La Rioja

María Teresa Gil de Gárate: del letargo a referencia gastronómica

María Teresa Gil de Gárate despierta de su letargo para convertirse en referencia gastronómica

Recorrer la céntrica calle logroñesa de María Teresa Gil de Gárate produce una mezcla de sensaciones. Dependiendo por dónde se comience el paseo es diametralmente opuesta. En el área de Duques de Nájera y Huesca una curiosa variedad de negocios: instalaciones, centro de bienestar, sala de eventos, etc. En la parte que linda con Gran Vía, una actividad marcada, cada día más, por la oferta gastronómica.

No es nuevo su proceso de cambio, pero sí que es cierto que en los últimos tres años y en especial en el último año y medio todo lo relacionado con la hostelería va ganando enteros. Y es que, aunque siempre ha habido bares, su tipología está variando y sobre todo el nivel de la oferta.

Datar una fecha de inicio de esa transformación no es sencillo y más cuando se refiere a un fenómeno paulatino y no orquestado, pero, en distinta dimensión, varios aspectos podrían marcar ese despertar del letargo: la apertura en octubre de 2015 del restaurante japonés de Félix Jiménez Kiro Sushi; el gastrobar Las Nubes; o el renacer del Sydney, en la parte inicial, muy cerca de Gran Vía…

La historia de Kiro Sushi es archiconocida: estrella Michelín. Y ahora que acaba de pasar la Navidad, bien podría decirse que la estrella les ha guiado al resto. Las Nubes ha atraído también público y  junto a él se abrió hace más de un año otro gastrobar: La Carbonera.

En cuanto al Sydney, su actual propietario Daniel, junto a su familia (Lidia, Fernan y Tania) recuerda que “cuando lo cogimos hace cuatro años apenas había movimiento: un bar regentado por chinos casi enfrente -ya cerrado- y estaba todo muy parado”. Pero las cosas han mejorado y la grata experiencia de este argentino de Córdoba le ha hecho incluso ampliar: en diciembre de 2017 se hacía con el antiguo Taranta y lo convertía en los Fogones de Sydney, en la misma calle, pero en el tramo entre Pérez Galdós y Somosierra. “Ahí damos parrilladas argentinas, menú del día, platos combinados… Además de la barra, tenemos más servicio de comidas”, recalca junto a su hijo Fernan, recién llegado de su tierra natal.

Daniel y Fernan, en el Sydney.

Es precisamente en esta parte de la calle, la intermedia, antaño más ‘deprimida’, donde se aprecia notablemente el despertar. El Perejil, los citados Fogones de Sydney, el Beitia… Y más que van a ser: prepara su apertura un nuevo establecimiento justo en este tramo. Pero para quienes conocen la zona, hablar del Beitia en Gil de Gárate puede ser confuso. Efectivamente, antes estuvo en Somosierra, si bien desde septiembre de este pasado año lo hace en María Teresa Gil de Gárate 35. “El cambio ha sido sustancial, cuatro veces más de espacio, estamos contentos; aunque los días fuertes son viernes, sábados y domingos”, admite su propietario Chechu Beitia.

Chechu Beitia, en el bar homónimo.

Cuando se le plantea un análisis de la transformación de la calle, Beitia lo tiene claro: “Mejor que haya más bares, eso no es una competencia como tal, sino que genera una zona gastronómica y por tanto más atracción de público”. Y recalca: “No sé a quién se le ocurrió lo de Laurel ‘pobre’, suena peyorativo y aquí la oferta es cuidada, más bien podría llamarse ‘la calle con estrella”.

Alberto y Antonio, habituales de la zona, con su grupo de amigos.

Pero, ¿qué opinan de todo esto los lugareños? Los consultados por NueveCuatroUno coinciden: satisfacción con la mutación de la calle. “La apertura de los nuevos bares y restaurantes está dando vida. Era peatonal pero apenas pasaba gente y mucho menos se quedaba; ahora, por ejemplo, en el vermú, da gusto ver el ambiente”, reconoce María Jesús, una vecina.

El grupo de Alberto y Antonio, que se encuentra en pleno ‘chiquiteo’, también muestra su aprobación. “Se nota mucho la evolución, hay más opciones y mejor. Cuanto más locales haya, más enriquecedor será para la zona”. Y añaden un detalle para que un logroñés de pro entienda la situación. “Va camino de convertirse en referencia gastronómica entre los bares y restaurantes que se está abriendo. Podría acabar siendo algo similar a la calle del Peso, en otros tiempos”.

Sea como fuere… El ritmo de aperturas continúa, la última, el pasado diciembre, el restaurante de Juan Carlos Ferrando, y la penúltima, en noviembre, el Neska, un bar de pinchos y tapas, en el que se mezcla la cocina de distintas regiones españolas: navarra, catalana, cordobesa. “De momento estamos muy contentos por cómo está funcionando. Ojalá que esta zona se convierta en lugar de referencia”, admite Antonio, su camarero. La palabra referencia se repite en el discurso de muchos…

Antonio, tras la barra de uno de los últimos en abrir, el Neska.

Todo ello en una calle en la que puede encontrarse casi de todo: incluso un club privado, una escuela de música, la Casa de Aragón, galerías de arte, una de las tiendas de vestidos de novia más exitosas en Logroño, un taller, una autoescuela… Un collage que deja retazos del tipo de vía que fue antes de su peatonalización y que ahora está apostando por ser una referencia gastronómica.

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