Llevamos unos años en los que, caminar por Logroño, y sobre todo cruzar sus calles, se ha convertido casi en un deporte de riesgo. 127 atropellos en 2016 y 126 en 2015 son muchos atropellos, demasiados para una ciudad pequeña como la nuestra.
La mejor forma de evitarlos es aplicar el sentido común, que tristemente es el menos común de los sentidos, y cumplir a rajatabla el código de la circulación, tanto conductores como peatones. Pero, por si acaso, siempre hay gente dispuesta a ofrecer alternativas. Y en ello lleva ya unos años el bar Virginia, en la Avenida de la Paz. Sí, efectivamente, ese en el que, si ya empiezas a peinar canas, fijo que más de una vez has acabado la noche de sábado convirtiéndola en mañana del domingo, bien para tomar la última, bien para un buen desayuno reparador antes de planchar la oreja en la piltra hasta la hora de la comida familiar dominical.
Y además, es un buen café. Doy fe de ello.
