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Escudo y puñal

Edu cabecea la pelota frente a la mirada de Carles Salvador | Foto: Real Oviedo

La UD Logroñés gana en Oviedo a un rival directo (0-1) y cierra definitivamente la crisis de resultados

El Requexón es la quintaesencia del Grupo de las Vaques. Nada tiene que envidiar a Somozas u otros sitios exóticos del Grupo I. El Requexón es una instalación deportiva en medio de un prao al que se llega con cierta sensación de agobio, pues no se sabe muy bien si se acude a jugar un partido de fútbol o a ordeñar alguna vaca para disponer de leche fresca durante unos días. Una carreterucha estrecha impide el tránsito en ambos sentidos, lo que no deja de ser un despropósito para locales y visitantes, que deben ser trasladados en minibus para llegar a pie de campo.

Por estar tan aislado y parecer tan remoto, en su interior se respira tranquilidad, más cuando la gente anda con una resaca de campeonato tras ganar el equipo de los mayores al rival eterno para una noche larga y feliz en la Oviedo que reclama también la capitalidad futbolística asturiana. No había urgencia por llegar a ver a tiempo el Oviedo Vetusta, la atención seguía puesta en los medios locales, en paladear café en mano, más que los halagos a su equipo, las feroces críticas hacia los de la costa.

El café fue en El Requexón cremoso, dulce, y oportuno, en una mañana típicamente astur: humedad, llovizna, cielo plomizo, frescor… Y un césped, el del campo principal, para gozar, para tocar con precisión y disfrutar de controles que salen con vida, ligeros… ese ritmo que solo la hierba natural bien cortada y húmeda logra darle a la pelota.

Ahí, sobre este césped, la UD Logroñés puso durante la primera parte todo su talento para demostrar a quien todavía dudaba de que este equipo estaba en disposición de ganar fuera de casa, de hacerlo ante los mejores equipos de la categoría y de seguir escalando posiciones hacia la conquista del playoff muchos meses después. Tocará esperar al menos una semana. El Mirandés marca la frontera del cuarto puesto, un punto por delante que los blanquirrojos.

Real Oviedo B - UD Logroñés | Foto: Real Oviedo

Carles Salvador pelea la pelota en el Real Oviedo B – UD Logroñés | Foto: Real Oviedo

Huele El Requexón a hierba húmeda y fútbol de precisión. Y sabe… a hierro forjado en el monte del peor arranque liguero y fiabilidad futbolística. El Requexón será recordado a final de temporada como aquel partido donde un equipo mostró una gran capacidad de adaptación para sacar ventaja de las debilidades del rival. Primero jugó, controló y agitó; después se replegó, esperó y atizó un navajazo a la contra impropio en un lugar dado a la relación y a la vida contemplativa.

El Requexón nos recordará siempre a una primera parte perfectamente jugada y a un segundo tiempo donde pudo llegar el segundo y, visto que no quiso entrar el remate de Ñoño, El Requexón nos contará siempre que aquel sufrimiento en Torrelavega dejó lecciones importantes: que para estar bello hay que sufrir. Y este equipo está dispuesto a sufrir para lograr su principal objetivo: mantener la portería a cero… una vez más. Basta con advertir cómo ya en el vestuario, con los tres puntos en el zurrón, un grito colectivo rompió la placidez de la mañana ovetense, que hasta las vacas del entorno se volvieron sorprendidas.

Fue un grito de felicidad, intenso, profundo, agresivo. Fue un grito de la plantilla de la Unión Deportiva Logroñés que reflejó la tensión que ha vivido este colectivo, de rabia por el mal arranque y los pitos recibidos en los últimos encuentros en Las Gaunas. Fue un grito que bien podría abrir las puertas a un nueva etapa, de asalto definitivo a los puestos verdes de la clasificación.

Es el grito espartano de un equipo que gana el partido con escudo y daga; apretados en su frontal sufren todos unidos para impedir que un buen equipo empatara en los minutos finales. Es el arte de la guerra a calzón quitado, hasta hallar un punto débil para atacarlo sin contemplaciones ni medias tintas. Hay que morder, apuñalar al rival solo una vez, pero debe ser un navajazo certero, en un órgano vital. Y en eso hay dos tipos con pinta de seminaristas que dan lanzadas como si fueran bárbaros. No hacen rehenes. Son Olaetxea y Carlos Salvador.

Tres lanzadas en los dos últimos partidos y seis puntos para el equipo. Esta vez ha sido Carles Salvador, en un precioso pase a la carrera de Ñoño, que hizo lo que debía, es decir, de primeras y a toda velocidad ponérsela a Marcos André, que tuvo la calma que no demostró aquel pasado 1 de octubre en Les Caleyes. Entonces la mandó inexplicablemente por encima del larguero, este domingo la fijó rasita al poste izquierdo. Lección aprendida. Sigue creciendo.

Real Oviedo B - UD Logroñés | Foto: Real Oviedo

Real Oviedo B – UD Logroñés | Foto: Real Oviedo

Como el equipo, que crece desde atrás hacia adelante, para asistir a la creación de un escudo indestructible. Prietas las filas nadie da un paso atrás en relación a su compañero. Lo han pasado tan mal que como para dejarse ir, como para perder la oportunidad de dar un golpe encima de la mesa, de poner el asunto sobre el mantel y decir al resto: ‘Señores, aquí estamos, hemos llegado a tiempo, nos han herido, hemos sufrido, llorado y sangrado, pero juntos, escudo y daga, hierro y lanzada, Las Gaunas espera doble turno para recuperar cuanto antes al menos el cuarto puesto’.

Ficha técnica

Oviedo Vetusta: Lucas; Jorge Mier, José, Ugarte, Jero (Lucas, min. 59); Lolo, Edu; Jimmy (Rober, min. 59), Borja, Ernesto; y Casi (Steven, min. 4).

UD Logroñés: Miguel; Juan Iglesias, Caneda, Bobadilla, Flaño; Rubén Martínez (Santamaría, min. 85), Salvador, Olaetxea, Ñoño (Andy, min. 69); Rayco (Borja Sánchez, min. 77) y Marcos André.

Gol: 0-1, min. 42: Marcos André.

Árbitro: Román Román (castellano leonés). Amonestó a local Lolo (min. 65) y al visitante Salvador (min. 74).

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