Firmas

La procesión va por dentro

Hace semanas que sufro por dentro. Y por fuera. Sufro en silencio. Y sufro a viva voz. En realidad, no sé si estoy sufriendo de verdad o todo forma parte de una pesadilla. Quiero pensarlo de verdad. “Tranquilo, Manuel, estás tumbado en tu cama con una pierna por fuera de la manta y tapado hasta la barbilla. Nada malo puede pasarte. Hay un vaso de agua en la mesilla y el despertador aún no ha sonado”.

Me engaño a mí mismo. Sí sufro. ¿Y por qué sufre este tontolaba? Se preguntará el lector a estas alturas de esta pequeña ensoñación. “Sé que no puedo dormir porque siempre estoy soñando”, que cantaba Fito. Lo voy a intentar explicar: me ha entrado esa obsesión que atormenta al escribir por pensar en el otro lado. En ti y en esos 33 diputados del Parlamento de La Rioja que se reúnen de vez en cuando en el antiguo convento de La Merced, como hicieron este jueves.

¿Le gustará esta frase al consejero Alfonso Domínguez? ¿Qué pensará el multiconsejero Conrado Escobar de esta broma? ¿En el PSOE entenderán este pequeño guiño? ¿Dejarán de discutir en Podemos para echar un vistazo a mis pajas mentales? ¿Le dirá alguien a Diego Ubis que no he nombrado suficiente a la ADER? ¿Estará contento Alberto Galiana si le compro su teoría de ‘La Marca de la casa’ para Ciudadanos con sus sobreactuaciones para tertulias y cafés, la falta de experiencia y la confusión? ¿Insisto con que sus propuestas no valen para nada y que su funcionamiento es más viejo que mear en una pared o lo dejo para otro día? ¿Repito aquello del bajo nivel de prácticamente todos los debates o se acabarán enfadando?

Estos pensamientos me bloquean. Lo contaba Julio Camba (‘La rana viajera’) después de que le escribiera un admirador de Guadalajara: “Yo tengo la sensación de que escribo únicamente para este señor, y no quisiera defraudarle. Este señor vive en un pequeño pueblo de la provincia, donde, por desgracia, yo no he estado nunca. Ignoro en absoluto la ideología local, y esto pone en mi trabajo dificultades enormes. […] Tal párrafo que acabo de escribir creo que le parecerá vulgar, y lo borro. Pongo en tensión todos mis nervios hasta que se me ocurre una cosa más fina, y entonces me asalta un pensamiento terrible. — ¿Entenderá esto mi admirador? —me pregunto—”.

¿Qué hago? A estas alturas de la película, me da miedo caer en cualquier trampa que me tienda cualquiera de sus señorías. Creo que a veces sueltan frases a modo de chascarrillo que sólo intentan captar la atención del cronista oficial Jorge Alacid. Y si él no puede, me buscan con la mirada para que tome nota. Já. Hace semanas que he dejado de apuntar nada por si acaso me entero de alguna novedad.

Pese a eso, me quedo con pequeños detalles. El multiconsejero Escobar dice que hemos puesto el “modo electoralista” por aquello de que empiezan los nervios, los colmillos están más afilados… y en Ciudadanos hasta hacen de oposición. Espero que desarrolle esta teoría próximamente en su blog o lo cuente en otro aburrido capítulo plenario. Aparte de las menciones al vicario de Murillo de Río Leza, Plutarco, el nuevo chalé de Pablo Iglesias y el “aprovechategui” que ha instaurado Mariano, el “modo electoralista” se parece demasiado al modo anterior, se llame este como se llame.

Al salir por la puerta (automática), en la calle todo seguía igual. Los pájaros cantaban, las nubes se levantaban… y mi procesión comenzaba a hacerse más fuerte porque tenía que escribir sobre todo lo anterior. Hasta la próxima.

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