Atención, Peatón

Logroño necesita un Pacto ciudadano por la Movilidad y el Espacio Público

Por el colectivo ‘Logroño en Bici’, con motivo de la Semana de Movilidad que se está celebrando del 15 al 21 de mayo en la capital riojana.

El clima del planeta está cambiando debido a la acción humana, es un hecho que ya nadie puede negar, aunque haya muchos interesados en hacerlo. El petróleo que mueve nuestra civilización hace tiempo que pasó su pico máximo de reservas y los conflictos debidos a su imparable declive exigen ya la transición energética hacia nuevas fuentes de energía. Son problemas que la mayoría aún ve lejanos y creemos que no nos afectan, entregados a una suerte de pensamiento mágico que todo lo aplaza en la fe de una providencial aparición salvadora de alguna nueva tecnología.

Pongámoslo de otra manera: la mayoría de la población del planeta ya se concentra para vivir en aglomeraciones urbanas. Uno se los principales factores que contribuye al calentamiento global son los efectos energéticos del transporte. En nuestro entorno, entre el 70 y el 80% del espacio no construido en la ciudad se destina en exclusiva al automóvil privado. En lo restante encajan todo los demás. La calle ya no es un sitio para estar, jugar, conversar con personas amigas o vecinas, ir al cole, pasear, expresarse o comerciar; se convierte cada vez más en un peligroso río de tráfico de vehículos con los que transportar mercancías y personas. Hemos perdido el espacio común.

De lo global a lo local, en lugares como el “planeta Logroño”, está demostrado que en ciudades de tamaño mediano o pequeño usamos mucho más el coche que en las grandes. La tasa de ocupación media del vehículo privado motorizado está por debajo de 1,2 viajeros por vehículo. Saquen la cuenta y compruébenlo ustedes mismos en cualquier rato perdido, prueben a mirar cuántas personas van en cada coche que pasa. ¿Qué supone esto? 1572 accidentes registrados el pasado año, que se traducen en 532 personas heridas, de ellas 4 fallecimientos que quizá se pudieron evitar. Hay ciudades semejantes que saben cómo prevenirlo, y llevan años haciéndolo. Logroño se ha quedado muy atrás en urbanismo y movilidad.

Las insoportables cifras de violencia vial en nuestra ciudad se traducen entre 125 y 150 atropellos graves cada año atendidos por los servicios de emergencias (y eso que ya no computan a los ciclistas para bajar la estadística). Los sustos o accidentes leves tampoco se contabilizan, claro está. Y todo esto contando con que en los últimos años de la “crisis-estafa”, con el descenso de la actividad económica también se han reducido paralelamente los viajes diarios. En el actual escenario del gobierno de la corrupción y acumulación de los de arriba a costa de la desposesión de las clases populares y de la degradación de las condiciones materiales de las generaciones venideras, para cada vez más personas el coche privado ha dejado de ser un bien deseable o simplemente accesible. Pobres o ricos, la bicicleta revive para todos en una explosión de su uso urbano, que vuelve a reclamar su sitio en las calles como en otros países después de décadas desaparecida en nuestra cultura. Se llega antes y mejor. La bicicleta transforma y mejora la ciudad, pero la desatención de sus necesidades específicas por parte de los poderes públicos supusieron el año pasado un incremento de un 40% de los accidentes ciclistas.

Logroño necesita un cambio de paradigma que muchas ciudades han iniciado ya: dejar de poner el coche, con los problemas que acarrea, en el centro preferencial del diseño urbano, la prioridad suprema en la jerarquía de planificación de la ciudad. Dependencia económica y elevados costes, infraestructuras, ruido, contaminación, estrés, prisas, atropellos, ocupación del espacio público…. Hemos mordido el anzuelo del icono más despiadado del capitalismo y su maquinaria de consumo, y más cuanto más pobres y alienados estamos: vinculamos el coche a nuestra libertad. Hemos convertido el coche casi en un derecho, cuando lo que es un derecho es la ciudad. La sostenibilidad pasa por transformar las ciudades para favorecer las formas más limpias y seguras de desplazamiento. Por orden creciente, favorecer el transporte público, la bicicleta… y caminar.

Necesitamos recuperar la Movilidad (las necesidades de desplazamiento de las personas, por el medio que sea) frente al Tráfico (las necesidades de los vehículos que devoran la ciudad). No es prerrogativa de ningún partido político en concreto. El aire es de todos, el ruido es para todos, el espacio público es un bien común. Necesitamos aprender de lo que sucedió con las tan controvertidas primeras peatonalizaciones. Esta vez necesitamos un gran Pacto social y político que nos permita avanzar hacia una ciudad más amable, habitable y segura, recuperando la calle para vivir, para nosotros y si tenemos algo de responsabilidad, de decencia o de sentido de lo común, para intentar dejar un mundo mejor para las personas que vienen detrás.

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