Especial Enoturismo

Huellas milenarias: todos los caminos pasan por La Rioja

Cuenta la tradición oral que todos los caminos conducen a Roma. Aunque en La Rioja, la senda más vertebradora de una tradición milenaria no conduce a la capital del cristianismo, sino a Santiago de Compostela. No en vano, en la comunidad se registró el paso más antiguo de un peregrino de nombre conocido y en Clavijo se libró la batalla que justifica el Voto de Santiago.

Aunque por delante les quedarán algo más de 600 kilómetros hasta el cabo de Finisterre, la ruta se hace más llevadera gracias a un paisaje multicolor trufado de una rica herencia arquitectónica del Románico y el Barroco. Pero, especialmente, por la hospitalidad que caracteriza al pueblo riojano y a las decenas de servicios pensados específicamente para atender las necesidades de la peregrinación.

La Rioja ofrece, además, la posibilidad de adaptar el Camino a los gustos de cada peregrino: desde la premura y sencillez de quien busca el trayecto más rápido hacia Santiago, con parada en los albergues, hasta las propuestas más sofisticadas, con algunas de las mejores propuestas gastronómicas a su disposición y una amplia oferta hotelera y de Paradores de España.

El goteo de peregrinos es constante a lo largo del año, con especial afluencia durante la primavera y el inicio del verano, en una comunidad que atraviesan dos de las variantes del Camino de Santiago, declarado por la UNESCO como Patrimonio Universal de la Humanidad, y abren incluso la posibilidad -siempre que la fatiga y la podología lo permitan- ampliar la ruta hacia el Valle de la Lengua y visitar San Millán de la Cogolla, la cuna del castellano.

Camino Francés

La más concurrida de todas es el Camino Francés, que se adentra en La Rioja desde la vecina Navarra y atraviesa los términos municipales de Logroño, Navarrete, Ventosa, Nájera, Azofra, Cirueña, Santo Domingo de la Calzada y Grañón.

Entre las singularidades de esta vía destaca su paso por Navarrete, que ofrece la posibilidad única de contemplar la planta y la portada del Hospital de San Juan de Acre, el vestigio mejor conservado de cómo eran estos centros de atención a peregrinos en el siglo XII. Y, cómo no, Santo Domingo de la Calzada recibe su nombre del peregrino más famoso del Camino Francés (y a quien se atribuye el milagro del peregrino ahorcado, el más popular en la vieja Europa del Medievo). Por si fuera poco, los fieles pueden recibir asistencia de la Cofradía del Santo, la entidad más antigua de cuantas prestan servicio en la Ruta Jacobea.

Camino Jacobeo del Ebro

Pero, como decíamos, hay otras alternativas que conducen a la tumba del apóstol, más allá de la ruta que parte de Roncesvalles. Una de las que más fuerza ha ganado en los últimos años es el bautizado como Camino Jacobeo del Ebro, que parte del Mediterráneo y se adentra en La Rioja tras recorrer Cataluña (nace en San Carlos de la Rápita, en Tarragona), Aragón y Navarra.

Lo hace desde Alfaro y atraviesa los términos municipales de Rincón de Soto, Calahorra, Pradejón, Arrúbal, Agoncillo, Recajo y Logroño, donde confluye a modo de afluente con el Camino Francés. Esta ruta brinda al peregrino la posibilidad de recorrer buena parte de la herencia romana, con núcleos de población del imperio como Graccurris (Alfaro en la actualidad), Calagurris (Calahorra) y Vareia (Logroño).

Entre Alcanadre y Lodosa los viandantes se toparán con los restos del acueducto romano que transportaba el agua entre ambas localidades gracias a su estructura formada por trece actos a lo largo de 25 metros.

Esta vía brinda la oportunidad de contemplar en Alfaro la mayor colonia de cigüeñas blancas de Europa, con más de un centenar de nidos -alguno de más de media tonelada de peso- en la estructura de la Colegiata de San Miguel y alrededor de medio centenar de ejemplares. Aunque es en Calahorra donde los peregrinos encontrarán las principales referencias jacobeas en esta ruta, con varias conchas esculpidas en su Humilladero o la pila bautismal de la catedral, decorada con símbolos del Camino.

Rumbo a Logroño afloran en el paisaje imponentes vestigios de la arquitectura medieval, de los que el más importante es, sin duda, el majestuoso Castillo de Aguas Mansas de Agoncillo, que luce la Cruz de Calatrava en su portada.

El Camino Ignaciano

Y aunque no tiene Santiago como destino, hay en La Rioja una tercera vía de peregrinación por la que discurren cada año centenares de personas. Es el conocido como Camino Ignaciano, una ruta que evoca la que recorrió en 1522 San Ignacio de Loyola desde Azpeitia (País Vasco) hasta Manresa (Cataluña), con el objetivo de embarcarse después rumbo a Jerusalén. Seis de sus 27 etapas discurren sobre suelo riojano: Laguardia-Navarrete, Navarrete-Logroño, Logroño-Alcanadre, Alcanadre-Calahorra, Calahorra-Alfaro y Alfaro-Tudela

De este modo, tres vías de la comunicación espiritual convierten a La Rioja en tierra de paso desde tiempos inmemoriales. Un escenario que -más allá de la finalidad de la peregrinación, bien espiritual, bien turística- alimenta el espíritu con infinidad de paisajes inigualables en los que el arraigo de la historia y la tradición se palpan en cada palmo de terreno.

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