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Marcos Quintela, un padre con el corazón dividido en dos por ‘culpa’ de Erik y Sergi

Foto: Marcos Quintela (centro) junto a su familia

Un gallego más. Así me sentí durante el transcurso del partido entre el CB Clavijo y el Cafés Candelas Breogan este viernes en el Palacio de Deportes de La Rioja. Y esto fue posible gracias a Marcos Quintela, padre de Erik y Sergi, quienes se enfrentaron en la cancha.

Un hombre con el corazón dividido. Tanto, que en las presentaciones de los dos equipos portó las bufandas de cada uno de ellos. Eso sí, antes de ocupar su butaca en el Palacio, confesó que en el fondo esperaba que el Cafés Candelas Breogan lograría la victoria.

Nervios a flor de piel previos al comienzo, que continuaron tras el pitido inicial. “Salen los dos de inicio”, señaló un padre orgulloso de sus vástagos. El encuentro no comenzó nada bien para los riojanos, que se colocaron 2-12 abajo en el marcador. “No es lo mismo que tenga que remontar el Clavijo a que lo haga el Breogan”, advirtió a su familia. Debido a la situación, se mostró preocupado por el equipo de Erik, el mayor de los hermanos, y no dudó en animarlo cada vez que tenía ocasión.

Es cierto que tampoco se olvidó del menor, del que alabó su gran juego defensivo. Marcos era un padre emocionado que vivió el encuentro con ganas de disfrutar y de que no se resolviera tan rápidamente como en la ida, ya que “en el primer cuarto en Lugo, la diferencia era considerable”.

A medida que el reloj avanzaba, Quintela se fue animando más. “¡Vamos, vamos!”, gritó tras un triple de Erik. Animó, aplaudió y se quejó por alguna jugada. El momento divertido de la noche tuvo lugar en el segundo cuarto. Sergi con el balón, defendido por su hermano y encestó una gran canasta. “Esta noche nos vamos a reír de esta jugada. ‘En tu car’a, le va a decir”, contó riéndose.

En el descanso, a pesar de estar ‘infiltrado’ en la grada local, recibió visitas de algunos de los numerosos gallegos que vinieron a Logroño para apoyar a su equipo. Pero los nervios regresaron con fuerza. El Clavijo ofreció síntomas de mejoría y recortó distancias en el luminoso. El momento crítico llegó cuando el electrónico señaló 52-57 y los riojanos fallaron un triple que les hubiera colocado a dos puntos: “Llega a entrar esta y…”, respiró aliviado.

Siguió el encuentro y los puntos de Erik se celebraron por todo lo alto detrás del banquilo riojano: “¡Ese es mi chico!”, decía con orgullo. Mientras tanto, la peña El Mate animó sin cesar a su equipo, ya que vieron opciones de sorprender al líder.

Una vez que dio comienzo el último periodo, Marcos se mostró honesto y señaló que esperaba que el resultado final fuera justo y que ambos, ganase quien ganase, salieran con la moral alta para los siguientes encuentros.

Poco a poco, al CB Clavijo se le acababa el tiempo y no lograba acercarse. Pese a ello, Marcos Quintela no dio muestras de relajación: “Aún quedan cuatro minutos y pueden remontar”. Esta tensión se diluyó con el pitido final y la victoria del Cafés Candelas Breogan por 76-92. En ese momento, toda la familia se unió tras la bandera gallega y aplaudieron a los dos equipos y con más fuerza aun, a los dos hermanos que, una vez más, se enfrentaron en la pista con un balón de por medio.

“Ha dado la sensación de que ha sido un partido bastante igualado, a pesar del resultado”, comentó al finalizar. “Aunque uno de los factores que ha decantado el partido han sido los rebotes y segundas jugadas”, concluyó.

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