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“La salida de los sábados al monte con mis amigos no la perdono”

Vuelve a La Rioja visiblemente bronceado y con una mezcla de fatiga y orgullo en su rostro solo reservada para un puñado de privilegiados en todo el planeta. La gloria del Dakar es caprichosa: su historia solo recuerda a los vencedores y a quienes se dejan la vida en la arena. Pero también deja una profunda huella en los que se plantan en la línea de salida y conquistan su sueño tramo a tramo, con escasez de recursos pero con una marcha más oculta bajo la coraza.

Esa marcha, la que alimenta el coraje, la poseen soñadores únicos como Sergio Anguiano, el najerino que acaba de completar el recorrido del Dakar en el año de su debut, una hazaña que solo se anota uno de cada cinco aspirantes en el rally más duro del mundo.

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¿Cómo ha sido el recibimiento que te ha brindado Nájera a tu llegada?

Ha sido genial. Ha tenido un seguimiento mi participación en el Dakar que nunca podía haberme imaginado. Por ahora apenas he tenido tiempo de compartir la alegría con familiares y unos pocos amigos, pero espero liberarme un poco de compromisos y celebrarlo con toda mi gente.

Ese seguimiento lo habrás podido percibir a posteriori, porque entre rodar y dormir poco tiempo le debe quedar a uno para echar un vistazo al móvil.

Allí no me he enterado de nada. Mi hermano y mi novia me contaban algo cuando conseguían encontrar wifi, pero yo lo único en lo que pensaba en esas dos semanas era en llegar a la meta lo antes posible para poder comer y descansar todo lo posible. La máxima preocupación que he tenido allí era poder descansar.

¿Cuántas horas consigue pegar ojo un piloto entre prueba y prueba?

El día que más tiempo he logrado dormir fueron cinco horas, pero lo normal es dormir entre tres y cuatro.

¿Y no le entran ganas a uno de parar la moto al día siguiente y echar una cabezadita a la sombra?

El cuerpo se va resistiendo; al principio respondes bastante bien, pero vas arrastrando sueño y cansancio y todo eso pasa factura. En las etapas más exigentes me he visto a parar un momento, coger aire y beber para poder seguir, porque sin ese paroncito hubiera sido imposible.

¿Eres ya consciente de la hazaña que acabas de conseguir?

Sabía que era una carrera muy dura y que iba a sufrir mucho, lo cierto es que me ha sorprendido un poco conseguir llegar a la meta.

¿Qué es lo primero que cruzó tu mente cuando, al fin, echaste pie a tierra en Buenos Aires?

Todos mis pensamientos fueron para mi equipo, que para mí ha sido el mejor de todos. Sin ellos hubiera sido imposible terminar y siempre me lo han puesto muy fácil. Yo al llegar al ‘vivac’ dejaba la moto y no tenía que sacar una herramienta del bolsillo, pese a que también ha sido una experiencia durísima para ellos.

¿No hubo ningún momento en el que vieras peligrar seriamente tu llegada a meta?

Nunca pensé en tirar la toalla, pero en la etapa entre Chilecito y San Juan me perdí bastante y me empezaron a adelantar coches y camiones. Una vez que ellos van por delante destrozan la pista y te obligan a ir a 30 km/h… Se me hizo muy larga la etapa, paré muchas veces porque no podía más, y por suerte encontré un compañero de viaje para, entre los dos, conseguir llegar.

En otra etapa fuiste tú quien le echaste una mano importantísima a otra compañera que competía en quads. No dudaste en perder media hora para socorrerla.

Nunca sabes cuándo puedes necesitar tú esa ayuda. Los que van delante en la clasificación para menos, pero entre los ‘amateurs’ hay mucho compañerismo y cuando te encuentras a alguien con problemas te paras sin problema a echar una mano. Ten en cuenta que a veces te encuentras con compañeros tan agotados que ni siquiera pueden levantar la moto…

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¿Cuál es la principal enseñanza que te ha dejado esta experiencia?

Sobre todo la de ayudar a los demás siempre que te sea posible. Allí todos compartimos el mismo sueño y también es motivador ayudar a que, más allá de tu ambición, otros consigan ese sueño. Se crean unos vínculos y una amistad que solo pueden nacer de esos momentos tan duros.

¿Es más difícil llegar a Buenos Aires o conseguir un equipo que te permita salir desde Asunción?

La inversión es muy grande y hay muy poca gente que pueda ir a gastos pagados al Dakar. Salvo veinte participantes los demás nos costeamos nuestros gastos. Para venir aquí tienes que elegir entre cambiar de coche o ir al Dakar. Era un sueño que tenía, lo he cumplido y por mí ya vale.

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¿Entonces es seguro que no volverás al Dakar o es que en estos momentos pesa más la fatiga?

El año que viene seguro que no. Yo no me dedico a esto, tengo mi trabajo (en Fiora, una empresa de mobiliario de baño) y no dispongo del tiempo necesario para prepararme bien para la prueba.

Te habrán recibido como ‘el empleado del mes’.

¡Buah, ha sido senacional! Me han preparado una sorpresa con carteles y todo, ha sido genial.

¿Has vuelto a subirte a una moto desde que terminaste el Dakar?

(Risas) No, aún no, pero ya he quedado el sábado para rodar con mis coleguitas en Nájera y eso sí que no lo perdono.

Les darás un poco de ventaja, espero…

(Risas) Qué va, que estos son unos máquinas. Hacemos enduro sin más fin que ir a comer al monte. Llevamos seis años andando en moto y yo empecé el año pasado a competir… Competimos poco

 

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