Especial Enoturismo

La Vieja Bodega, la alegría por el buen comer

Félix Sarceda y Ángel Pérez, en La Vieja Bodega de Casalarreina. | FOTO: Fernando Díaz.

La Vieja Bodega trasciende a los prescriptores. Ya estaba haciendo buena cocina antes de que las guías marcaran tendencias. Son treinta años de sabores puros, de buen producto, de brasas, carnes, pescados, verduras… respeto por la gastronomía tradicional riojana que provoca el peregrinaje habitual de muchos locales y visitantes.

Fue en el año 1995 cuando Félix Sarceda, el chef, llegó por primera vez a Casalarreina. “Y aquí estamos”. Nacido en Basauri, comenzó a cocinar profesionalmente a los 19 años, con 23 llegó a La Rioja, y desde entonces no se ha alejado durante mucho tiempo de La Vieja Bodega. “He visto crecer este restaurante. Lo que antes era un descampado ahora es el jardín con la terraza y con todo lo que se ve”, señala con orgullo.

La Vieja Bodega ha alcanzado sus primeros treinta años de trayectoria, con Félix Sarceda como máximo responsable de cocina, un cocinero que apuesta por la sencillez, sin duda mucho más complicado que cualquier exceso culinario, esencial para llevar treinta años cumpliendo las expectativas. Ubicado en Casalarreina, esta casa del siglo XVII es un punto de encuentro para quienes visitan La Rioja Alta. “Hay que celebrar que aquí seguimos. Todos estamos de paso, y las cosas buenas de la vida hay que celebrarlas”, explica Ángel Pérez, responsable de uno de los templos de la cocina riojana.

FOTO: Fernando Díaz.

Su estrategia de éxito ha sido sencilla: buena cocina con los mejores amigos. En el sentido más estricto de esta fantástica palabra, la amistad. Y así, la Vieja Bodega se ha convertido en un espacio gastronómico esencial para comprender la gastronomía riojana. Amigos que son trabajadores, amigos que son proveedores, amigos que son clientes… amigos por todos lados. Desde el primer cliente en esta historia del buen vivir que acoge este edificio singular de La Rioja Alta, hasta los que se van sumando a la forma de entender la vida de Ángel Pérez: sonrisas, sonrisas, largas conversaciones, más sonrisas y de paso, por supuesto, platos extraordinarios que los acompaña con una de las mejores bodegas de toda La Rioja.

Dentro de este restaurante, la sonrisa es la mejor carta de bienvenida. A partir de ahí, platos reconocibles, ricos, profundos, sabrosos, auténticos… La Vieja Bodega es uno de los lugares más reconocibles de la cocina riojana. Es un buen lugar. Un acierto absoluto. Una recomendación garantizada por los comensales. “Esta mañana nos ha entrado pez limón. Y desde Calahorra nos han llegado unos guisantes lágrima… Así que toca imaginar qué podemos presentarles a los clientes con dos productos tan fantásticos”. Félix Sarceda disfruta cocinando todos estos productos. “Es tener el punto exacto para que los dos productos luzcan en el plato”. Lo primero es el producto, que se exprese en toda su dimensión. “Después, en las salsas sí que nos permitimos algún toque especial”.

FOTO: Fernando Díaz.

Pero el producto es sagrado. Un cordero asado es precisamente eso, ni más, ni tampoco menos. O una merluza, o una lubina… “Es alucinante que estando en La Rioja haya tanta pasión por el pescado”. Su trabajo es pura precisión. Es el conocimiento de años de trayectoria para tener el punto exacto de cada pescado, de cada carne, de cada verdura. “Hay parte de intuición, un control mecánico también del punto, pero el que no falla es el control visual durante el cocinado”.

Sin embargo, la historia de La Vieja Bodega está marcada por una fecha, que supuso un antes y un después en la historia de este restaurante riojalteño. Ángel Pérez, su gerente, demostró aquel 8 de febrero, que una crisis también es una oportunidad. Ese día del año 2001 el fuego asoló esta casa del buen comer.

Con lo que no pudo el fuego fue con la ilusión de Ángel, que de tanto pasar por delante de ese edificio de Casalarreina acabó comprendiendo a mediados de los noventa que allí estaba su sitio. El fuego le obligó a parar, no a detenerse. Lo utilizó para doblar el espacio, para replantear el futuro. Tardó algo más de un año en volver a abrir. Y hasta hoy.

Treinta años después, el local regentado por Ángel Pérez es uno de los restaurantes más reconocidos de La Rioja, por su buena cocina y por las sonrisas que alberga en su interior.

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