Entrevista

Un año del ‘Crimen de Cuzcurrita’: “No admito el perdón a los asesinos de mi padre”

Primer aniversario del ‘Crimen de Cuzcurrita’: “No admito el perdón a los asesinos de mi padre”

“Son días muy difíciles”, repite Yolanda Castillo con un tono de dolor sereno. Este jueves se cumple el primer aniversario de un asesinato que estremeció a un país entero por la crudeza de los hechos y por la popularidad y simpatía que desprendía su víctima: el propietario de Bodega Guillermo, en Cuzcurrita de Río Tirón, una casa de comidas que era un agradable punto de encuentro y celebración para decenas de clientes de La Rioja y País Vasco que encontraban en su salón un lugar en el que sentirse como en su propia casa.

Un año ha pasado desde la comisión del ‘Crimen de Cuzcurrita’ y en ese lapso de tiempo la hija de Guillermo ha aprendido a lidiar con el desgarrador trauma del asesinato de su padre para reconducir tanta rabia contenida hacia sentimientos más constructivos que pivotan sobre tres conceptos que en breve grabará en su piel: “Gratitud, amor y fe”. “Me los voy a tatuar”, anuncia entre los muros de su vivienda, donde recibe a NueveCuatroUno para ordenar el cúmulo de sentimientos acumulados en este último año.

Yolanda Castillo posa con un retrato de su padre en su vivienda de Cuzcurrita.

Doce largos meses en los que “mi vida ha cambiado por completo” y en los que ha asumido una misión de ‘hija coraje’ para lograr que se haga justicia con la muerte su padre. Tomando, incluso, la iniciativa para avanzar en la investigación: “Me he introducido en los suburbios de Logroño y hasta he comprado droga porque necesitaba saber de dónde venía todo esto”. En la siguiente entrevista relata cómo “me he disfrazado para encontrarme en Pradillo con la pareja de uno de los asesinos, que me lo confesó todo”. O cómo consiguió plantarse delante de uno de los acusados. “Le dije quién era yo, él me miró y me dijo: ‘Yo no he sido, ha sido el portugués’.

– Ahora que se cumple un año del asesinato de su padre, ¿recuerda algo de aquel fatídico 2 de mayo?

– Pues, fíjate cómo es el cuerpo humano… me quedé sorda. Y entiendo por qué: yo no quería oír lo que mis ojos estaban viendo. Luego entré en estado de shock y me duró casi dos meses: tan pronto me daba por reír como por llorar. No me lo creía.

– Hace poco más de dos semanas ha podido, al fin, enterrar a su padre. ¿Le ha ayudado en el proceso de duelo?

– La verdad es que sí, es un pasito que llevaba solicitando casi un año porque era importante para mi psique saber que él ya está descansando. Ahora estoy en otra etapa que, no es que sea mejor, pero sí es diferente y sigue siendo dura: enfrentarme a la preparación del juicio.

– En enero decía su abogado, Marcos García Montes, que confiaba en que el juicio pudiera celebrarse antes del verano. Este jueves se traslada la instrucción a la Audiencia Provincial de Logroño, ¿ven factible que se cumplan esos plazos?

– Yo creo que ya no hay tiempo para celebrarlo antes del verano, porque en agosto guardan vacaciones, estamos ya en mayo y es un proceso con jurado popular, por lo que hay que preparar muchos trámites. No sé si será en otoño o en invierno, pero seguro que  tendrá lugar después del verano.

– Entiendo que tiene ganas de que llegue el juicio, pero sobre todo de que salga bien. 

– Desde hace un año mi vida ha cambiado por completo. La vida que viví en casa con mis padres fue una y ahora empiezo otra. Sé que todavía tengo una vida por delante, que tengo 50 años y que quiero vivir porque lo merezco. No quiero vivir con ningún remordimiento, quiero estar tranquila y que las cosas estén bien hechas, porque sé que no es justo nada de lo que me está tocando vivir. De mi padre he aprendido a luchar y, aunque sé que el juicio va a ser difícil, quiero salir victoriosa de esta gran pérdida, este dolor y este sufrimiento. Sé que voy a llorar mucho, pero también sé que ese día seré como el ave fénix si las cosas salen bien.

– ¿Qué sería para usted una victoria en este proceso?

– Que todos aquellos que han estado involucrados en el asesinato de mi padre, me da igual intelectual o materialmente, lo paguen con la pena más alta que fije la Ley. Era una persona de 78 años, sola en su casa a altas horas de la noche, y esa gente salió a matar y mataron; no fue nada casual.

– ¿Tienen ya perfilada la petición de penas por parte de la acusación particular?

– No lo hemos preparado aún porque nos faltan diligencias y en el juzgado de Haro se nos han denegado muchas cosas que queremos conseguir. Si en la autopsia no nos dicen a qué hora murió, si se desangró o cómo murió… La acusación particular no lo tiene fácil porque el orden de los factores puede alterar la petición de penas. No es lo mismo que le dieran el primer golpe y falleciese a que le comieran a golpes, porque le dieron una brutal paliza. Me pasé dos días en shock por la saña que emplearon contra un octogenario: la Guardia Civil y Marcos (García Montes) me han recomendado que no vea las imágenes del cuerpo, pero sí he leído el sumario y las lesiones ocupan dos o tres folios.

Estaré con ellos el jueves en Logroño, aunque a mí no me corresponde entrar a la Audiencia Provincial. Aun así, mi deseo es pedir la pena más alta posible.

– Hasta la fecha hay dos procesados por el crimen -la pareja de uno de ellos quedó en libertad con cargos tras prestar declaración-, pero ustedes se muestran convencidos de que debe haber alguien más implicado directa o indirectamente.

– Yo creo que sí, pero hasta que no haya nada concluyente es difícil con las pruebas que hay. A estas dos personas no las conozco de nada y todo me parece muy extraño. Por eso, quizás tenemos que esperar un poco más, porque faltan cosas por esclarecer.

– Este crimen, por el perfil de los acusados, ha reabierto el debate sobre la eficacia de la reinserción penitenciaria. ¿Cree que ha fallado el sistema, al llevar uno de los presuntos asesinos una pulsera de geolocalización al encontrarse en tercer grado?

– Sí, siempre lo he pensado. No entiendo de leyes y no me gusta comparar con nada, pero todos recordamos al pobre niño de Lardero (la víctima del ‘Caso Álex’) y está claro que ahí falló algo. Ahora, también como mera espectadora, estoy viendo lo mismo.

Una de mis luchas es que en gente con tantos antecedentes no se puedan dar permisos por el buen comportamiento o porque parezca buena persona, porque actores y actrices hay por todo el mundo, como psicópatas sin diagnosticar. Los asesinos de mi padre han sido gente preparada para matar y que ha ido a matar; son gente que va a por todas.

– ¿Cómo se produjo la incorporación del mediático Marcos García Montes a la acusación particular?

– Fue por un interés mutuo. Tuvimos ‘feeling’ los dos. Yo había contratado una abogada en Logroño, pero Marcos y yo hablamos un poquito y al final pensé que era alguien que me escuchaba, me entendía y quien mejor podía poner voz a lo que yo sentía.

Desde que empecé con él yo misma he estado colaborando e investigando. He estado por todos los suburbios de Logroño porque necesitaba saber de dónde venía todo esto. He comprado droga porque nadie me explicaba nada. Quizás no esté bien ni sea correcto, pero cuando a una persona le duele algo tanto tiene dos opciones: quedarse en la cama sin hacer nada o buscar la verdad.

Marcos García Montes, en Cuzcurrita de Río Tirón el pasado mes de mayo. FOTO: EFE/ Raquel Manzanares.

– Y usted tomó el segundo camino.

– El fin de semana que detuvieron a los asesinos, al enterarme de que dejaban a la pareja de uno de ellos en libertad con cargos, como yo ya era una persona que había salido en los medios, decidí disfrazarme con un sombrero y unas gafas y marcharme a Pradillo (donde vivían). Le quería poner cara… y confesó.

Casa de Pradillo en la que vivían uno de los detenidos por el asesinato de Guillermo Castillo y su pareja, que quedó en libertad con cargos. EFE/ Fernando Díaz

(Prosigue tras una pausa reflexiva) Me confesó todo. Me dio detalles que solo podía saber de primerísima mano y me puse malísima. Luego fui a la Guardia Civil y a la jueza y se lo conté.

– ¿Y qué respuesta le dieron en el juzgado?

– En el juzgado lo anotan… Ellos y la Guardia Civil no te dicen nada, son muy fríos. Que igual es su papel, pero como entonces no tenía la ayuda de Marcos (García Montes)… Ahora me siento muy orgullosa de que alguien me entiende, es lo que me ayuda a tirar para adelante.

– Las víctimas de situaciones tan límite como la que le ha tocado vivir sienten siempre la necesidad de llegar a juicio para ver las caras de sus responsables. Ese paso ya lo ha dado antes de la vista oral del proceso.

– Yo me he ido a ver sus caras e, incluso, he hablado con uno de ellos. Cuando me enteré de que los habían detenido, supe que uno estaba en el cuartel de la Policía Local de Haro, otro en la Policía Nacional de Logroño y otro en la Comandancia de la Guardia Civil de Logroño. Estuve esperando varias horas y me fui detrás de uno de los detenidos porque necesitaba verle. Fui y le dije quién era. Él se me quedó mirando y solo me dijo: “Yo no he sido, ha sido el portugués”.

– Si tuviera hoy delante a los asesinos de Guillermo ¿les diría algo que no les haya expresado aún?

– No sé si en el juicio tendré la oportunidad de decirles algo, pero no les voy a dar la oportunidad de darles el perdón. No creo que les dijera nada, simplemente no les admitiría el perdón. A mí eso de que me perdonen después de algo así… Que no usen el perdón como el recurso de un chico bueno porque eso lo hacen muy bien. He visto al completo el vídeo de la reconstrucción de los hechos y son unos artistas, sobre todo el portugués.

DUDAS SOBRE EL PROCEDIMIENTO

Vivienda de Guillermo Castillo, al fondo de la calle, donde se produjo el asesinato.

– El robo se ha barajado como principal móvil del crimen, pero parece un golpe extraño: dos personas recorren 50 kilómetros desde Logroño para llegar a Cuzcurrita y asaltar a un hostelero en su vivienda particular.

– Sí, lo es. Yo dejé a mi padre en su domicilio como a las 22:15 o las 22:20 horas y nos despedimos hasta el día siguiente. En el sumario he visto que a las 22:45 horas a ellos (los presuntos asesinos) se les ve salir de Logroño en la grabación de varias cámaras. Para cuando llegaron al domicilio de mi padre serían las 23:30 horas, tampoco era tan tarde, y estuvieron apenas una hora dentro.

La casa de mi padre no es un sitio de paso, hay que ir expresamente, no es un bar junto a la N-232 que pueden asaltar dos yonkis a ver qué se encuentran… Es un sitio al que han ido con un plan de entrada y un plan de huida, es como si alguien los hubiera dirigido. Ya lo veremos más adelante.

– Desde un primer momento se habló de que los asesinos se llevaron un botín muy modesto, de apenas 600 euros.

– Lo de los 600 euros creo que debían haberlo omitido, porque no sé de dónde lo habrán sacado. Quizás lo dijeran los asesinos, porque a mí nadie me preguntó. De hecho, cuando los detienen (a los dos procesados, en el mes de agosto) yo todavía no había entrado al domicilio de mi padre, que es cuando pude dar fe de los efectos personales que faltaban. Sin precisarlo, solo puedo decir que se llevaron más de 600 euros y joyas.

– Llama la atención la extrema violencia que emplearon contra la víctima, a la que llegaron incluso a engrilletar. ¿Creen que el robo fue el verdadero móvil del crimen?

– La Guardia Civil nos ha ‘vendido’ que el móvil era el robo. Hay días que pienso que pienso que ese fue el motivo, otros pienso que quizá esperaban encontrar más cosas… Pero de lo que no tengo dudas es de que los asesinos fueron a matar. Por más que puedan decir, nadie sale con unos grilletes de casa.

– Llegó a insinuar Marcos García Montes la posible participación de un vecino en el plan para asesinar a Guillermo.

– Marcos habló de un vecino y la gente se asustó pensando que era alguien del pueblo, pero se refería a alguien riojnao.  Pidió que prestase declaración y ya ha declarado, se ha solucionado todo y estamos en ello.

– Bodega Guillermo, por razones obvias, lleva un año cerrada. ¿Está en sus planes volver a abrirla, a medio o largo plazo?

– Sí, en primer lugar porque realmente es lo que he hecho desde pequeña. En mi casa no se comía los domingos en el comedor familiar: se comía en la bodega. Para mí es como la sala de estar en casa. En segundo lugar, porque es lo que más me gusta del mundo; y lo tercero es que me quedan muchas cosas por hacer y, si eso me gusta ¿para qué voy a probar otras cosas?

Ahora mismo no estoy preparada para abrirla, estoy de baja psicológica. Quiero curarme, estar fuerte… estar bien. Y sé que en el momento en que haya una sentencia me voy a quitar tal peso de encima que me voy a sentir relajada y a decir “Yolanda, ahora ya es hora”.

– En el funeral de su padre resumió el duro proceso que le ha tocado vivir en tres términos: “Gratitud, amor y fe”.

– Son tres palabras que me salieron. El día anterior me tuve que ir a Urgencias porque tenía casi 40 grados de fiebre y les dije: “Preparadme, que mañana me tengo que despedir de mi padre; mañana ya me pasaré el día en la cama o lo que haga falta”. A causa de ello no me dio tiempo a escribirle nada, que es algo que hago mucho, escribirle a mi padre. Me dije a mí misma: “Si no me dejas escribir hoy será por algo”. Estaba en la misa y me salieron del alma esos tres sentimientos: gratitud, amor y fe. De hecho, me lo voy a tatuar en el pie; ya tengo cita.

Tengo que dar gracias por haber compartido 50 años con mi padre y por los valores humanos que me ha transmitido. He sentido un amor tremendo en multitud de cartas escritas a mano que me han llegado de todas partes de España este último año, en las que me recordaban a mi padre. Eso es lo que de verdad me ha llegado al alma. Y la fe es porque he notado que mis padres están conmigo y que yo voy a estar con ellos.

Quizás un año antes habría hablado del rencor, del dolor, de la injusticia… Pero eso lo he reconvertido, para no hacerme daño, en gratitud, amor y fe.

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