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El Yeti riojano

Las duras condiciones del invierno riojano, antes de la infectación de la mesosfera con los cefecés que ha propiciado la benignidad del clima actual, obligaron a los comerciantes de la capital a buscar nuevo enfoque para sus perjudicados negocios, y, visto que no cedían las inconveniencias climáticas, se adaptaron a los nuevos usos y costumbres que tanto rigor imponía.

Las boutiques ofrecían pertrechos de angora a la moda de Panticosa; los coloniales, tocinos de foca; y los quioscos de prensa repartidos por la urbe se acondicionaron para la venta y el alquiler de accesorios de invierno, tan demandados en esa época.

Incluso se cuenta que los días más fríos, cuando cérvidos y marranos bajaban al valle en busca de abrigo y alimento, llegaba a verse un horripilante ser peludo dotado de enormes pies, captado fugazmente en esta insólita instantánea.

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