San Mateo

Gigantes y porteadores: pasado, presente y futuro de los pasacalles mateos

Tras cada gigante hay una historia, tras cada porteador casi también. Manolo, Álvaro, Susana, Chema, Joel, Lián, Martín son solo algunos de los porteadores de la comparsa de Gigantes y Cabezudos que pone colorido y ambiente al pasacalles durante varias mañanas mateas, como este miércoles.

El gigante Paco, el peñista, es el único que queda de cartón piedra, el resto fenecieron hace más de una década en un almacén zaragozana cuando esperaban para ser restaurados y una riada se los llevó. Paco no necesitaba arreglos y por eso fue el que se salvó. Hoy los otros nueve gigantes son de fibra de vidrio con una estructura de aluminio más ligera y cómoda de llevar.

Aun así pesan entre 36 y 40 kilos. “Es más maña que fuerza”, asegura Chema Pérez, vicepresidente de la Escuela-Asociación Gigantes y Cabezudos de Logroño. ¿Y no se marean con tanta vuelta? “A veces también nos mareamos, pero es mayormente una cuestión de práctica”, reconoce.

“La particularidad que tienen los gigantes de Logroño es que las figuras representan a gente de Logroño o de La Rioja: diez gigantes, cinco parejas: Espartero y la Duquesa de la Victoria; los ilustres, Marqués de La Ensenada y Sagasta; el alcalde y alcaldesa, que representan a todos los ciudadanos; los riojanos, que representan al gaitero de Albelda Serafín Abeytua y Nieves Sáenz de Aja que recuperó trajes y danzas; y por último están los peñistas, dos peñistas reales, Paco y Rosa”, relata Chema.

Casi 50 años en la comparsa

Manolo Urarte no cumple años, cumple sanmateos en la comparsa de los Gigantes y Cabezudos, 49 este curso. “Antes los cabezudos estaban en los almacenes San Francisco (donde está ahora el tanatorio) y yo los veía salir desde la ventana de mi casa. Una mañana, con 13 años, me dijeron que faltaba gente y me animé a salir”, cuenta ahora, con 62 años.

“Luego ya no me molestaba ni en dar la vuelta para salir a sacarlos: saltaba por la ventana, como era una casa baja, y caía en el montón de arena que había debajo, y, ¡a bailar los gigantes, aunque pesaban 54 kilos!”, relata hoy, con varias hernias cervicales y sin poder bailarlos como antes.

Gigantes y cabezudos en el inicio de Bretón de los Herreros, hace 49 años.

Es parte del pasado de los gigantes logroñeses que, hace cinco décadas también adolecían de falta de porteadores, como algunas veces ahora, por ejemplo, el pasado lunes. “Hay más niños que mayores: de adultos estamos justitos”, admite Chema. Y así se pudo comprobar en la primera salida del lunes cuando faltaron manos… “Nunca habíamos salido tan pocos”, asegura, al tiempo que deja caer que falta apoyo…

Álvaro Sarabia, 20 años, es parte de la cantera que ya portea gigantes y cabezudos. “Llegué hace nueve años y ahora también dirijo una comparsa en Oyón: siempre me ha gustado mucho la música, toco el órgano, y el hecho de que estas figuras bailen al son de la música pues me atrajo”. Pero reconoce el problema: “A la gente joven cuesta engancharla; en Navarra hay más afición, en Logroño cuesta mucho…”.

Joel y Lián, con sus cabezudos de Garnacho y Viura.

Los niños que quieren ser gigantes, la parte positiva

Pero también hay una cara positiva en los gigantes y cabezudos riojanos: Martín, Joel y Lián son tres de ellas. Martín es su primer año que sale porteando la cabeza del payaso, años antes lo había hecho con un cabezudo artesanal. A sus nueve años se lo toma muy en serio, está concentrado y tenso, preparado con la cachiporra para atizar a los niños, aunque a los que lloran les trata con cautela.

Joel y Lián, de diez y seis años, ponen la nota riojana en los pequeños cabezudos con la ‘viura’ y el ‘garnacho’, dos piezas nuevas que ha realizado su madre Susana. “Nos encanta ir dando con la cachiporra y repartiendo caramelos”, admite Joel, que cumple ya tres años saliendo. Ellos ponen la sonrisa y el futuro de una tradición que se afana por seguir viva, con un vacío generacional entre medio, pero con esperanzas.

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