La situación no es extrema ni ha encendido de momento las alarmas, pero la ausencia de precipitaciones notables es un hecho y los embalses de La Rioja están en niveles insólitos a estas alturas del año. Tan solo hace un lustro, en el año hidrológico 2011-2012, los pantanos de la región guardaban menos agua que en la actualidad.
“No llueve en condiciones desde mediados de mayo del año pasado”, señalan desde la Agencia Estatal de Meteorología en La Rioja, destacando que “no ha habido temporales de otoño y primavera, tormentas ni tampoco nieve”. “El año pasado estábamos hartos de agua a estas alturas, pero en esta primavera no esta cayendo ni gota”, añaden.
Desde el punto de vista de José Calvo (meteosojuela), “no solamente ha influido en ello el período de sequía que atravesamos, sino que además en los meses más lluviosos las precipitaciones han sido más abundantes en zonas de Rioja Baja que en las cabeceras donde están situados los embalses, probablemente debido al que el régimen de precipitaciones ha estado asociado más a temporales de Levante que a frentes atlánticos, como sería lo habitual”.
Además, “las temperaturas han sido suaves, por lo que las precipitaciones solo han sido de nieve en las cotas más altas y, así, quedan comprometidas las reservas hídricas para el próximo verano”.
Todo ello se traduce irremediablemente en estampas impropias de la primavera en los embalses riojanos. Como se puede apreciar en la fotografía que ilustra esta información, las vacas sestean a pata suelta en zonas del pantano de Mansilla que deberían estar sumergidas hasta bien entrado el verano. Y solo el de González Lacasa, en la cuenca del Iregua, se acerca a los dos tercios de su capacidad, con 21 hectómetros cúbicos de los 33 que puede acoger (64%).
En la misma semana del pasado ejercicio, la presa que menos agua contenía (la de Pajares) estaba al 71% de su capacidad, mientras que en la media de los últimos diez años los tres grandes embalses de la región (González Lacasa, Mansilla y Pajares) se encontraban por encima del 80% de su aforo.
Un déficit de 149 litros por metro cuadrado
Desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) también apuntan al cielo para explicar el déficit de agua embalsada en la región respecto a cursos anteriores. “Desde abril del año pasado ha llovido un 25% menos que el promedio de los últimos quince años, con un déficit de hasta 149 litros por metro cuadrado”, señala la CHE, agregando que “las últimas precipitaciones destacables se registraron en Mansilla entre el 2 y el 5 de febrero, con 60 l/m2 recogidos a lo largo de cuatro días”.
Pese a todo, en la Confederación prefieren esperar al final de la primavera para analizar en profundidad la situación de las reservas hídricas: “En otros años hidrológicos con datos similares (2011-2012) o incluso peores (2007-2008) se han producido recuperaciones en el mes de mayo e incluso en junio”. Además, incide en que “los embalses actualmente no están realizando ‘gastos’ porque aún no han comenzado las campañas de riego, por lo que al menos no están descendiendo en su nivel”.
Con todo, la CHE valora la situación actual de los pantanos como “negativa, pero con algo de margen para comprobar su evolución”. Así, emplaza a finales de junio el momento en el que “habrá que comprobar las reservas para considerar cómo se atienden las demandas de riego”, reseñando que “los abastecimientos que dependen de estos embalses se consideran garantizados”.
Como agua de mayo
Según nos cuenta José Calvo, todo apunta a que abril mantendría el carácter seco con alguna excepción puntual, aunque los modelos estacionales americanos parecen intuir un cambio de tendencia con precipitaciones que serían superiores a lo habitual.
Solo queda, por tanto, esperar al tipo de precipitación, por si se produce en forma de tormentas o como frentes más beneficiosos para solucionar esta maltrecha situación de los pantanos de la comunidad.
