Universidad de La Rioja

“Usar videojuegos en las aulas no es una cosa del futuro, sino de pasado mañana”

Hay pocas cuestiones que más preocupen a un profesor que dar con la tecla para que sus alumnos se sientan motivados y sean capaces de seguir sus clases con interés. La tecnología bien entendida se convierte en aliada de los docentes cuando se trata de complementar el temario y, por raro que pueda parecerle a algún padre, los videojuegos pueden ser claves a la hora de sacar mejores notas.

Así lo defiende Diego Téllez, profesor de Didáctica de las Ciencias Sociales en la Universidad de La Rioja, que este miércoles ha ofrecido en el Edificio Politécnico la charla ‘Videojuegos: una herramienta educativa y para la concienciación social’.

– ¿Cuáles son los conceptos que no ha querido dejar fuera de su ponencia?

-Fundamentalmente, el papel que ya están teniendo los videojuegos en el ámbito de la enseñanza en otros países. Por ejemplo, en Singapur llevan ya bastante tiempo enseñando a programar a los alumnos de Primaria; es cierto que son conceptos de programación muy básicos, pero allí han entendido que la tecnología puede ser un aliado en el ámbito de la enseñanza.

-¿Cuáles son las principales ventajas que percibe en sus alumnos cuando emplea los videojuegos en las clases?

-Yo los empleo en mis clases de Ciencias Sociales y el síntoma más evidente es que aumenta la motivación de mis alumnos. Es un recurso activo con infinitud de ventajas: permite incrementar las habilidades sociales y psicomotoras, entre otras muchas. Empleados en su justa medida, porque todo en exceso es perjudicial, los videojuegos representan una herramienta sumamente productiva.

-¿Quiénes son los principales enemigos de la implantación de estos recursos en las aulas: los centros, los padres o las instituciones?

– El principal enemigo, y tal vez sea el único, es la mentalidad y eso depende de cada persona, no de un colectivo social. Hay padres más inclinados a incluir las nuevas tecnologías en las aulas y otros que menos, y al igual sucede con el personal que trabaja y decide en los centros educativos, mientras que las instituciones a menudo son reacias por considerarla una actividad ‘excesivamente lúdica’. Desde el momento en que médicos y doctores se forman con simuladores, que no dejan de ser videojuegos, lo que queda claro es que el cambio más importante que debe producirse en el sistema educativo es el cambio de chip.

-Antes ha puesto Singapur como ejemplo, ¿es quizás el referente mundial en este ámbito?

-Es un país muy avanzado en este y otros muchos aspectos. He tenido la suerte de visitarlo no hace mucho y allí ves casi tantos drones volando como palomas. Al igual que sucede con el alfabetismo clásico, allí han comprendido que la persona que no tenga conocimientos tecnológicos básicos va a tener serias limitaciones para poder desarrollarse personal y profesionalmente.

-Le invito a ejercer de futurólogo… ¿Cuándo veremos los videojuegos como un recurso didáctico más, como ya lo son las pizarras digitales o las tabletas?

– Soy consciente de que puede parecer un salto tecnológico muy pronunciado, pero al mismo tiempo recuerdo que en mi época del instituto lo revolucionario era ilustrar las clases de Historia con películas de Hollywood. No hay que ser futurólogo para saber cuándo llegará ese momento, porque va a suceder pasado mañana y nos tenemos que subir a ese carro. Tampoco se trata de arrinconar otros recursos docentes ni de considerar este uso de la tecnología como la panacea, porque no lo es. Eso sí, tenemos ante nosotros una poderosísima herramienta con la que los maestros podemos enriquecer muchísimo el contenido de nuestras clases.

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