Firmas

Un presidente normal

Está orgulloso de haber sido capaz de darle un nuevo tono a la política riojana. Es José Ignacio Ceniceros, el hombre que ha normalizado la presidencia del Gobierno de La Rioja después de veinte años de ‘sanzismo’. El presidente que toma vinos por la calle Laurel cada viernes en compañía de sus amigos, como lo había hecho toda la vida. Porque le gusta. Y porque, reconoce, la gente se lo ha puesto fácil: ni una mala cara, ni una salida de tono.

A José Ignacio Ceniceros no se le altera el tono de voz con facilidad y tampoco ocurre en la hora larga de conversación con NueveCuatroUno. Ni para sacar pecho por los 6.000 riojanos que han salido de las listas del paro en los últimos años, ni para sentenciar que no hay candidato o candidata a la alcaldía de Logroño y que lo que pase en las primarias del PP va a influir en esa decisión.

Ha manejado con esa misma tranquilidad aparente tres años de transición interna que nadie auguraba. Los que arrancaron en la comida de Marqués de Vargas, continuaron con el congreso de Riojafórum y se rematarán en unos meses con las listas electorales encima de la mesa.

Trata con idéntica naturalidad su futuro, como presidente y como candidato popular, por vez primera, en las elecciones autonómicas. Sabe que no lo va a tener fácil, se fía poco de las encuestas, y tiene confianza máxima en la fuerza del partido en La Rioja.

No se corta a la hora de plantarle un zurriagazo a ‘su’ ex-ministro De la Serna por haberse presentado en Logroño con una solución, la del AVE a Miranda, que nadie reclamaba; ni a la de afirmar que de eso de que la opción alavesa esté descartada, nada de nada; ni tampoco para manejar el tren de altas prestaciones como una alternativa más que válida para el futuro de las infraestructuras ferroviarias riojanas.

Deja claro que si el viñedo riojano puede alcanzar el grado de Patrimonio de la Humanidad lo es solo, como dijeron los expertos, mirando hacia Rioja Alta y Alavesa y se echa en falta una buena dosis de autocrítica y de ambición de futuro cuando habla sobre el turismo y culpa al empedrado de las cifras.

Al presidente José Ignacio Ceniceros no le gusta asomarse al balcón del Palacete para ser fotografiado, pero accede ante la insistencia de la reportera a la vez que dice que siempre hay que fiarse de los profesionales. Esa no sería una mala estrategia política.

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