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Eduardo Gómez del Casal: “Mi sueño era llegar a la NCAA”

Dar el salto a Estados Unidos es una decisión complicada, aunque el riojano Eduardo Gómez del Casal fue valiente y ya lleva cuatro años disfrutando de una gran experiencia. Este joven logroñés comenzó a dar sus primeros pasos en el mundo del baloncesto en el Club Baloncesto Maristas de la mano del hermano Agustín Olleta y después formó parte de la cantera del CB Clavijo.

En tierras americanas se ha graduado en Barstow Community College con un grado en Ciencias Sociales (Social Sciences) y en su universidad actual, la De Minot State University, en Mayo de 2019 se sacará una carrera en INEF (Physical Education) y un máster en marketing.

¿Qué le hizo dar ese salto a EEUU?

Al acabar primero de bachillerato en el colegio Las Fuentes tenía claro que quería compaginar el estudio y el baloncesto. Entonces empiezo a pensar en dónde podría tener esta oportunidad. El baloncesto tenía que venir conmigo sí o sí. Estuve valorando varias universidades españolas e incluso estuve en contacto con canteras de equipos donde podía seguir jugando mientas estudiaba INEF, pero en ningún caso veía facilidades para cumplir los objetivos que me iba marcando.

En ese tiempo, contacto con amigos míos que juegan también al baloncesto y me comentan la idea de irme a Estados Unidos. Lo hablé con mis padres y me apoyaron en esta aventura. Todo salió bien y ahora vivo un sueño y una realidad que me permite compaginar deporte y la universidad a un nivel muy alto. En Estados Unidos dan muchas facilidades para desarrollar ambas facetas a la vez.

¿Cuál ha sido su trayectoria deportiva allí?

Mis primeros dos años jugué para Barstow Community College en el estado de California (2014-2016), mi tercer año estuve en La Sierra University, en el estado de California (2016-2017), y este cuarto año lo estoy haciendo en Minot State University, en Dakota del Norte.

¿Qué destacaría de cada uno de los equipos en los que ha estado?

De mis dos primeros años en Barstow Community College destacaría lo bien que aprendí y me acomodé a un estilo de juego más rápido que el europeo y a leer el juego mucho mejor. Sin duda Gerry Wright (mi entrenador de Barstow), ha sido uno de los mejores técnicos que he tenido hasta el momento, sabe mucho de baloncesto y te lo transmite.

De mi tercer año en La Sierra University destacaría la oportunidad que me dio mi entrenador Robert Castillo de poder jugar múltiples posiciones y ese rol que tuve de poder sentenciar el partido tirando los últimos tiros. Y de los seis meses que llevo en Minot State University, destacaría la ocasión de seguir aprendiendo con un entrenador muy exigente y que busca la perfección en cada acción para llegar a la victoria.

¿Cómo fue el proceso para ir a EEUU en el primer año?

Todo este proceso lo hice de la mano de AGM Sports, una empresa que te asesora y te guía durante el camino para llegar hasta Estados Unidos. Lo primero que se crea es un perfil conteniendo la información personal y el palmarés como jugador, lo segundo es mandarla a los entrenadores de Estados Unidos y lo tercero es esperar a ver si les has gustado. Luego hay que negociar becas, vivienda, comida, transporte, etc. Además, te tienes que sacar dos exámenes: el TOEFL (evalúa tu nivel de inglés) y el SAT (Selectividad Americana), que son la puerta de entrada al sistema. Sin una buena nota no te admiten ni en las universidades ni en los equipos.

Del primer año a este han pasado muchas cosas. ¿Qué es lo que más destacaría de todo ese tiempo?

Uno de mis mejores momentos es cuando me gradué en Barstow. Durante todo el curso había estado trabajando mucho como Student Trustee (representante de los estudiantes en el Consejo Escolar) y el día de la graduación compartí escenario con todos los directivos de la universidad y altos cargos.

Fue también muy bonito ver a mis padres en ese acto. Ese año hice muchas horas de trabajo entrenando, estudiando, en eventos representando a la universidad, etc, pero el mejor momento fueron esos dos minutos en los que mi padre y mi madre me ven desfilar y subir al escenario mientras puedo ver la cara de orgullo que tenían y que todo ese esfuerzo que había puesto se vio recompensado.

¿Cómo es el nivel de la liga en la que está jugando?

La conferencia en la que estoy (NSIC), está considerada la conferencia de más alto nivel de todas las conferencias NCAA División II. Si comparamos al baloncesto español, es lo más parecido a una Leb Oro.

Actualmente juega en el Minot State University ¿Qué tal es el equipo?

Este año tenemos un equipo muy completo interior y exteriormente. Tenemos la suerte de que esta temporada hay ocho jugadores que son de ultimo año (senior) y su experiencia en esta liga durante cuatro años te ayuda a ver las cosas de diferente manera. Sobretodo ya saben por dónde van los tiros, por lo que todo ayuda a ganar.

Actualmente ya estamos metidos en los playoffs pase lo que pase pero ahora hay que seguir trabajando para corregir detalles, ganar más partidos y así poder tener una serie de playoff más sencilla y poder seguir creciendo como equipo y llegar a lo más alto.

¿Por qué se decidió por él?

Desde que me planteé venir a estudiar y jugar al baloncesto a los Estados Unidos mi sueño era jugar en NCAA, pero por unas circunstancias u otras, todavía no había llegado el momento. Al acabar mi año en La Sierra University, me planteé nuevos retos y salió todo bien, creía que era momento oportuno para dar el salto y confiar en un proyecto totalmente nuevo para mí. Me parecía interesante, me apetecía moverme de estado, conocer sitios nuevos y poder representar a La Rioja en una liga como la NCAA.

¿Cuál ha sido su mejor experiencia dentro de la cancha hasta el momento?

Sin duda, la mayor experiencia que estoy teniendo este año es el poder estar donde siempre he querido llegar: jugar al baloncesto en una liga tan reconocida como la NCAA. Esta temporada está siendo una temporada de récord para la universidad ya que nunca se habían ganado tantos partidos y mucho menos se había llegado tan lejos a estas alturas de temporada aunque ahora hay que seguir manteniendo la línea y no bajar el rendimiento.

Todos estos récords traen a cada partido más y más espectadores por lo que cada vez que jugamos de local, el Arena se convierte en una fiesta. Sin duda una experiencia que merece la pena disfrutarla.

¿Se ha adaptado bien, tanto al juego como a la vida allí?

Todo lleva un proceso. Me costó un poco adaptarme a la vida de aquí, ya que nunca antes había experimentado temperaturas de 37 grados bajo cero y de máxima -14. O por ejemplo el conducir con medio metro de nieve o que cuando eches agua hirviendo fuera de casa, se convierta en nieve. Todo está siendo algo nuevo para mí y muy novedoso a la vez de divertido, sin duda algo que recordaré para siempre. La comunidad es muy amigable y eso ayuda mucho.

Respecto al baloncesto me he adaptado muy bien a todo lo que me pide el entrenador. Eso sí, tengo que seguir trabajando para poder perfeccionar esos detalles que marcan la diferencia. Son muchas horas de entrenamiento al día por lo que se aprende mucho a diario y es esa oportunidad que tienes día a día para mejorar. Como he dicho previamente, todo es un proceso y estoy seguro de que con esfuerzo y perseverancia, me iré adaptando a aquellas cosas que más me cuestan.

¿Cuál ha sido su mejor temporada?

Sin duda, mi mejor temporada ha sido la 2016/2017 en La Sierra University. Empezamos con 12 jugadores pero durante la campaña tuvimos tantas bajas que hubo un momento en el que solo podíamos jugar seis. Esta situación me ayudó a coger mucha más experiencia, madurez como jugador y aprender a jugar en las diferentes posiciones.

La temporada fue muy dura pero a la vez una de las mejores experiencias posibles que he podido tener como jugador. Fui premiado con el décimo octavo mejor reboteador de todo Estados Unidos (NAIA), décimo quinto mejor reboteador en rebotes defensivos, jugador con máximos dobles-dobles en la historia de La Sierra University, jugador de la Semana de la California Pacific Conference, y máximo reboteador de la California Pacific Conference.

¿Cómo es su día a día?

Me despierto a las 5:00 horas de la mañana. Hago entrenamiento individual voluntario a las 6 de la mañana hasta las 8. Desde esa hora hasta las 12 voy a clases y de 12:30 a 13:30 horas tengo entrenamiento de tiro. Después hasta las 16:30 horas tenemos descanso. Luego una hora haciendo ejercicios de pesas y desde las 17:45 horas hasta las 19:30 horas hay entrenamiento de equipo.

Al acabar, llego a casa, estudio y me voy a dormir. Es duro el día pero cuando haces lo que te gusta, todo es más llevadero.

¿Cómo ha sido su evolución, tanto en lo deportivo como en lo personal?

En lo personal, obviamente al estar solo en un país que estas a más de 10.000 kilómetros de distancia de tu casa te hace madurar y aprendes cómo es el mundo real. Esta experiencia me ha ayudado a madurar de una manera muy directa pero buena a la vez. Respecto al baloncesto, he podido aprender a ver las cosas de una manera diferente, a leer el juego, a jugar de una manera más rápida y a ser más versátil y polivalente. Además he cambiado físicamente, he ganado peso, musculatura y rapidez.

Ha sido premiado en varias ocasiones, ¿qué sintió? ¿Cuál fue el que le ha hecho más ilusión?

Lo primero que sientes es mucha emoción, alegría, euforia y motivación para seguir trabajando duro ya que te esfuerzas a diario y pones muchas horas al día para poner remedio a esos detalles que tienes que mejorar para hacer que tu equipo mejore. Honestamente, son sentimientos que no sabría expresarlos a la perfección pero es algo que compensa el sacrificar otras cosas para llegar hasta ahí.

Tuve la gran oportunidad de poder tener entre los espectadores a mis padres en uno de los últimos partidos de temporada en el que necesitaba coger catorce rebotes y solo me quedaban cuatro encuentros más para hacer un doble-doble y poder ser el jugador con más dobles-dobles de la historia de la Universidad de La Sierra.

Durante ese encuentro nos salieron las cosas bastante bien y fue un placer el poder ver a mis padres disfrutar. Sin duda alguna, el estar en el libro de los récords de la Universidad, es mi favorito.

¿Echa de menos La Rioja? ¿Qué es lo que más?

No puedo decir que no echo de menos La Rioja porque al fin y al cabo es donde crecí, mi cultura, mi familia, mis amigos… Esta experiencia me abrió los ojos y me permitió ver que la comunidad riojana es un sitio muy especial donde se vive muy bien.

Sin duda lo que más echo de menos es la comida tradicional, mi familia y mis amigos. La Rioja es lo que me hace no perder la perspectiva de la vida porque es el lugar donde vuelvo siempre y donde siento que está mi casa.

Respecto al futuro, ¿qué planes tiene en mente? ¿Jugar al baloncesto es la prioridad?

Respecto al futuro, ojalá pueda seguir mi vida vinculada al deporte y compaginarla con la proyección profesional para lo que me estoy formando. No obstante, no me marco objetivos a largo plazo porque mis objetivos son entrenar y mejorar cada día, hacer mejor a mi equipo y dar el cien por cien en todas las oportunidades que se me presentan.

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