La Rioja

Hallados un cementerio y un palacio altomedieval en Labastida

Foto: UPV

Durante el mes de julio el Grupo de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha llevado a cabo la tercera campaña de excavaciones en el despoblado de Torrentejo, en el lugar conocido como Santa Lucía en Labastida. La excavación ha sido cofinanciada por la Diputación Foral de Álava y ha contado con el apoyo del Ayuntamiento de Labastida. En la excavación ha participado también el grupo de investigación en Prehistoria dirigido por Javier Fernández Eraso, que ha indagado las ocupaciones más antiguas del lugar.

Los trabajos realizados en Torrentejo han confirmado la potencialidad arqueológica del yacimiento que estuvo en uso desde la prehistoria reciente hasta nuestros días. Entre los hallazgos más importantes de esta campaña hay que destacar, por un lado, la relevancia de la ocupación Calcolítica. El hallazgo de cerámica campaniforme decorada y algunos restos óseos permite sugerir la existencia de un espacio funerario del III milenio antes de Cristo.

Así mismo, se han producido nuevos hallazgos relativos a la primera ocupación de la aldea en la Alta Edad Media. Entre ellos destaca la aparición de un cementerio previo a la fundación de las iglesias de Santa María, así como algunas construcciones que han de ser fechadas en la Alta Edad Media. Es la primera vez que se reconocen viviendas de las primeras aldeas medievales en la Rioja Alavesa.

Por otro lado, la excavación ha mostrado la gran entidad que tuvo la implantación del poder feudal y de la monarquía navarra en la aldea. El hallazgo de los restos de la primera iglesia de Santa María fechada en el siglo XI asociada a una serie de estructuras de representación que pueden ser vinculados a un palacio rural son de particular interés. Esta es la primera vez que se detecta en términos arqueológicos estructuras de esta entidad y calidad constructiva.

Se ha podido constatar también que, tras la adquisición de la aldea por parte del monasterio de San Millán de la Cogolla, fue profundamente transformada mediante la construcción de la iglesia románica actual. El lugar fue abandonado en la Baja Edad Media.

Con posterioridad Torrentejo vuelve a reocuparse durante el siglo XVII, construyéndose la iglesia actual y toda una serie de edificaciones de carácter residencial y productivo. Tras un nuevo abandono el municipio de Labastida reconstruye el templo hacia 1780, cambiando entonces la advocación de la ermita a la de Santa Lucía.

Juan Antonio Quirós, profesor de la UPV

“Hay que subrayar que este yacimiento ilustra perfectamente la situación en la que se encuentra el patrimonio arqueológico de la Rioja Alavesa. Las huellas de intervenciones recientes realizadas sin control arqueológico se encuentran por todo el yacimiento. La destrucción casi completa del cementerio altomedieval, la profunda alteración de las terrazas bajomedievales y el arrasamiento de una parte relevante de la ocupación calcolítica o las alteraciones sufridas en el entorno del yacimiento son solamente algunos de los procesos de destrucción que han tenido lugar en Torrentejo en menos de 10 años. El análisis de las fotografías aéreas, la estratigrafía del yacimiento y las fuentes orales nos permiten concluir que una parte significativa de estas destrucciones tuvieron lugar en el año 2005 ocupando terrenos de propiedad pública para ampliar los espacios de viñedo. Otras destrucciones han tenido lugar en el 2014 realizando una red de riego. Otras no se han podido fechar, pero a tenor del tipo de maquinaria utilizada, son igualmente muy recientes. ¿Qué quedará de los yacimientos rurales de la Rioja alavesa dentro de 10 años? No deja de ser paradójico que todo esto ocurra mientras los paisajes culturales del Vino y del Viñedo de la Rioja alavesa son declarados Bien Cultural. La arqueología proporciona instrumentos críticos para construir patrimonio y re-conceptualizar los paisajes culturales de la Rioja alavesa a partir de sólidas bases históricas. Evitar dotar de profundidad histórica a estos paisajes supone descapitalizarlos en términos patrimoniales e imponer una nueva identidad que traiciona precisamente las bases culturales que definen la esencia misma de los paisajes”.

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