La Rioja

I+D+i en La Grajera para conseguir el mejor Aceite de La Rioja

*ARTÍCULO REALIZADO EN COLABORACIÓN CON ACEITE DE LA RIOJA

La Consejería de Agricultura y el Consejo Regulador del Aceite de La Rioja cuentan en La Grajera con un área de investigación que tiene a su alrededor quince hectáreas de olivos, donde el estudio de las variedades de aceituna sobre el terreno ha permitido mejorar la rentabilidad de los cultivos, la calidad de los aceites y mantener tipos que se encontraban casi en peligro de extinción.

“Aquí no queremos producir en masa sino estudiar el olivo, que no se había hecho aquí pese a que lleva siglos cultivándose en La Rioja”, señalan los técnicos de la Consejería de Agricultura, quienes tienen en este paraje todo lo necesario para producir aceite de oliva virgen extra amparado bajo la DOP. Desde la tierra hasta la botella, gracias a un proyecto que lleva más de una década funcionando para potenciar la experimentación en el oro líquido riojano.

Entre las variedades extranjeras de aceitunas que se estudian se encuentran la ‘koroneiki’ (Grecia) y la ‘frantoio’ (Italia), al tiempo que se estudia el comportamiento de los olivares en La Rioja: el clima, la lluvia, el sol, el ph de la tierra, la altura… todo influye. Y por eso los técnicos de la Consejería de la Agricultura realizan un análisis completo “desde el campo hasta el mercado”.

Las plantaciones más antiguas datan del 2002 y no es que se tire sólo por lo de fuera. Más bien lo contrario. La ’empeltre’, la ‘machona’, la ‘arbequina’, la ‘royuela’ y la ‘redondilla’ (más tipos de olivas) son las protagonistas de la zona. Sobre todo, las dos últimas, las variedades autóctonas de La Rioja que se intentan conservar y potenciar en este centro como estandarte del aceite de la región, explican los responsables Javier Ugarte y Estrella González.

Pero no sólo de variedades conocidas vive este complejo. A veces, se obran pequeños ‘milagros’ cuando suena el teléfono y alguien dice que en determinada localidad ha visto una oliva nueva.

Los técnicos de la Consejería visitan entonces el lugar de los ejemplares característicos, extraen las muestras para que el Banco de Germoplasma de la Universidad de Córdoba analice el ‘ADN’ de la oliva, lo compare con el banco de ‘material genético’ almacenado durante años y contraste si es una variedad ya conocida o si se puede ir eligiendo nombre y apellidos para el ‘nacimiento’. “Es emocionante ‘descubrir’ nuevas variedades en La Rioja que sean exclusivas de aquí y no coincidan con nada”, confiesa Javier.

Entre los hallazgos del centro riojano, se pueden ya citar tres: ‘picudo’, ‘picudillo’ y ‘negral’ (aunque algunas son pequeñas variaciones de las ya existentes). Una vez ‘descubiertos’, los técnicos de la Consejería toman varias estaquillas (brotes) para su multiplicación y conservación en La Grajera, además de elaborar monovarietales para comprobar la calidad de los aceites de esas variedades.

Calidad y calidad. El laboratorio de este complejo realiza completos análisis para conocer hasta el más mínimo detalle de olivas y aceite, tanto químicamente como físicamente. Lo mismo sirve para un organismo público, como la propia Denominación de Origen Protegida del Aceite de La Rioja, que para un cliente privado que quiere conocer las características de sus muestras y sus productos.

Y entre tanto análisis, también hay sitio para afinar el olfato y el gusto. Un panel de cata se ha puesto en marcha hace tres años para hacer diferentes ensayos con el aceite. Formado por técnicos de la DOP, técnicos de la Consejería y productores, las pruebas pretenden hacer estudios de aceites a diferentes temperaturas, recibiendo ultrasonidos, entre molido y batido… todo lo que pueda servir para que la ciencia avance comprobando los comportamientos de las aceitunas y el oro líquido.

Lo que tampoco falta es una pequeña almazara. Discreta. Humilde. Casi tímida entre las extensiones de olivos y viñedos con los que cuenta La Grajera. Cada cosecha alberga alrededor de 30.000 kilos de olivas con unos rendimientos en torno al 15% (lo normal está más cerca del 20%) para que su calidad sea la mayor posible y las características de la aceituna estén lo más potenciadas en los aceites que allí se hacen.

Estos tendrán luego dos caminos: uso institucional y estudio. “Cada variedad tiene algo que la hace especial. Puede ser su resistencia, su olor… por algo ha aguantado tantos años en un pueblo y en unos olivos”, concluye Javier Ugarte, antes de seguir con su tarea: preservar la esencia de las aceitunas y sus árboles en La Rioja, haciendo que cada día sean un poquito mejores y se conozcan más a fondo.

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