Zapatos, material farmacéutico, ropa… Poco a poco, Celestino Alonso y Alicia Garrido hacen acopio en su cochera de toda la solidaridad que han ido recabando en las últimas semanas en Navarrete. Este matrimonio regenta el albergue ‘El Cántaro’, que atiende exclusivamente a los peregrinos que buscan un lugar tranquilo en el que descansar su avance por el Camino de Santiago.
A principios de febrero, cambiarán su humilde albergue por un alojamiento mucho más humilde 4.000 kilómetros al suroeste de La Rioja. A través de la ONG ‘Hospitaleros sin fronteras’, el próximo día 7 pondrán rumbo a M’Bour (Senegal), donde permanecerán dos semanas “para ayudar a las personas que viven allí; especialmente a los niños, que necesitan absolutamente de todo”.
Celestino explica que este será el primer viaje que haga con la ONG junto a su mujer y otras diez personas procedentes de toda España, si bien ellos son los únicos riojanos: “Aprovechando nuestra estancia inauguraremos una pequeña escuela que ha construido ‘Hospitaleros sin fronteras’, junto con un centro médico”.
Planos del centro que ‘Hospitaleros sin fronteras’ construye en M’Bour (Senegal).
Poco a poco, la ONG ha conseguido coordinar la ayuda necesaria para cubrir las necesidades básicas de la población de M’Bour, que en este viaje recibirá un generoso lote procedente de La Rioja: “Llevamos de todo; una empresa de prendas y tintes ha donado calzado nuevo de Arnedo, Ecoembes nos ha dado camisetas y gorras; la farmacia, material médico y de primeros auxilios; un sastre nos ha donado 125 calzoncillos, la clínica dental aporta cepillos y pasta de dientes y el resto de vecinos han arrimado el hombro con ropa y todo lo que han tenido a mano”.
Piedras en el camino
Y todo ello llegará a Senegal de su propia mano en apenas cuatro semanas, “costeado de nuestro propio bolsillo y sorteando las piedras que encontramos en el camino”.
En este último aspecto, ‘Celes’ cita a la compañía aérea que les trasladará hasta la costa atlántica de África: “Iberia no nos ha puesto demasiadas facilidades por delante, ya que nos impone las mismas condiciones de equipaje que a cualquier otro pasajero; nos deja llevar solo 23 kilos en la bodega y el resto hay que pagarlo aparte”.
Ninguno de estos avatares han impedido que este matrimonio de Navarrete siga adelante en su afán por hacer algo más sencilla la vida de quienes viven en una de las zonas más deprimidas del planeta, donde la desnutrición amenaza con carácter inmediato y la ausencia de escolarización lo hace a largo plazo.
De hecho, en el tiempo que resta hasta su partida se muestran ilusionados con la idea de poder recabar aún más material para llevarlo a Senegal y avanzan que hay más colectivos de la región interesados en arrimar el hombro.
