El Sereno

El aparcamiento desaprovechado

Hubo un tiempo no muy lejano en el cual bastaba con el impuesto de circulación para poder dejar el coche aparcado a la intemperie sin necesidad de rascarse el bolsillo. No había zonas azules, ni tan siquiera verdes. El primero que llegaba se quedaba con el sitio. Y aquí paz, y después gloria.

Parece ser que fue Barcelona la primera en cobrar un alquiler por un puñado de metros cuadrados donde dejar el coche, allá por 1964, pero la idea de negocio pronto se extendió por todo el territorio nacional, y acabamos por acostumbrarnos a que el hecho de aparcar muy pocas veces nos saldría gratis.

El gran problema es que cada vez hay más coches y cada vez menos aparcamientos en las ciudades. Logroño no es una excepción. Dejar el coche en según qué zonas pasa a convertirse en un acto de fe, en tiempo y gasolina perdidos, inversamente proporcionales a la mala leche que acumulamos. Por ello no se entiende que, habiendo solares como el que dejó el aparcamiento de la vieja estación de tren, no se retiren las vallas y se deje aparcar libremente en esa zona, hasta que empiecen las obras de la nueva, flamante y cara estación de autobuses.

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