácil, ni siquiera el “Dream Team”. De aquellos años quedan muchos recuerdos, pero sobre todo una frase. “Gooooool en Las Gaunas”, pronto convertida en un himno radiofónico español. Hoy en día sigue teniendo vigencia. Ya nada es igual. No queda ni un sólo signo del vetusto feudo. Donde ahora pasean familias, otrora hubo partidos de Primera División.

Pero todo lo que sube, baja. Y el Logroñés, el auténtico, no iba a ser una excepción. Eguizábal vendió el club, cometiendo seguramente el mayor error de su vida (es fácil decirlo a posteriori). Un grupo de empresarios riojanos se hicieron con el club y cavaron su tumba. La gran deuda no fue controlada y las mentiras, escándalos y promesas incumplidas se sucedieron. El club seguía fuerte a nivel deportivo, pero su situación económica ya era complicada. Como es lógico, los despachos influyeron en el verde. Y claro, la “pelotita” dejó de entrar.

El verano del 2000 fue devastador. Los blanquirrojos pasaron de Segunda a Tercera División. Descenso deportivo y administrativo, un pack letal. Desde ahí, el club fue arrastrando una complicada situación. Pese a ello, sacó fuerzas de flaqueza. Logró volver a Segunda B e incluso tuvo la oportunidad de disputar una promoción, sin éxito. Tras años de durísima agonía y descensos por impagos, el club desapareció de los estadiis en 2009. Nueve temporadas en la máxima categoría enterradas en el baúl de los recuerdos y en un legajo de papeles que acumulan polvo en el Juzgado.

Casi 3.700 días después, la herida sigue abierta y tardará en cerrarse. El camino a la élite lleva veinte años sellado en la capital riojana y quizá sea esa la clave para volver a ilusionar: un ascenso al fútbol profesional. Hasta entonces, toca seguir luchando en el barro y soñando con un futuro mejor. La esperanza es lo último que se pierde.

 

 

 

 

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