La Rioja

El tesoro de Puente Ra

La Sierra Cebollera esconde tesoros al alcance de todos. Senderos muy poco exigentes que llevan al visitante por recorridos llenos de color, sonidos y vistas imprevistas. Uno de los muchos paraísos naturales que se pueden disfrutar sin salir de La Rioja.

Con salida y llegada de la Ermita de Lomos de Orios, el Sendero de las Cascadas propone una imprescindible caminata de algo menos de siete kilómetros entre prados, pinares y hayedos.

La Ermita de Lomos de Orios es el lugar donde cada año, desde 1520, los vecinos de Villoslada de Cameros celebran la Caridad Grande, tal y como prometieron los pastores trashumantes a los que la niebla ayudó a escapar de unos bandidos.

“Corría el año 1520, fecha memorable por las palpitaciones de alboroto yacientes en el corazón de España, y el estampiso de la guerra por diversas partes que ocasionó el levantamiento de las comunidades, con grave perjuicio de nuestros compatiotas; volvían presurosos y llenos de júbilo, los pastores de Villoslada, que habían cuidado sus cabañas ganaderas en Eztremadura durante la penosa estación del invierno cuando a su paso por los Arañuelos pretendió entregarse al robo una partida de ruidoso vando. Imploraron aquellos la protección de Nuestra Señora, hicieron además un voto según el cual todo vecino que llegase a poseer sesenta cabezas de ganado, daría cada uno una cordera en obsequio de la Sagrada Imagen, y en sustitución por vonveniencia, un celemín de trigosi quedaban lilgres de tan grave peligro. Hecha la plegaria, se vieron cubiertos de una densa niebla impedimento para poder ser vistos por sus contrarios. Este incigne milagro, fue la causa de la Caridad que llaman de ‘Corderas’, que dura hoy y se celebra el domingo primero de julio con innumerable concurso de los pueblos comarcanos”. (Archivo Histórico Municipal de Villoslada de Cameros. Descrito Por Yanguas Díez Martínez, 1910).

Ermita de Lomos de Orios

 

Antes de llegar a las Cascadas de Puente Ra, un placentero descenso entre pinos es capaz de relajar la mente más estresada. Conviene dejarse llevar. Concentrarse en el sonido de la hojarasca pisada y de lo que probablemente sean petirrojos (o al menos eso dicen las guías). No es fácil despistarse porque las señales naranjas y amarillas marcan con seguridad el camino. Antes de terminar el descenso, encontramos un aperitivo de lo que nos espera unos kilómetros más adelante, unas pequeñas cascadas que pueden hacer dudar al paseante de si ese es su destino final.

 

 

Pero no. Aún queda un paseo. Después de un relajante descanso y de rematar el descenso, un ancho camino entre hayas probablemente mucho más transitado que los anteriores, va a llevarnos, tras un ascenso que parece más de lo que es, al punto intermedio del recorrido, a la vez punto de destino. Allí lo mejor que uno puede hacer es sentarse y mirar. Sentarse y escuchar. Sentarse y vivir.

 

[aesop_gallery id=”28312″ revealfx=”off”]

La vuelta a Lomos de Orios es una dicotomía, a veces contradictoria. Un descenso y un ascenso. Hayas y pinos. El principio del fin. Sin ganas de que acabe pero acabando con ganas. Más allá de la Ermita, en Villoslada, es fácil encontrar la recompensa gastronómica apropiada a un paseo que aunque poco exigente es tremendamente reconfortante. Un paraíso en La Rioja que no debes dejar de conocer. Cuanto antes.

 

 

Subir