La Rioja

“Ahora mis amigos ya tienen una razón de peso para seguir llamándome Willy Fog”

Hace casi un siglo y medio, Julio Verne dejó asombrados a propios y extraños con las peripecias de Phileas Fogg, un aristócrata inglés de inquietas posaderas que le dio la vuelta al mundo en un plazo entonces impensable. Desde entonces, solo un puñado de privilegiados pueden presumir de haberse inspirado en ‘La vuelta al mundo en ochenta días’ hasta el punto de evocar el título de la novela en ese mismo plazo.

Uno de esos soñadores es riojano y a finales de marzo ya podía contar que había rodeado el globo en un plazo de ochenta días. Su nombre es Pablo Villoslada, pero sus amigos le conocen como ‘Willy Fogg’. Y lo curioso de esta historia es que el apodo no es la consecuencia directa de la hazaña que completó la pasada primavera, sino su origen.

Pablo Villoslada en Vietnam, donde vivió el Año Nuevo chino, dedicado al gallo.

“Llevo siete años viviendo fuera de Logroño y viajo mucho, por lo que mis amigos empezaron a llamarme ‘Willy Fogg’; la idea de darle la vuelta al mundo me rondaba la cabeza desde hacía tiempo, pero cuando me puse a planificarla en serio fue cuando me plantee completarla en ochenta días para hacer la gracia”, señala a NueveCuatroUno. “Ahora mis amigos tienen una razón de peso para llamarme así”, bromea.

La aventura de Pablo comenzó la segunda semana de enero, con Amsterdam (donde trabaja) como punto de partida y ha seguido el siguiente recorrido: Bangkok, Camboya, Vietnam, Singapur, Australia (Sidney, Canberra y Melbourne), Nueva Zelanda, Chile, Argentina (Córdoba, Mendoza y Buenos Aires), Uruguay y Amsterdam.

Pablo posa ante la bahía de Halong, en Vietnam.

Todos estos enclaves dejaron huella en este informático riojano, pero Camboya ha sido el sitio más sorprendente que ha visitado en este viaje. “Allí es todo más auténtico y sus templos son increíbles, no solo el de Angkor Wat”, subraya justo antes de evocar la anécdota más exótica de esta experiencia: “Estando en Kep pasamos por delante de una boda típica camboyana y nos invitaron a unirnos a ella; fuera había una mesa en la que estaban cenando unos policías uniformados y nos dieron algo para comer”.

No queda ahí la cosa, ya que los acontecimientos dieron un giro inesperado: “No sabíamos muy bien qué nos habían servido porque estaba muy oscuro y nadie hablaba inglés, pero al alumbrarlo con el móvil resulta que eran cabezas de pato”. Pablo Villoslada explica que “para ellos es un manjar y se lo comen partiendo el pico con las manos y tirando con la boca desde la lengua hasta el cerebro”. “No estaba ni bueno ni malo, no era desagradable, aunque yo no soy escrupuloso”, detalla.

El delicioso ‘pato a la camboyana’ que le sirvieron en el convite de una boda.

Este informático riojano se ha acostumbrado a hacer y deshacer maletas. Lleva siete años fuera de casa, cinco de los cuales los ha pasado en Eslovaquia. El próximo 31 de julio regresa a Amsterdam, donde se va a incorporar a una empresa del sector financiero que le ha ofrecido un puesto a su medida: “Me han dicho que pasaré dos semanas en Holanda y otras dos viajando por otros países; me apetece vivir esta experiencia, porque hasta ahora nunca me ha tocado viajar por trabajo”.

Y respecto a sus planes futuros, revela que “es difícil saber cuál será mi próximo gran viaje y por ahora barajo dos opciones: dar la vuelta al mundo al revés (de oeste a este) o seguir la misma ruta que Willy Fog, partiendo de Londres hacia París y seguir todas las escalas de la aventura”.

Estando en Nueva Zelanda aprovechó para participar en una carrera y presumir de bandera a su término.

Aunque ande a miles de kilómetros de distancia no es difícil seguirle el rastro a Pablo Villoslada, ya que aprovecha sus conocimientos informáticos para compartir sus andanzas a través de su blog y las redes sociales. Ya saben. Cuidado con los apodos que ponen a sus amigos o familiares. A Pablo empezaron a llamarle Willy Fog y ya ven cómo ha acabado la historia. Quien avisa no es traidor.

Subir