La llegada a Logroño de las modernas técnicas de derribo mediante la explosión controlada de trinitrotolueno se anticipó a la preparación de personal capacitado para su ejercicio, y las dificultades para traducir los manuales de manejo de tan inestables elementos, escritos en inglés, añadieron aún más fatigas a lo que iba a ser a un rutinario trabajo de demolición.
El proyecto de ampliación del patio de las escuelas parroquiales de San Gregorio contemplaba la eliminación de un murete mediero, que entonces separaba el recreo de pupilos y pupilas, y que los nuevos tiempos consideraban inadecuado.
Instaladas las cargas, que luego se consideraron excesivas, accionó el detonador el director del centro D. Anselmo Lusco y en un instante, como fatídica consecuencia de tamaño cúmulo de desaciertos más tarde atribuidos a la voluntad divina, cayó derruido el didáctico edificio.
